Esperada segunda entrega de la licencia
cinematográfica de “Thor”, a la estela de la
recomendable primera entrega de la que ya escribí por aquí, manteniendo el reparto que tan buen nivel mostrara
en la primera entrega con la salvedad del cambio de director pues al inspirado
Kenneth Branagh le ha sustituido el mediocre Alan Taylor, un director bregado en
las series de televisión pero con un bagaje bastante corto en el cine
La paz reina en los Nueves
Reinos donde Thor anda reparando los entuertos causados por su hermanastro Loki
quién está confinado en una mazmorra de
Asgard, mientras su enamorada Jane
Foster languidece en la Tierra. Sin embargo, la tranquilidad se rompe cuando Jane es poseída por el Ether,
un arma arcana de los antiguos enemigos de los asgardianos, los otrora
poderosos elfos oscuros, derrotados hace eones y desterrados de la existencia
por Bor, el abuelo de Thor. Sin embargo, próxima la Alineación planetaria que permitirá el renacimiento de los
elfos oscuros su señor, Malekith, y sus huestes intentarán raptar a Jane para
recuperar el poder del Ether aunque para lograrlo deban verse las caras con la
circunstancial alianza de Thor y Loki.
A diferencia de la primera
entrega, no se han escatimando en medios para intentar que la secuela cinematográfica de “Thor”
estuviese al menos a la altura de la primera entrega. Y se puede
considerar, que en algunos aspectos se ha logrado e incluso superado el objetivo ya que
estamos ante una película que no escatima en espectacularidad ni gastos en efectos especiales (ahonda incluso más en las esencias fantásticas del personaje pasando las localizaciones urbanas a un segundo plano); cuenta con
un argumento muy adecuado al personaje que perfectamente podrían haber firmado los Lee, Thomas o Simonson;
y un grupo de actores, que deja constancia del buen ojo de los encargados de su selección familiarizados ya con sus personajes porque en su mayor parte repiten lo que debería garantizar mejores interpretaciones .
Y sin embargo, a mí la
película no me ha acabado de convencer, sobre todo como consecuencia de la
dubitativa e impersonal dirección de un Alan Taylor no aguanta la comparación con un
Branagh que, a veces discutiblemente, le daba una impronta personal a su Thor y lo hacía más interesante. Y es que el impersonal Thor de Taylor es demasiado ambiguo y tributario de otras franquicias cinematográficas y unon por momentos no sabía muy bien si estaba viendo
un refrito malo de la primera entrega, la trilogía del Señor de los Anillos de Peter Jackson o el
“Hellboy y el Reino Dorado” de Guillermo del Toro. A partir de adaptar premisas
ya trilladas, Taylor incluye la retahíla típica de toda adaptación marvelita
que se precie, con sus cameos, continuarás (dos) y referencias que tanto pirran
al fandom, pero dejando, al menos a mí, con el regusto que otro director con un poco más de
empaque podría haber dado otro aire menos artificioso y una mayor trabazón al
conjunto, perdiéndose la oportunidad de realizar una gloriosa adaptación del "Thor" de los cómics al cine porque historia había para ello. Por otro lado, no toda la responsabilidad sería del director ya que el reparto que en su mayoría
repite no realiza interpretaciones a la altura de mis expectativas, salvo quizás el protagonista Chris Hemsworth y sus interpretaciones distan de resultar
especialmente brillantes limitándose a cubrir el expediente con profesionalidad pero sin creerse demasiado ni disfrutar de lo que hacen.
En fin, “Thor: El Mundo
Oscuro” hará las delicias de los seguidores de las franquicias marvelitas, que
tendrán una buena dosis de soma de una fórmula plenamente consolidada y que sigue funcionando estupendamente dando buenos réditos en taquilla pero el espectador más avisado y que busque algo
más que mero entretenimiento atisbará bajo tanto artificio los costurones que en una buena historia deja una puesta
sin demasiada brillantez, originalidad ni energía. Ojala que las próximas
entregas de la saga sean más redondas.