“Koolau, el leproso”, publicada por primera vez en 1979 seriada en tres partes en la revista “Tótem” funciona perfectamente como álbum unitario tal y como la ha recuperado Glénat y en ella Giménez adapta un relato de Jack London, para explicar el enfrentamiento de un indio kanako, Koolau, contra los policías primero y los soldados después que pretenden trasladar a su mermada tribu diezmada por la lepra a una leprosería abandonando las cumbres en las que se han refugiado huyendo de la invasión de sus tierras por los colonos.
“Koolau, el leproso” trasciende su carácter de adaptación y mera obra de entretenimiento para convertirse en uno de los mejores cómics de Carlos Giménez, desplegando un abanico de recursos narrativos que ya quisieran para sí muchos de sus críticos para trasladar al lector al tiempo tanto el dinamismo de la acción en los constantes enfrentamientos que el indio Koolau mantiene con los soldados como el dramatismo estéril pero lleno de dignidad que encierra su pírrica victoria.
Giménez es a estas alturas un autor completo que a través de variaciones de su estilo es capaz de caracterizar los distintos niveles la historia. Así frente a la representación pronunciadamente feísta de los decadentes indios leprosos en que se mezclan los estragos de la enfermedad con sus tatuajes con un matiz expresionista contrapone los flashbacks del pasado del protagonista en la que este evoca su niñez y juventud en los que su estilo se vuelve preciosista, difuso y limpio para representar un recuerdo idealizado. Del mismo modo, ocurre con la caracterización y representación de los soldados y policías que aparecen claramente dibujados, nítidos y limpios en su carácter de hombres civilizados atribulados en el cumplimiento de una misión por la que realmente no sienten ningún interés.
“Koolau, el leproso” es una auténtica obra maestra –sí me mojo - de Carlos Giménez y su análisis y estudio debería ser de estudio obligatorio para todos aquellos que quieran contar historias a través de viñetas pero, además, es una adaptación y un cómic de entretenimiento que sin traicionar la esencia del original se enriquece con la interpretación humanista y pesimista que el autor sabe incorporar en cada una de sus viñetas para mantener hipnotizado al lector de principio a fin. Un cómic imprescindible.