A través de esta reivindicativa entrada en el siempre interesante Tebeobien llegó a esta pequeña obra maestra en cuatro páginas de Alex Toth y Bob Haney. Sobran las palabras.
Fuente: Dial B for Blog.
jueves, 17 de marzo de 2011
“Vertigo Voices: Egipto”, de Peter Milligan, Glynn Dillon y Roberto Corona.
Nueva entrega de la ecléctica serie Vertigo Voices en la que Planeta recupera material publicado a lo largo de los años en Vertigo realizado por alguno de los autores referentes del sello. En esta ocasión, se ha recopilado “Egipto”, miniserie de siete números realizada por el británico Peter Milligan poco después de concluir la exitosa "Shade, El Hombre Cambiante", que, curiosamente, había permanecido inédita en España hasta ahora.
Vincent Me es un tipo cínico y descreído que malvive en Nueva York sacando el dinero a sus novias y amigos. Cuando un grupo de pijos le recluta para participar en un extraño ritual a cambio de un polvo y unas perras lo que menos puede esperar es verse reencarnado en el Antiguo y Misterioso Egipto en el que el culto a los muertos y la inmortalidad son el eje de la sociedad. El viejo Vincent, en su nuevo cuerpo, intentará adaptarse a sus nuevas circunstancias en un país y un tiempo ajeno, dominado por los sacerdotes y los dioses, en el que las clases desfavorecidas no tienen acceso a la inmortalidad y la vida humana vale poco. Vincent inicia un viaje alucinante que le cambiará completamente y en el que deberá hacer frente a sus propios traumas personales.
“Egipto” es un cómic-jeroglífico que, como tantas historias de Milligan, está repleta de buenas ideas que se pierden en una confusa plasmación que acaba trasladándose a un lector al que no le queda demasiado claro qué historia le quieren contar. Aunque, quizás, porque la intención de Milligan sea precisamente, en esta ocasión, la de elaborar un cómic tan hermético y misterioso como el país y el tiempo en que se ubica la obra, resultando, en este caso, una propuesta original, entretenida y curiosa que pone de manifiesto el interés del británico por las culturas antiguas, como refleja también en la más reciente “Greek Street”, aunque la ambigüedad de Milligan en cuanto a sus intenciones y el desarrollo lineal y tópico de la historia puede llegar a confundir al lector que solo busque una lectura evasiva e intrascendente y se pierda en el juego propuesto por el británico.
Milligan utiliza la mayor parte de los mitos del Antiguo Egipto - la muerte, la inmortalidad, los dioses, las momias, los escarabajos…- para construir una historia poliédrica, abierta a distintos significados y con un final abrupto que tampoco aclara demasiado respecto a sus intenciones aunque uno aventura, sin ser experto, que la historia de Vincent Me en el fondo busca emular el Viaje Místico sobre el que se asienta la antigua religión egipcia a través de su protagonista, un antipático, escéptico e iconoclasta británico con guiños a Constantine (recordad que es un cómic de mediados de los noventa) que se aleja de la habitual fascinación y misticismo con que se presentan el país de los Faraones, siendo quizás, precisamente, esa la intención última del autor: presentar una historia tan misteriosa y críptica como el mismo Egipto sin renunciar a la ironía en una sucesión de aventuras y situaciones delirantes de la que cada lector, cuan moderno Champollion, debe sacar sus propias conclusiones, siendo todas igualmente validas.
En el aspecto gráfico, el cómic se resiente. Ni Glyn Dillon, encargado de los primeros números, ni Roberto Corona, a cargo de los últimos, dan con la tecla para trasladar a viñetas la compleja y ambigua trama del británico. Tampoco son capaces de aprovechar las posibilidades de la historia para su lucimiento personal ya que el estilo de ambos, impersonal y plano, da homogeneidad a la historia pero resulta poco brillante y un tanto confuso ya que dibujan las caras de todos los personajes igual.
En definitiva, “Egipto” es un tebeo interesante, en el que Milligan mustra todas sus virtudes y defectos ofreciendo una perspectiva diferente y original del Antiguo Egipto que pueda despertar tantos odios como filias. En resumen, Milligan en estado puro.
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