Se habla y se comenta mucho
en los cenáculos esos de los que entienden de la necesidad de ganar a los niños
–y a los mayores, añadiría yo- con cómics “para todos los públicos” y que
gusten a un público lector de 3 a 99 años. Y me parece una pena que no miremos a nuestro
alrededor y no se ensalce más a los autores que sin teorizar han realizado tebeos de esas características que se vienen publicando exitosamente desde hace décadas, como es el caso del bueno de Stan Sakai y su “Usagi
Yojimbo”, de la que Planeta acaba de publicar el 27ª recopilatorio que recoge los números 124 a 131.
Estas aventuras giran en torno
a la presencia de Usagi en Infierno, una ciudad sin ley ni orden donde dos
jefes mafiosos pugnan por el control. Usagi se encontrará con el temible Kato, cada
uno enrolado en un bando diferente, pero cuando ambos ronin son engañados unirán sus
fuerzas para restablecer el orden en la ciudad y limpiarla completamente de
granujas. Además, Usagi en su vagabundeo por el Japón del siglo XVI se las verá
con un espíritu caníbal y ayudará a otro ronin a cumplir con la última misión
que le encomendó su señor antes de morir.
Stan Sakai siempre cumple y
una vez nos ofrece una estupenda lectura evasiva accesible a cualquier lector en la que demuestra su dominio de los secretos de la narración gráfica y la
construcción de la historia de tal modo que cualquiera de sus libros sea disfrutable
tanto por los que siguen las andanzas de su conejo samurai desde antiguo como
por aquellos que se suben al carro esporádicamente.
Este tomo, en concreto, gira en torno a
la trama centrada en la ciudad de Infierno con un argumento que toma como punto
de partida el “Yojimbo” de Akira Kurosawa, una de las grandes influencias del
autor, pero además Sakai dosifica la acción insertando entre medias nuevas
andanzas del protagonista en las que coquetea abiertamente con el terror y la
comedia demostrando su cuidada documentación y profundo conocimiento del rico folklore japonés con la introducción de los nukekubi.
A lo largo de los años,
Sakai ha ido puliendo su estilo de dibujo para sin perder en detallismo
volverse cada vez más efectivo y dinámico con lo que las historias se
desarrollan con una coherencia y aparente sencillez formal que esconde el
esmero que pone Sakai en su construcción.
En fin, Stan Sakai, poco
amigo de las estridencias y la mercadotecnia, es sin ningún género de dudas uno
de los mejores autores y narradores en viñetas capaz a través de sus creaciones
de llegar a un público diverso y popular que no puede más que rendirse y seguir fielmente su buen hacer.
Estos días que Sakai lo está pasando mal no hay mejor apoyo que hacerse con sus obras
y leerle. Difícilmente defraudará.