Tras unos días de asueto para desconectar de los últimos coletazos de los fastos navideños y afrontar con energía un fin de semana cargado de celebraciones familiares vuelvo a la carga con mi última lectura, el multipremiado álbum de
Etienne Davodeau, “
La Mala Gente”.
“La mala gente” es un álbum a priori muy interesante, que sorprende por su estructura y atrae por su contenido realista. Lo que aparentemente Davodeau plantea de inicio como un reportaje a dos sindicalistas, Marie-Jo y Maurice, de la región de Mauges, una de las zonas más conservadoras y católicas de Francia, sobre su actividad sindical desde la posguerra mundial hasta la llegada de
Miterrand al Elíseo, adquiere un giro inesperado cuando descubrimos que los protagonistas son los padres del mismo Davodeau que lejos de ser un narrador ajeno a los hechos se muestra como un personaje más de la historia mostrando como la actividad de sus padres influyó en su infancia y adolescencia, solapando así los hechos históricos con su vida familiar y la gestación del cómic.
Quizás vaya contra la crítica más sesuda que elogió hasta la saciedad esta obra de
Ponent Mon pero a mí no me ha acabado de convencer del todo El álbum está bien estructurado introduciendo en los momentos justos las aportaciones personales del autor y sus padres para minorar la aridez de la historia centrada en la actividad sindical de los padres de Davodeau. Sin embargo, el intento de Davodeau de ser objetivo y frío le resta dramatismo a una historia que lo requiere para epatar a un lector ajeno a los acontecimientos que trata lo que convierte la obra por momentos en una historia bastante aburrida. En este sentido, Davodeau debería haber estudiado mejor la obra de
Joe Sacco (“
Diario de un derrotista”, “Gorazde, zona protegida”) o el “
Maus” de
Art Spiegelman que se me antojan los referentes más claros del tipo de álbum que se había planteado el autor. El ritmo pausado que es algo premeditadamente buscado por Davodeau para intentar transmitir en sus páginas el carácter moderado y militante de los protagonistas le resta fuerza a la historia que tampoco acaba de funcionar como relato intimista quedando en una peligrosa tierra de nadie que puede provocar más de un bostezo.
En el aspecto gráfico, Davodeau es un autor eficaz con un estilo que tiene claras reminiscencias de algunos grandes de la BD más social como
Baru (“
La autopista del Sol”) y, sobre todo,
Tardi, autores de cuya obra la de Davodeau se me antoja complementaria para conocer la historia de Francia durante la última mitad del siglo anterior.
En definitiva, una obra que sin dejar de ser interesante se me antoja excesivamente premiada si analizamos fríamente sus méritos. Interesante únicamente para los apasionados de la historia o la política pero quién busque una lectura ágil y entretenida que se abstenga porque en “La mala Gente” no encontrará ni una cosa ni la otra.