miércoles, 19 de marzo de 2008

“Promethea 3” de Alan Moore y J.H. Williams 3

Demasiado tiempo llevaba sepultado el tercer recopilatorio de “Promethea” que Norma Editorial va recuperando, sin prisa pero sin pausa, en mi mesa de lecturas pendientes. ¿Qué les puedo contar sobre esta gran obra que ya no haya glosado en entradas anteriores? Muy poca cosa, salvo que el maestro de Northampton sigue dando lecciones de erudición sobre como escribir cómics en esta nueva entrega de la que para mí es una de sus obras más personales y menos reconocidas.

A un lector de cómics veterano, por muy bueno que sea un autor llega un momento al que le resulta muy difícil sorprenderle. Sin embargo, en “Promethea” la manida expresión “una sorpresa a cada vuelta de página” debe entenderse en toda su literalidad porque las composiciones de página y cabriolas que exige la hiperrimaginativa y diabólica mente de Alan Moore al bueno de J.H. Williams ("Desolation Jones"), no creo que tengan parangón en la historia del medio.

En este nuevo tomo, que engloba los números 13 a 18 de la edición norteamericana, Sophie Bangs, la nueva encarnación de Promethea, decide viajar a los Reinos Superiores para ayudar a su amiga Barbara a reunirse con su marido en un viaje del que es posible que no pueda regresar. Sin embargo, para no dejar la existencia terrenal desprotegida, Sophie convencerá a su amiga, la frívola Stacia, para que se funda con Grace, una de las más aguerridas encarnaciones de Promethea, y del resultado de esta unión es posible que Malkuth – la existencia terrenal- no sobreviva.

La Cábala hebrea, la magia, lo onírico, la símbología freudiana y las religiones comparadas son sólo algunas de las referencias exploradas y maleadas en el viaje iniciático al que Moore somete a la joven Promethea y a sus lectores por su Imaginación. Viaje que no puede dejar de recordar “La Divina Comedia” de Dante Allighieri. Al igual que el genio italiano en su descenso por los círculos del Infierno, la protagonista de Moore irá encontrándose en su ascenso por las shephira con distintos personajes históricos, mitológicos, literarios y divinos, que irán adoctrinándola sobre la esencia del mundo y la magia en una lectura hipnotizante y compleja que subvierte y amplía a límites insospechados lo que es un cómic, en teoría pero sólo en teoría, de superhéroes. Sin embargo, que nadie se asuste, aunque disponer de conocimientos sobre todos los conceptos que maneja el británico enriquece la lectura no es necesario disponer de ellos para pasar un rato entretenido disfrutando de las aventuras de “Promethea”.

Moore junto a Williams explota todas las potencialidades del medio y cada página se convierte en un elemento estudiado al milímetro para desde su propia coherencia interna enriquecer un todo mucho más vasto y sorprendente.

Ya saben, si no saben que hacer en Semana Santa, una buena opción es hacerse si tienen oportunidad con esta excelente obra. No les dejará indiferentes.

Más sobre “Promethea” en El lector impaciente aquí y aquí.

Arthur C. Clarke (1917-2008)

Sin reponerme de la sorpresa por la muerte de Anthony Minghella me entero esta mañana de la muerte de uno de los padres de la CIENCIA-FICCIÓN con mayúsculas, un auténtico visionario y divulgador científico, que ha vivido para ver como algunas de sus ideas se hacían realidad en la práctica: Arthur C. Clarke.

Clarke se hizo popular a partir de la adaptación por Staley Kubrick de su cuento “El Centinela” en la magistral “2001: Una odisea en el espacio”, éxito que le llevó a desarrollar una de las sagas de ciencia ficción más importantes del género, Odisea Espacial, compuesta por cuatro novelas (“2001: Una Odisea en el espaciol”, “2010: Odisea dos”, “2061: Odisea tres” y “3001: Odisea Final”) en la que, junto a la minuciosidad en la descripción científica, filosofaba acerca de la condición del hombre en el Universo. Asimismo, entre su amplia producción, destaca “Cita con Rama”, que también propició varias continuaciones.

Clarke contaba con una amplía formación científica y participó en la II Guerra Mundial en la RAF, convirtiéndose en una figura popular más allá de los círculos de los aficionados a la scifi y en uno de los principales difusores de la llamada Era Espacial durante los años sesenta del pasado siglo al tiempo que veía como alguna de sus propuestas teóricas, como los satélites geoestacionarios, se convertían en realidad.

Clarke ganó los principales premios literarios en el Campo de la Ciencia Ficción, como el Nébula (2 veces) y el Locus.

Probablemente, la Ciencia-Ficción dura (Hard Scifi) desaparece con él.

D.E.P.