Muchos sentimientos
encontrados al volver a leer la última obra de Moebius, este “Arzak, El Vigilante”
publicado en España por Norma Editorial hace unos meses, poco antes del anuncio
del fallecimiento del genial artista. Por un lado, reencontrar de nuevo las
aventuras de mi personaje favorito del francés – Blueberry es de Giraud- un
Arzak nacido en las páginas en “Metal Hurlant” a mediados de los setenta y
comprobar cómo ha evolucionado. Por otro, la nostalgia melancólica del que sabe que la historia no
tendrá continuidad.
En esta entrega
encontramos a Arzak patrullando el desértico y misterioso planeta Tassilli,
cuna de la civilización Werg un imperio desaparecido cuyos miembros se dispersaron tras la
irrupción de los humanos y ahora han empezado a ser cazados por cazarecompensas
sin escrúpulos. Arzak investigará quién está detrás de los cazarecompensas en el
inhóspito planeta jugándose su propia vida. Mientras en el espacio una nave
humana que transporta a miembros de la nobleza sufre el acoso de los piratas
wergs que quieren secuestrarlos.
Parece ser que Moebius
rescató esta historia tras muchos años de olvido en un cajón para contar en
tres partes los orígenes de Arzak. Por desgracia, solo pudo completar la
primera parte de la trilogía que ahora nos ofrece Norma en un cuidado álbum y
dejarnos con la miel en los labios sobre cómo seguiría una historia con ecos de
la más pura Ciencia Ficción narrada por uno que la ha mamado y amado pero también con guiños al Western que tanto amó.
No deja de ser cierto que este moderno Arzak dialogado,
frente a la concepción muda del original, pierde parte de la poética onírica de aquél renunciando a su virtud más destacada que permitía al lector experiencias lectoras únicas pero, a cambio, Moebius deja patente su
maestría narrativa para construir interesantes historias de género con ecos herbertianos potenciadas por su inigualable
talento en el dibujo a la hora de imaginar y trasladar al lector sorprendentes
mundos lejanos y tecnologías imposibles gracias a un estilo de dibujo único basado en trazos aparentemente sencillos y un tratamiento exquisito del color y la perspectiva que en
realidad está al alcance de muy pocos.
En fin, espero que nadie intente continuar dentro de unos años esta obra y Arzak junto a Moebius continúen
tranquilos su vuelo en pos a la eternidad.