Tenía curiosidad por leerme “La Compañía”, la segunda entrega de las adaptaciones que el canadiense Darwyn Cooke está realizando de las novelas protagonizadas por Parker, el truculento criminal creado por Donald Westlake bajo el seudónimo de Richard Stark. Y tenía cierta curiosidad porque frente al aplauso generalizado que suscitó su adaptación de “El Cazador” a mí, como ya conté por aquí, me dejó algo frío.
Sin embargo, en esta nueva entrega me ha dado la sensación que Cooke ha pulido buena parte de los defectos que le encontré a la primera entrega y, quizás más asentado y sin necesidad de demostrar nada, brilla mucho más. Os cuento.
En esta segunda entrega, la acción transcurre poco después de los sucesos acaecidos en “El Cazador”. Parker se esconde en Miami y ha cambiado su rostro para intentar pasar desapercibido, sin embargo, tras sobrevivir por los pelos al intento de ejecución de un sicario de La Compañía., la poderosa organización criminal con la que se las tuvo tiesas en “El Cazador”, por los pelos decide tomar la iniciativa y acabar con su líder. Para ello, Parker primero tendrá que acabar con un antiguo compinche que le ha traicionado y poner en macha un complejo plan para dañar los negocios de la Compañía antes de dar el tiro de gracia a su líder.
Ando bastante obsesionado estos días con el tema de la concisión en la narrativa gráfica. Cada vez me resulta más evidente que las soluciones simples y más sencillas suelen ser las más eficaces. Multitud de autores lo han demostrado desde Schultz a Eisner hasta autores sobre los que he escrito recientemente como Craig Thompson o Moebius. Sin embargo, me ha sorprendido descubrir en esta segunda entrega de las novelas de Parker a un Cooke que también parece apostar por esa búsqueda de la sencillez y la concreción en esta nueva entrega con excelentes resultados que en un género como es el negro ,al que la desnudez expositiva y el lenguaje directo le sientan tan bien, se agradecen mucho más.
En esta segunda entrega, la acción transcurre poco después de los sucesos acaecidos en “El Cazador”. Parker se esconde en Miami y ha cambiado su rostro para intentar pasar desapercibido, sin embargo, tras sobrevivir por los pelos al intento de ejecución de un sicario de La Compañía., la poderosa organización criminal con la que se las tuvo tiesas en “El Cazador”, por los pelos decide tomar la iniciativa y acabar con su líder. Para ello, Parker primero tendrá que acabar con un antiguo compinche que le ha traicionado y poner en macha un complejo plan para dañar los negocios de la Compañía antes de dar el tiro de gracia a su líder.
Ando bastante obsesionado estos días con el tema de la concisión en la narrativa gráfica. Cada vez me resulta más evidente que las soluciones simples y más sencillas suelen ser las más eficaces. Multitud de autores lo han demostrado desde Schultz a Eisner hasta autores sobre los que he escrito recientemente como Craig Thompson o Moebius. Sin embargo, me ha sorprendido descubrir en esta segunda entrega de las novelas de Parker a un Cooke que también parece apostar por esa búsqueda de la sencillez y la concreción en esta nueva entrega con excelentes resultados que en un género como es el negro ,al que la desnudez expositiva y el lenguaje directo le sientan tan bien, se agradecen mucho más.
Y es que si en “El Cazador” el despliegue de recursos que realizaba Cooke me daba la sensación que estaban más dirigidos a demostrar –sin necesidad- sus capacidades en “La Compañía” con cierto resabio efectista en "La Compañía" pone esos mismos recursos al servicio de la historia para adaptar no una sino dos de las novelas de Westlake, “El hombre que cambió de cara” y “La Compañía”, con astucia para que aquellos que no hayan leído las obras originales noten que estamos ante dos obras separadas. De este modo, los hechos de “El hombre que cambió de cara” se incorporan mediante una elipsis a la narración de “La Compañía” dotando de uniformidad al conjunto rompiendo con la secuenciación lineal de los hechos pero enriqueciendo el conjunto.
Manteniendo la estructura en cuatro partes, Cooke sigue manteniendo el bicolor y un dibujo ágil y nervioso para caracterizar el siniestro universo criminal de sombras por el que transitan Parker y sus allegados haciendo un sabio uso de la composición de página para centrarse en los detalles concretos de la historia e incorporar amplios textos que tomados de Westlake que complementan la narración gráfica sobre la que se sustenta en muchas ocasiones exclusivamente el cómic y jugando con la elaboración y realismo para condensar o expandir la información a voluntad. Especialmente brillantes son las dos últimas partes de la obra en las que Cooke hace una verdadera demostración de recursos gráficos para incorporar mediante variaciones de estilo –desde el reportaje ilustrado periodístico hasta prácticamente el esquematismo de un storyboard - los diferentes golpes que los compinches de Parker dan en los negocios de La Compañía insertándolos en el hilo de la trama principal magistralmente y la primorosa demostración que realiza del dominio del tempo para narrar los mismos hechos desde el punto de vista de dos personajes diferentes.
En definitiva, me rindo ante la madurez que Darwyn Cooke demuestra en esta obra que con merecimiento ha otorgado un nuevo Eisner a su autor y me quedo con ganas de más. Cooke ha puesto todo su refinamiento estilístico y narrativo al servicio de la esencia pulp de la matería prima de Westlake logrando un relato hipnótico, elegante y sordido con el que creo el autor de las novelas estaría muy contento. La edición de Astiberri es bastante buena y sinceramente creo que estamos ante uno de los grandes tebeos del año. Imprescindible.
Manteniendo la estructura en cuatro partes, Cooke sigue manteniendo el bicolor y un dibujo ágil y nervioso para caracterizar el siniestro universo criminal de sombras por el que transitan Parker y sus allegados haciendo un sabio uso de la composición de página para centrarse en los detalles concretos de la historia e incorporar amplios textos que tomados de Westlake que complementan la narración gráfica sobre la que se sustenta en muchas ocasiones exclusivamente el cómic y jugando con la elaboración y realismo para condensar o expandir la información a voluntad. Especialmente brillantes son las dos últimas partes de la obra en las que Cooke hace una verdadera demostración de recursos gráficos para incorporar mediante variaciones de estilo –desde el reportaje ilustrado periodístico hasta prácticamente el esquematismo de un storyboard - los diferentes golpes que los compinches de Parker dan en los negocios de La Compañía insertándolos en el hilo de la trama principal magistralmente y la primorosa demostración que realiza del dominio del tempo para narrar los mismos hechos desde el punto de vista de dos personajes diferentes.
En definitiva, me rindo ante la madurez que Darwyn Cooke demuestra en esta obra que con merecimiento ha otorgado un nuevo Eisner a su autor y me quedo con ganas de más. Cooke ha puesto todo su refinamiento estilístico y narrativo al servicio de la esencia pulp de la matería prima de Westlake logrando un relato hipnótico, elegante y sordido con el que creo el autor de las novelas estaría muy contento. La edición de Astiberri es bastante buena y sinceramente creo que estamos ante uno de los grandes tebeos del año. Imprescindible.