¿Os imagináis que a David Cronenberg le diese por dirigir la continuación de “Dentro del Laberinto”? Pues una cosa así pensé yo cuando terminé el otro día de leer la última obra de Grant Morrison, “Joe, El Bárbaro”, una miniserie de ocho números del sello Vertigo que Planeta acaba de publicar en un tomo bastante apañado.
“Joe, El Bárbaro” parte de una premisa interesante: Joe, un adolescente introvertido y diabético, que acaba de perder a su padre militar y cuya madre está a punto de perder la casa en la que viven, sufre un shock hipoglucémico estando solo en su casa el día en que una tormenta ha causado un apagón. Oscilando entre la realidad y las fantasías que le provoca la bajada de azúcar, Joe se convierte en el único capaz de salvar los dos mundos que conviven en su casa.
Grant Morrison se adentra en los terrenos de la fantasía con un tebeo "para todos los públicos" rico en referentes pero romo de la mordiente que generalmente le caracteriza y que tanto nos gusta a sus admiradores. Y es que uno que conoció más o menos a la edad del personaje protagonista de este cómic –y, por extensión, del público potencial al que se supone va dirigido- el trabajo de Morrison en tebeos como la “Doom Patrol” no entiende muy bien la necesidad de ofrecer historias tan edulcoradas a la muchachada. Será el signo de los tiempos.
No se puede negar que sea un tebeo de su autor en la que este deja impronta de su obsesión por las realidades paralelas y las múltiples referencias populares pero esta vez todo el entramado está encauzado hacia el fantástico más superficial ya que es el que maneja un chaval de trece o catorce años como el protagonista mientras que la parte de la historia que se desarrolla en el mundo real y presuntamente debería atraer al lector más maduro le sobra quizás melodrama y le falta algo de profundidad (aunque, a medio camino entre los dos mundos, sí que resulta interesante identificar las fantasías que desarrolla el inconsciente traumatizado del chaval protagonista). Morrison se maneja bastante bien en el desarrollo de la trama y las transiciones entre los dos planos pero habituados al cripticismo y lo complejo de sus propuestas, “Joe, el bárbaro” se les antojará a los fieles del escocés que alucinaron con “El Asco”, “Kid Eternity” o “Los Invisibles” un subproducto light, excesivamente sencillo y, sobre todo, abjurarán del “happy end” final.
El aspecto gráfico corre por cuenta de Sean Murphy, un dibujante interesante que ha hecho algunas cosillas para “Hellblazer”. Murphy se beneficia de la colaboración con el colorista Dave Stewart que da profundidad y matices a la facilidad con que Murphy muestra los tópicos estereotipados que maneja Morrison en la obra y, aunque, no sea un narrador excepcional creo que habrá que estar atento a sus próximos trabajos.
En definitiva, “Joe, el bárbaro” es un entretenido (sobre todo si se es aficionado al género fantástico) trabajo menor de Morrison del que probablemente sacarán pingües beneficios autor y editorial si, como es fácilmente previsible, logran vender los derechos para una adaptación cinematográfica para la que parece estar predestinado. Como decía más arriba, el signo de los tiempos.
“Joe, El Bárbaro” parte de una premisa interesante: Joe, un adolescente introvertido y diabético, que acaba de perder a su padre militar y cuya madre está a punto de perder la casa en la que viven, sufre un shock hipoglucémico estando solo en su casa el día en que una tormenta ha causado un apagón. Oscilando entre la realidad y las fantasías que le provoca la bajada de azúcar, Joe se convierte en el único capaz de salvar los dos mundos que conviven en su casa.
Grant Morrison se adentra en los terrenos de la fantasía con un tebeo "para todos los públicos" rico en referentes pero romo de la mordiente que generalmente le caracteriza y que tanto nos gusta a sus admiradores. Y es que uno que conoció más o menos a la edad del personaje protagonista de este cómic –y, por extensión, del público potencial al que se supone va dirigido- el trabajo de Morrison en tebeos como la “Doom Patrol” no entiende muy bien la necesidad de ofrecer historias tan edulcoradas a la muchachada. Será el signo de los tiempos.
No se puede negar que sea un tebeo de su autor en la que este deja impronta de su obsesión por las realidades paralelas y las múltiples referencias populares pero esta vez todo el entramado está encauzado hacia el fantástico más superficial ya que es el que maneja un chaval de trece o catorce años como el protagonista mientras que la parte de la historia que se desarrolla en el mundo real y presuntamente debería atraer al lector más maduro le sobra quizás melodrama y le falta algo de profundidad (aunque, a medio camino entre los dos mundos, sí que resulta interesante identificar las fantasías que desarrolla el inconsciente traumatizado del chaval protagonista). Morrison se maneja bastante bien en el desarrollo de la trama y las transiciones entre los dos planos pero habituados al cripticismo y lo complejo de sus propuestas, “Joe, el bárbaro” se les antojará a los fieles del escocés que alucinaron con “El Asco”, “Kid Eternity” o “Los Invisibles” un subproducto light, excesivamente sencillo y, sobre todo, abjurarán del “happy end” final.
El aspecto gráfico corre por cuenta de Sean Murphy, un dibujante interesante que ha hecho algunas cosillas para “Hellblazer”. Murphy se beneficia de la colaboración con el colorista Dave Stewart que da profundidad y matices a la facilidad con que Murphy muestra los tópicos estereotipados que maneja Morrison en la obra y, aunque, no sea un narrador excepcional creo que habrá que estar atento a sus próximos trabajos.
En definitiva, “Joe, el bárbaro” es un entretenido (sobre todo si se es aficionado al género fantástico) trabajo menor de Morrison del que probablemente sacarán pingües beneficios autor y editorial si, como es fácilmente previsible, logran vender los derechos para una adaptación cinematográfica para la que parece estar predestinado. Como decía más arriba, el signo de los tiempos.