Retomando la acción donde la dejó en el álbum anterior. Pema Ling llega a la lamasería donde se crió a tiempo de comprobar como el ejército chino arrasa con todo y masacra a los monjes. Tras comprobar la muerte de su tío y protector y separarse de su maestro, Pema Ling intenta escapar de los chinos a través de las montañas siguiendo los pasos de los aldeanos de Lhabrang que huyeron cuando comenzó el ataque para comprobar el triste destino de estos y acabar capturada por una banda de forajidos errantes. Pero, cuando Pema descubra quién es el líder de los bandidos su destino dará definitivamente un giro inesperado.
En el tercer álbum de la serie, Bess introduce el primer gran punto de inflexión en la vida de su protagonista, finalizando con los álbumes en los que de manera pausada describía su tranquila infancia en la lamasería para entrar de lleno en una adolescencia enfocada a vengarse de todos aquellos que la lastimaron en el pasado. Para ello, Bess acaba con el escenario en el que se desarrollaron los anteriores álbumes a lo grande –la lamasería- y al mismo tiempo con su destrucción introduce un nuevo enemigo, los chinos, a los que enfrentar a su pequeña protagonista que deja de ser una Heidi tibetana para asumir una mayor madurez. Bess realiza sorprendentes revelaciones que preparan a Pema Ling para los futuros acontecimientos que se desarrollarán en las próximas entregas.
“Yamantaka, señor de la muerte” es el mejor de los álbumes de la serie comentados hasta el momento. Bess va siempre un paso por delante del lector en el desarrollo de la acción y sorprende con algunas de sus revelaciones al tiempo que le mantiene en guardia respecto a las próximas entregas. Sin abandonar el estilo literario y recargado que lo caracteriza, aumenta el ritmo de la narración que se vuelve más flexible en su tratamiento de los personajes. Bess vuelve a dejar patente su calidad a los lápices tanto en las escenas de acción como en aquellas que requieren una mayor tensión dramática, sin olvidar el minucioso detalle con que describe los distintos personajes y los espectaculares paisajes tibetanos que son uno de los grandes alicientes de la serie.
En definitiva, George Bess, fiel a su línea clasicista, sigue con buen pulso desarrollando una historia recomendable para todos aquellos que quieran disfrutar de un buen cómic histórico de aventuras.
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