Si hay un dibujante de
cómics que ha sabido reflejar gráficamente el terror gótico en sus obras como
nadie ese ha sido Richard Corben. Consciente de ello, el guionista Jan Strnad
ha concebido en “Ragemoor”, miniserie de cuatro números editado en Estados
Unidos por Dark Horse y que acaba de publicar en España en un tomo unitario
Norma Editorial, una historia ideal para que el genio de Missouri se luzca y
exponga todo su talento y a fe mía que lo consigue.
Ragemoor es un castillo
ancestral, una mansión maldita que parece casi viva y a la que sus moradores, los
últimos miembros de la familia Ragemoor, se encuentran encadenados por lazos
más profundos que los de la tradición. Cuando a la mansión, llega un tío lejano
junto a su bella hija Anoria los espantos primigenios que habitan en Ragemoor
se aliarán para que nunca más puedan salir.
Strnad construye un
estupendo relato de terror clásico tan tributario de los cuentos de Edgard
Allan Poe de los que se pueden captar guiños evidentes a “La Caída de la
Casa Usher” o a poemas como Annabel Lee, Lenore o Ulalume, sobre todo en lo referente al
único personaje femenino de la obra Anoria, y una emulación evidente al
terror primigenio y abisal idado por Lovecraft y sobreexplotado en sus Mitos por
él y sus seguidores. De este modo, Strnad consigue su objetivo de no perder el paso de sus
mayores y desarrollar una correcta historia de terror referencial que transita por terrenos
familiares para todos los lectores aficionados al género de terror a las que en principio va dirigida que la encontrarán respetuosa al extremo de las convenciones
y maneras que esos pioneros establecieron.
Si "Ragemoor" es un tebeo destacable es sin duda por la presencia de Richard Corben quién desde antiguo ha
destacado por su capacidad para adaptar los clásicos del terror como pocos lo han conseguido. En “Ragemoor”
encuentra el vehículo ideal para su lucimiento en una historia que sitentiza todo lo
bueno demostrado en sus anteriores adaptaciones de las obras de Poe, Lovecraft o
Hodgson, ya que en estas historias de
terror primigenio parece sentirse
especialmente cómodo sin necesidad, todo hay que decirlo, de esforzarse
demasiado. En ese sentido, practicando
unos claroscuros densos y absorbentes, Corben construye la atmósfera adecuada
para trasladar, sin ahondar en grandes detalles más allá de escasos elementos
ornamentales propios del terror gótico –calaveras, cuadros, y esqueletos por
doquier-, la amenaza latente del castillo viviente.
Con su maestría habitual y
sin demasiado esfuerzo ni atención por los fondos en algunas ocasiones, con muy pocos elementos Corben
presenta una historia que va evolucionando en cada capítulo dejando patente su
calidad y oficio, a pesar que conforme la trama avanza se va volviendo menos detallista y
más esquemático aunque finalmente la historia queda perfectamente hilvanada y se
llega a una conclusión aceptable acorde con lo presentado en los capítulos anteriores.
“Ragemoor” hará las delicias de todos los aficionados al
terror clásico decimonónico y primigenio mostrado por un dibujante genial que
tira de oficio y sapiencia para satisfacer las expectativas mínimas que siempre se le
demandan. Y es que, ojalá por muchos años, Corben sigue siendo mucho Corben.