Otro de los tebeos noventeros marvelitas repasados estas vacaciones gracias a su reedición en la Colección Extra Superheroes de Panini, ha sido “Siempre Vengadores: La Guerra del destino”, obra de Kurt Busiek y Carlos Pacheco. Si “Tierra X” ya dije que se me hizo durito, “Siempre Vengadores” me lo ventilé en un suspiro y me dejó con una sonrisa en la cara que me duró una semana. ¿Por qué dos tebeos publicados más o menos en la misma época y que comparten algunas premisas argumentales parecidas pueden causar dos reacciones tan antagónicas? Fácil, el matiz principal para mí está en el tratamiento. Donde “Tierra X” es un tebeo pesimista, hueco y pretencioso que pretende señalar el ocaso de los superhéroes remarcando sus inseguridades y cuyo éxito estriba, en mi opinión, en que su publicación está próxima a uno de los momentos más precarios en la historia del género, “Siempre Vengadores: La guerra del destino” es una reivindicación optimista y sin complejos de los tebeos de superhéroes de la Silver Age que mantiene la esencia de lo que siempre fueron “Los Vengadores” y nunca deberían dejar de ser.
Cuando el villano Inmortus intenta asesinar a Rick Jones, poseedor de una misteriosa energía que le está matando pero podría convertirle en el ser más poderoso del Universo, este convoca a través del tiempo y el espacio un variopinto grupo de Vengadores tomados de distintos momentos de la historia del grupo para que luchen a su lado. En la Odisea vengadora que se desarrolla a lo largo de todo el torrente temporal, los Vengadores irán descubriendo que de los complejos planes de Inmortus pende el destino de la especie humana y en su enfrentamiento encontrarán aliados tan poco fiables como la Inteligencia Suprema kree, Libra o Kang, el Conquistador, una versión joven y salvaje del propio Inmortus.
Como casi todos los tebeos de superhéroes, “Siempre Vengadores” es una historia que constantemente oscila por irse por el sumidero del absurdo y, sin embargo, una y otra vez se salva con una nueva y más arriesgada huida hacia delante, gracias al profundo conocimiento que Kurt Busiek demuestra de los personajes que maneja, de sus historias individuales o como miembros de “Los Vengadores” y de la evolución de sus respectivas personalidades, pero sobre todo, de los recursos, los ritmos y los modos aprendidos en la construcción de las historias de los guionistas que a lo largo de las décadas anteriores hicieron grande al grupo de los héroes más poderosos de la Tierra que reinterpreta con un dominio y maestría propios del que quizás sea el último gran maestro de este modo de entender el cómic de superheroes.
En ese sentido se puede considerar la historia el summum de su aprendizaje a lo largo de años y años de lecturas continuadas durante la Edad Dorada de los cómics Mavel, pero Busiek –y Pacheco que también parece tuvo su aquél en la elaboración de la historia- no se limita a gestionar con oficio una mera trama melancólica y evocadora a base de flashbacks de los viejos buenos tiempos sino que optó por crear algo nuevo y original a partir de los elementos que estaban plantados esperando que alguien los reinterpretara, regalando a los resabiados, desengañados y hastiados marvelitas de los finales de los noventa una nueva porción viva y vibrante de esos buenos y viejos tiempos añorados mediante una historia que a la que no podían ponerle ninguna objeción y que directamente conectaba con el espíritu de las que los Lee y Kirby, los Buscema y Thomas, ofrecieron mes a mes durante años y sobre las que se forjó todo lo que habría por llegar posteriormente.
A pesar de sus innegables cualidades, “Siempre Vengadores” no es un tebeo a recomendar al chaval que quiere probar con eso de los cómics tras ver la película de Whedom. Es una historia compleja y referencial que se aprecia en su justa medida cuanto mayor es el bagaje de lecturas previas sobre los personajes que la protagonizan y las historias a las que incluye guiños y referencias se tienen, por lo que a un lector novel quizás puede llegar a apabullar con sus paradojas y piruetas, dotada de una lógica interna –o una ausencia de la misma- solo entendible por aquellos que han mamado muchos tebeos previos. “Siempre Vengadores”, como los buenos vinos, ha de catarse tras haber educado el gusto con otros muchos cómics previos.
En el aspecto gráfico, Carlos Pachecho, bellamente entintado por Jesús Merino, realiza uno de sus mejores trabajos dotando a la enorme historia de Busiek de toda la espectacularidad y grandeza que precisaba y, no contento con ello, potenciándola al máximo gracias a sus documentadas versiones de los personajes clásicos sino a los coherentes rediseños que introduce y que resultan lógicos y asumibles para los lectores veteranos. Pero, además, Pacheco hace suya la trama para narrar con lógica, claridad y pulcritud la compleja historia repleta de saltos temporales y multitud de personajes ideada junto a Busiek con el que forma uno de los mejores equipos que ha dado la industría.
En definitiva, “Siempre Vengadores” es por derecho propio una de las mejores historias de “Los Vengadores” de todos los tiempos aun cuando originalmente se publicase fuera de la serie regular como maxiserie de doce números. Un tebeo que para mí supone el canto del cisne de un modo épico, grandioso y espectacular de entender el género de superhéroes que no ha encontrado dentro de Marvel continuidad. Y es que, aunque sea un tópico, ya no se hacen tebeos así y así nos va.