Como parece que poco a poco
se va publicando la obra del francés Émile Bravo en España, no estaría de más que alguna
editorial se acordara que todavía queda la muy recomendable trilogía de “Las
verdaderas aventuras de Alexix Strogonov” inédita. Editados por Dargaud entre
1993 y 1998, los tres álbumes que componen la serie –“Bielo”, “Kino” y
“Tamo”- fueron recopilados en un integral, por lo que no parece que haya razón para que este estupenda
BD de aventuras en las que con implacable ironía Régnaud y Bravo satirizan la Europa de la primera mitad del siglo XX a través de las
andanzas del protagonista de la historia, el trotamundo Alexis Strogonov,
continúe siendo una desconocida para los aficionados españoles.
De este modo, en el primer
álbum de la serie, “Bielo”, Alexix y su hermano Oleg son dos idealistas
revolucionarios enviados a instaurar un soviet en un pueblo perdido de
Bielorrusia en el que todavía se esconden los rusos blancos; en el segundo
álbum, ”Kino”, Strogonov exiliado en Berlín se incorporarán a la incipiente
industria cinematográfica de la Alemania perdedora de la I Guerra Mundial
en la que se larva el resentimiento del que nacerá el nazismo; y en la tercera
entrega, “Tamo”, Alexis acaba haciéndose
cargo de la custodia de una joven hija de un líder nacionalista tras sufrir un
atentado en el polvorín de los Balcanes donde se está gestando una nueva guerra
civil.
El guionista Jean Régnaud
abarca usando como vehículo y excusa las
andanzas aventureras del idealista Alexis Strogonov – una especie de Tintin
ruso- el complejo contexto histórico europeo de las tres primeras décadas del
siglo XX denunciando con inteligencia, humor y finura el absurdo de los
totalitarismo y la arbitrariedad de los poderosos. Régnaud construye un
conjunto de historias intensas y emotivas que se disfrutan de principio a fin,
perfectamente contextualizadas y documentadas para acercarse desde un
planteamiento desmitificador a la aventura en la estela de clásicos como
“Spirou” o “Tintin” a los que Régnaud y Bravo no dudan en incorporar una
importante carga crítica hacia los acontecimientos que gestaron los principales
conflictos bélicos europeos del siglo pasado.
Si el guión de Régnaud es
eficaz y se lee con agrado, los tebeos brillan especialmente en la parte
gráfica donde Émile Bravo realiza una estupenda labor con un estilo tributario
de la línea clara, heredero de los Herge y Franquin, autores de los que, como
ya demostrara en el excelente “Diario de un ingenuo” es un gran conocedor.
En fin, es una auténtica
pena que “Las verdaderas aventuras de Alexix Strogonov” continúen inéditas en
España, habiéndose publicado algunos títulos europeos de menor calidad. Ojalá editoriales
como Ponent Mon, Norma, Dibbuks o Planeta tomen nota de este título y se animen a apostar por una serie
en el que la diversión y la reflexión se unen en una invencible combinación.