Ha saltado el rumor a la arena informativa comiqueril de los planes de DC de continuar la genial maxiserie de Moore y Gibbons, y se ha revuelto el gallinero (que nadie se ofenda) sobre si se ha de mancillar una obra “intocable” con continuaciones, precuelas y demás zarandajas y las más variadas hipótesis sobre la reacción del irritable genio de Northamptom al respecto.
Bueno, en mi opinión y con todos mis respetos hacia el maestro, poco importa lo que pueda opinar Moore porque al vender los derechos de la obra pierde toda capacidad de decisión sobre la misma y, aunque moralmente, lo correcto sería que al menos le informasen todo sabemos cómo es el mundo de los negocios (y si no que recuerden a Jack Kirby) en cualquier ámbito. Seguramente, las condiciones leoninas que practicaban las editoriales americanas (y las españolas) hace treinta años acaparando la propiedad de las creaciones hacia imposible otra opción para los autores que tragar y pasar por el aro pero tampoco se puede negar que esos mismos autores conocían las reglas del juego y decidían jugar con las cartas marcadas. Eran las condiciones de trabajo que había y si las quería las tomabas y si no pues…ya saben (el pan nuestro de cada día de los pobrecitos mortales). Por todo esto, y visto además el escaso éxito que ha tenido su opinión en lo referente a las adaptaciones cinematográficas de sus obras, dudo mucho que llegue a pronunciarse y preferirá guardar mutismo tras las barbas.
No nos engañemos, ni nos pongamos sentimentales. Aquí lo que importa son las viles pelas y visto el negocio hecho con la película, los ejecutivos audiovisuales que actualmente son los que rigen los destinos de las grandes editoriales de cómics ya habrán hecho las cuentas y comprobado que el tirón de los personajes es suficiente para vender tebeos y, sobre todo, hacer más películas. Crudo, sí…pero como la vida misma.
¿Afectará la nueva colección, colecciones, universo o lo que sea a la obra de Moore y Gibbons? No demasiado y, en todo caso, no creo que para mal ya que permitirá mantener la obra viva y que continúe reeditándose y llegando a nuevos lectores. Una obra maestra lo es entre otros factores por la cantidad de imitaciones, continuaciones y caminos que abre más allá de su peripecia comercial (Que les pregunten a Kafka o Welles si se hicieron ricos o, simplemente, pudieron vivir de su obra).
En fin, que sí, que vale que hagan todos los “Watchmen” que quieran y que les salgan lo mejor posible para nuestro disfrute pero “Watchmen”, como todos sabemos, sólo hay uno.
Bueno, en mi opinión y con todos mis respetos hacia el maestro, poco importa lo que pueda opinar Moore porque al vender los derechos de la obra pierde toda capacidad de decisión sobre la misma y, aunque moralmente, lo correcto sería que al menos le informasen todo sabemos cómo es el mundo de los negocios (y si no que recuerden a Jack Kirby) en cualquier ámbito. Seguramente, las condiciones leoninas que practicaban las editoriales americanas (y las españolas) hace treinta años acaparando la propiedad de las creaciones hacia imposible otra opción para los autores que tragar y pasar por el aro pero tampoco se puede negar que esos mismos autores conocían las reglas del juego y decidían jugar con las cartas marcadas. Eran las condiciones de trabajo que había y si las quería las tomabas y si no pues…ya saben (el pan nuestro de cada día de los pobrecitos mortales). Por todo esto, y visto además el escaso éxito que ha tenido su opinión en lo referente a las adaptaciones cinematográficas de sus obras, dudo mucho que llegue a pronunciarse y preferirá guardar mutismo tras las barbas.
No nos engañemos, ni nos pongamos sentimentales. Aquí lo que importa son las viles pelas y visto el negocio hecho con la película, los ejecutivos audiovisuales que actualmente son los que rigen los destinos de las grandes editoriales de cómics ya habrán hecho las cuentas y comprobado que el tirón de los personajes es suficiente para vender tebeos y, sobre todo, hacer más películas. Crudo, sí…pero como la vida misma.
¿Afectará la nueva colección, colecciones, universo o lo que sea a la obra de Moore y Gibbons? No demasiado y, en todo caso, no creo que para mal ya que permitirá mantener la obra viva y que continúe reeditándose y llegando a nuevos lectores. Una obra maestra lo es entre otros factores por la cantidad de imitaciones, continuaciones y caminos que abre más allá de su peripecia comercial (Que les pregunten a Kafka o Welles si se hicieron ricos o, simplemente, pudieron vivir de su obra).
En fin, que sí, que vale que hagan todos los “Watchmen” que quieran y que les salgan lo mejor posible para nuestro disfrute pero “Watchmen”, como todos sabemos, sólo hay uno.