Atención los que estén
siguiendo, y los que no también, la reedición en tomos “Marvel Gold” de la
serie clásica de “Los Defensores” porque a partir de este cuarto tomo se inicia
una de las mejores etapas de la serie con el relevo de Len Wein por Steve
Gerber, quién logró una especial sintonía con un Sal Buscema. En este primer
tomo de Panini de la era Gerber en “Los Defensores” se recopilan los números 20 a 25 de la serie regular, más los Giant-Size 3 y 4 del grupo y
los números 5 y 6 de “Marvel Two-in-One”, un material clásico de primera en el
que se recogen dos hitos dentro de la historia del grupo como la del origen de
La Valkiria y la de los Hijos de la Serpiente.
Los Defensores por fin van a
descubrir muchos de los misterios ocultos tras el origen de su miembro
femenino, la escultural Valkiria, que les llevará a enfrentarse de nuevo a la
Encantadora y el Verdugo. Y es que en el pasado de su receptáculo corporal
Barbara Denton se oculta toda una vida ligada al Ocultismo y al Satanismo de la
que Val no es para nada consciente Tras participar en una mortal partida
cósmica con El Jugador, los Defensores volverán a la Tierra para detener a
Cabeza de Huevo y sufrir una primera derrota en la presentación del surrealista
grupo de los Hombres-Cabeza y se sumergirán de lleno en los disturbios
provocados por los Hijos de la Serpiente que bajo su discurso xenófobo esconden
oscuras conexiones con uno de sus miembros.
Steve Gerber pisa el
acelerador en la serie y nos ofrece sin apenas tiempo para recuperar el
resuello dos arcos fundamentales en la historia de Los Defensores en los que
deja constancia de la originalidad de sus argumentos en los que introduce la
acción desenfrenada, los sorprendentes giros argumentales, la crítica social y
un marcado sentido del humor en clara contraposición a la épica que predicaban
los Thomas y Lee clásicos. Gerber convierte en estos números en “Los
Defensores” en una de las mejores series que se estaban publicando en Marvel y
aprovecha como pocos el concepto de Nogrupo de Los Defensores incorporando
nuevos miembros “accidentales” en estas páginas de la talla de La Cosa,
Daredevil o Chaqueta Amarilla.
En el aspecto gráfico, el
absurdamente ninguneado Sal Buscema realiza un trabajo espectacular cumpliendo
con oficio y efectividad y manteniendo un ritmo narrativo frenético para
incorporar al lector a la vorágine de las historias y el constante diálogo que
mantiene Gerber con el lector. Sal Buscema realiza un gran trabajo que no
siempre ha sido valorado como se merece.
En fin, felicitar a Panini
por recuperar por primera vez en España este material clásico de una manera
unitaria digna en una estupenda edición en la que no desmerece ni el coloreado.
Ojalá que las ventas permitan continuar disfrutando de estas estupendas
aventuras y del talento de Gerber y Buscema en próximas entregas.