La sensación principal que me ha dejado la lectura de "Pierre", la primera parte de “Ken Games”, la serie que supone su puesta de largo por todo lo alto de José Robledo y Marcial Toledano más allá de los Pirineos es de frustración. Y es que tras plantear con mimo y detalle una historia que es una reflexión sobre la mentira y que, en este primer álbum se centra en la caracterización de los personajes y el planteamiento de las tramas, queda claro que se ha acabado el álbum sin entrar en el meollo de del asunto y es que los autores, como buenos tahúres, tras repartir sus cartas nos la han jugado y se han quedado con todos los triunfos, dejando sin restpuesta los numerosos misterios planteados a lo largo de este primer acto. Les cuento.
“Pierre” es lbásicamente a historia de una amistad. La que une a Pierre y T.J, dos amigos que se conocieron durante sus estudios en la facultad de matemáticas y que, posteriormente, han emprendido exitosas vidas profesionales en la docencia y la banca, sin renunciar por ello a quedar de vez en cuando junto a Anne, la preciosa y dulce novia de T.J.. Hasta aquí, todo normal, sin embargo ninguno de los tres amigos dice la verdad y tras el velo de normalidad y triunfo aparente que se esfuerzan en transmitirse se encuentran inmersos en sus particulares y oscuros laberintos de mentiras que justifican en, más de un caso, más que dudosas ocupaciones reales.
Es de agradecer álbumes como este en el que los autores derrochan inteligencia, talento y ganas para ofrecer una historia que en ningún momento es lo que parece y se esfuerza en incomodar al lector acostumbrado a las previsibles reglas de los géneros. Y es que el tema central de esta serie es la mentira y los subterfugio en todas sus formas en una reflexión latente que envuelve toda la lectura del álbum y que alcanza su máxima expresión en el desarrollo de la historia que aparentemente Robledo nos presenta como un original “slice of life” sobre un matemático metido a boxeador y que sólo conforme avanzamos la lectura va descubriendo su verdadero rostro, el de un “thriller” opresivo y psicológico ambientado en esos submundos de garitos, buscavidas, hampones y mafiosos que tanto nos hacen disfrutar a aquellos que, salvo en la lectura, nos mantenemos ajenos a ellos. Y es que “Ken Games” tiene alma de thriller psicológico pero sus autores con acierto dan a la historia, a la que no le falta ninguno de los elementos tradicionales –sin privarse por ello de los homenajes y las referencias cinematográficas más o menos explícitas desde a clásicos como “El Buscavidas” a títulos más modernos centrados también en el mundo de los buscavidas y el póquer como “Lock&Stock” y, sobre todo, “Rounders”- un aire novedoso y una voz propia que le sitúa por encima de otras propuestas más tópicas.
Precisamente, ese interés por buscar la originalidad y no resultar previsibles para el lector se hace extensivo al apartado gráfico en el que los autores y, en particular, un brillante Marcial Toledano, no escatiman esfuerzos para adecuar un dibujo preciosista y detallista en el que se perciben ciertas influencias del manga japonés a la historia planteada. Toledano ha asimilado algunos de los mejores recursos del cómic japonés para mantener la atención del lector y los ha adecuado sin ningún prejuicio y con toda naturalidad a la rígida y anquilosada estructura del álbum europeo para ganar espacio a la caracterización de los personajes, a las secuencias de acción y a la complejidad de la trama, un espacio que es estupendamente aprovechado por Toledano para lucirse en magníficas secuencias mudas en la que su dibujo lleva el peso de la narración y carga de crudeza y dramatismo a la historia, dándole un tono más duro y amargo. El álbum es rico en recursos propios del medio y es aconsejable una relectura del aficionado para demorarse en su análisis, pero los más evidentes son quizás los elegantes flashbacks en los que en una misma viñeta se nos describen el pasado sin abandonar por ello el hilo presente de la narración, el uso de las onomatopeyas y los escorzos para el tratamiento de la tensión o la deformación de las viñetas para reflejar la violencia y dinamismo de los combates pugilísticos. Es destacable también, el suave y premeditado uso de una paleta de suaves colores que junto al dibujo amable, naif, de Toledano contrastan con la sordidez de los ambientes en los que se desarrolla la mayor parte de la historia.
En fin, “Pierre” nos presenta un equipo artístico maduro y llamado a hacer grandes cosas si les dejan en el mundo del cómic. Se trata de un cómic inteligente y entretenido pero que, como un ligue de una noche que te abandona en la boca del Metro, nos escamotea lo mejor. No se preocupen, por suerte, los autores nos han dejado el número de teléfono y la promesa de que las dos próximas citas serán mejores incluso que esta. Les tomo la palabra y yo no me las pienso perder. Luego se lo cuento. La edición de Diábolo pulcra y correcta en la buena línea de esta editorial.
“Pierre” es lbásicamente a historia de una amistad. La que une a Pierre y T.J, dos amigos que se conocieron durante sus estudios en la facultad de matemáticas y que, posteriormente, han emprendido exitosas vidas profesionales en la docencia y la banca, sin renunciar por ello a quedar de vez en cuando junto a Anne, la preciosa y dulce novia de T.J.. Hasta aquí, todo normal, sin embargo ninguno de los tres amigos dice la verdad y tras el velo de normalidad y triunfo aparente que se esfuerzan en transmitirse se encuentran inmersos en sus particulares y oscuros laberintos de mentiras que justifican en, más de un caso, más que dudosas ocupaciones reales.
Es de agradecer álbumes como este en el que los autores derrochan inteligencia, talento y ganas para ofrecer una historia que en ningún momento es lo que parece y se esfuerza en incomodar al lector acostumbrado a las previsibles reglas de los géneros. Y es que el tema central de esta serie es la mentira y los subterfugio en todas sus formas en una reflexión latente que envuelve toda la lectura del álbum y que alcanza su máxima expresión en el desarrollo de la historia que aparentemente Robledo nos presenta como un original “slice of life” sobre un matemático metido a boxeador y que sólo conforme avanzamos la lectura va descubriendo su verdadero rostro, el de un “thriller” opresivo y psicológico ambientado en esos submundos de garitos, buscavidas, hampones y mafiosos que tanto nos hacen disfrutar a aquellos que, salvo en la lectura, nos mantenemos ajenos a ellos. Y es que “Ken Games” tiene alma de thriller psicológico pero sus autores con acierto dan a la historia, a la que no le falta ninguno de los elementos tradicionales –sin privarse por ello de los homenajes y las referencias cinematográficas más o menos explícitas desde a clásicos como “El Buscavidas” a títulos más modernos centrados también en el mundo de los buscavidas y el póquer como “Lock&Stock” y, sobre todo, “Rounders”- un aire novedoso y una voz propia que le sitúa por encima de otras propuestas más tópicas.
Precisamente, ese interés por buscar la originalidad y no resultar previsibles para el lector se hace extensivo al apartado gráfico en el que los autores y, en particular, un brillante Marcial Toledano, no escatiman esfuerzos para adecuar un dibujo preciosista y detallista en el que se perciben ciertas influencias del manga japonés a la historia planteada. Toledano ha asimilado algunos de los mejores recursos del cómic japonés para mantener la atención del lector y los ha adecuado sin ningún prejuicio y con toda naturalidad a la rígida y anquilosada estructura del álbum europeo para ganar espacio a la caracterización de los personajes, a las secuencias de acción y a la complejidad de la trama, un espacio que es estupendamente aprovechado por Toledano para lucirse en magníficas secuencias mudas en la que su dibujo lleva el peso de la narración y carga de crudeza y dramatismo a la historia, dándole un tono más duro y amargo. El álbum es rico en recursos propios del medio y es aconsejable una relectura del aficionado para demorarse en su análisis, pero los más evidentes son quizás los elegantes flashbacks en los que en una misma viñeta se nos describen el pasado sin abandonar por ello el hilo presente de la narración, el uso de las onomatopeyas y los escorzos para el tratamiento de la tensión o la deformación de las viñetas para reflejar la violencia y dinamismo de los combates pugilísticos. Es destacable también, el suave y premeditado uso de una paleta de suaves colores que junto al dibujo amable, naif, de Toledano contrastan con la sordidez de los ambientes en los que se desarrolla la mayor parte de la historia.
En fin, “Pierre” nos presenta un equipo artístico maduro y llamado a hacer grandes cosas si les dejan en el mundo del cómic. Se trata de un cómic inteligente y entretenido pero que, como un ligue de una noche que te abandona en la boca del Metro, nos escamotea lo mejor. No se preocupen, por suerte, los autores nos han dejado el número de teléfono y la promesa de que las dos próximas citas serán mejores incluso que esta. Les tomo la palabra y yo no me las pienso perder. Luego se lo cuento. La edición de Diábolo pulcra y correcta en la buena línea de esta editorial.
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