Tras hacerse demasiado de rogar, por
fin nos llega la conclusión de “Hágase el caos”, el cómic de espías que los premiados Felipe Hernández Cava (guionista)
y Bartolomé Seguí (dibujante) acaban de publicar a través de Norma Editorial (en
España) y Dargaud (en Francia), tras la excelente “Las Serpientes Ciegas” y, de
cuya primera parte, “Lux” ya escribí algo por aquí.
Retomando la historia allí
donde se interrumpiera en “Lux”, Alex y Vanesa se trasladan a Mallorca haciéndose
pasar por un matrimonio para investigar la identidad de la persona que le
mandaba las misteriosas postales a la fallecida madre de Alex. Sin embargo, en
Mallorca cada nuevo descubrimiento les conducirá a un nuevo misterio en torno a
la muerte de la madre de Alex y las distintas facciones enfrentadas en torno a
la creación del nuevo estado de Yugoslavia.
Tras leer “Umbra”
–recomiendo releer de nuevo la primera parte del díptico “Lux” antes de
afrontar su lectura- uno no puede dejar de rendirse ante la elaborada trama de
espionaje que el estupendamente avenido dúo de creadores ha pergeñado y que
nada tiene que envidiar a los clásicos de Simenon o Greene que toman como
referentes. Como si de una matrioska rusa se tratase, la trama enlaza a la
perfección el oscuro pasado del protagonista Alex con la descripción del
complejo juego de fuerzas e intereses contrapuestos que desembocaron en la
creación de Yugoslavia, un estado artificial en un territorio conflictivo que
siempre ha sido objeto de luchas externas e internas.
El trabajo de documentación
se me antoja enorme no solo para entender y sintetizar todo el contexto
histórico al que se refiere la obra sino además para hilvanarlo hábilmente en
la trama sin caer en el excesivo didactismo sino poniéndolo al servicio de la historia hasta concluir dando sentido a la larga elipsis con la que
se inicia “Lux”. Como ya ocurriera en “Las Serpientes Ciegas”, la historia
se centra en mostrar a unos personajes derrotados y atormentados víctimas de un
juego de poder en el que no han elegido participar y que acaba separándolos sin
que en ningún caso los avances que el protagonista Alex realiza aclaren las cosas sino que
aportan nuevas sombras respecto a los ambiguos bandos que se enfrentan y su dudosa moralidad. Sin embargo, en esta ocasión, a modo de epílogo, los
autores añaden una tregua a los personajes ofreciéndoles una salida airosa al
cabo de los años en un final abierto evocador del “Bel Morir” de Álvaro Mutis.
A pesar de las influencias
literarias que sobrevuelan la obra, estamos ante un cómic perfectamente
engarzado y en el que se ha documentado al máximo la descripción de los lugares
–impresionante su retrato de la lluviosa Mallorca invernal de posguerra refugio de espías y exiliados - y los personajes retratados con maestría por un
Bartolomé Seguí a los que ha caracterizado con un ligero toque de familiaridad cercano
a modelos cinematográficos imperecederos como Spencer Tracy, Lauren Bacall o
Edward G. Robinson. Seguí cuida hasta el último detalle la presentación de cada
detalle y es único en la creación de atmósferas hitchcockianas absorbentes, contenidas e
íntimas que atrapan al lector y le impiden abandonar la lectura hasta la última
página.
En fin, “Umbra” es un
colofón redondo, triste y hermoso a este estupendo díptico que es “Hágase el
caos”, un gran cómic que me da la sensación que por el clasicismo de su
propuesta está pasando excesivamente desapercibido. No importa, lo clásico está
llamado a perdurar y resistir las modas. Un tebeo excelente.