martes, 21 de agosto de 2007

“Los mejores sketches de los Monty Python: Flying Circus”



Aprovechando el festivo santero de la semana pasada nos acercamos hasta el teatro Alfil para ver el montaje que las compañías Imprebis e Yllana han hecho sobre algunos de los más famosos sketches de los Monty Python y lo cierto es que el espectáculo merece la pena.
Los Monty Python desde su aparición a finales de la década de los sesenta supieron subvertir y criticar a través de un humor surrealista, absurdo y tremendamente inteligente la mayoría de las instituciones sociales mostrando a través de sus parodias, genuinamente británicas, buena parte de sus paradojas y miserias, convirtiéndose en un grupo de fama mundial, tanto por sus series de televisión como por sus películas que cuenta con admiradores en todo el mundo y que llegaron a estar prohibidos en este país nuestro en tiempos menos felices. Y, precisamente, esos eran para mí los dos grandes retos a los que se enfrentaban los cinco miembros de Imprebis e Yllana al preparar este montaje: la inevitable comparación con el original y su capacidad para adaptar un humor tan corrosivamente genial como el de los Monty Python a todos los paladares. Sin embargo, los actores superan con nota estas dificultades en un montaje en el que logran una completa complicidad con el público al que hacen participe desde el primer momento del espectáculo, aprovechando las facilidades que da en ese sentido un pequeño teatro como el Alfil, ofreciendo un espectáculo frenético en el que durante una hora y media no paran de cantar, bailar y bromear partiendo de la base de los sketches originales y adaptándolos a la realidad contemporánea española y logrando llegar a hacer olvidar a los pythons originales. La elección de los sketches es de lo más adecuada incorporando algunas de las más famosas parodias para el cine y la televisión y haciendo un repaso cínicamente mordaz por la iglesia, la judicatura, el ejército, las agencias de viajes, las funerarias, etc… Los actores hacen un trabajo descomunal en un escenario sin decorado que sólo se llena a través de unas hilarantes actuaciones que lograrán arrancar una carcajada incluso a aquellos que no les guste este tipo de humor.
En el lado negativo, sólo apuntar la nula ventilación del teatro Alfil que convierte la sala en una caldera de la que más de uno(a) tuvo que salir antes de tiempo. Quizás fuera algo puntual o fuese un medio para incentivar el consumo en la pequeña barra del teatro pero en pleno mes de Agosto no resulta de recibo
Ya saben, si están por los madriles y quieren echarse unas risas pásense por la sala Alfil. Eso sí, procuren no sentarse en las primeras filas no vayan a llevarse un tartazo.