Más allá de la simpatía o antipatía que despierten en el resabiado lector actual la ingenuidad del planteamiento de estos trabajos iniciales resultan de lo más interesantes para apreciar claramente la evolución de un autor que no deja de crecer a lo largo de este volumen, desarrollando un estilo personal y propio perfectamente identificable a partir de las influencias iniciales de su idolo Mort Meskin, Will Eisner y, sobre todo, Jerry Robinson, en historias en las que por encargo prueba en todo tipo de géneros desde la ciencia ficción o el terror hasta el cómic romántico y el policíaco sin desmerecer en ninguno.
Probablemente, no sea hasta la historia titulada “Cinderella” que no empecemos a percibir al mejor Ditko en esa versión vampirizada del cuento popular y a partir de esa historia su dibujo y las historias empiezan a tener un enfoque más imaginativo, inquietante y original aun cuando en muchas de ellas todavía parta de fórmulas de género notablemente influidas de las películas de serie B (y, sobre todo, la sombra alargada de los cómics EC) sea más que notoria.
Entre los personajes de estas historias es fácil adivinar los antecedentes de algunos de los primeros villanos del Hombre Araña - el Camaleón, el Duende Verde...- pero casi resulta más fácil descubrir los antecedentes de su otra gran aportación ala Casa de las Ideas –el Doctor Extraño- en algunas de las tramas y la caracterización sobrenatural de extraños e inquietantes demonios o en los fondos de las aventuras que ya muestran algunos de los temas que Ditko desarrollaría más tarde en sus obras como el inconsciente, la identidad y los extraños y delirantes escenarios marca de la casa.