martes, 4 de diciembre de 2007

“Batman: El Hijo del Demonio” de Mike W. Barr y Jerry Bingham

Removiendo cajas el otro día en casa de mis padres vio la luz la primera “novela gráfica” que me compré -que, en definitiva, no era más que un tebeo de toda la vida con tapa dura y diez veces más caro (más o menos lo que hoy es una edición Absolute, aunque esta edición era más “respetuosa” con la original norteamericana)- allá por el ya lejano año del señor de 1988 y no pude resistirme a una relectura nostálgica, más si cabe, teniendo en cuenta que el siempre inquieto Grant Morrison está retomando con muchas licencias, eso sí respecto a la historia narrada por Barr, la espinosa cuestión de la paternidad de Batman como ya les comenté por aquí(o lo estaba, porque a los siempre astutos amigos de Planeta si no les bastaba con reunir Batman y Detective bajo un mismo título para aprovechar el tirón del tandem Morrison-Kubert tras cuatro números interrumpen la publicación para meter de tapadillo otro material) que, en su momento, quedó por decisión del editor fuera de la continuidad del personaje con lo que esta historia se quedó como una rareza más en la larga colección de rarezas que ha sufrido el Hombre Murciélago en su ya larga historia..
La historia de Hijo del Demonio es una historia clásica de Batman desarrollada con oficio por un Mike W. Barr ("Batman" "Camelot 3000" "Green Lantern") que, si bien nunca llegó a demostrar el talento de sus ilustres predecesores en Batman, siempre fue un guionista eficiente a la hora de diseñar historias entretenidas y que probablemente en esta historia llegó a su nivel más alto en su etapa dentro del Hombre Murciélago. En Hijo del Demonio, las influencias setenteras son más que evidentes, incorporando a Batman a una trama a lo “James Bond” muy del gusto de la época en los encuentros entre el mitico e inmortal Rash al Ghul, una versión puesta al día y arabizada de Fu Manchu, creado por Denny O´Neill y Neal Adams, y que contó con la novedad de la alianza de ambos personajes para frenar al malvado Qayin, el asesino de la madre de Talia, contratado por un imaginario país mediterráneo que guarda sospechosas semejanzas con Libia (no olvidemos que por aquella época Libia era el Irak de hoy para los yanquis) y que pone en peligro la estabilidad mundial tras hacerse con el control de un satélite capaz de controlar el clima. Muchas ideas derrochó Barr a lo largo de las 78 páginas del cómic, quizás desacostumbrado a un formato en aquel momento poco frecuente en el género superheroico, y la mayoría quedaron bastante mal resueltas con lo que lo que lo que podía haber sido una aventura capital en la trayectoria del personaje se quedó en una aventura entretenida más. El dibujo de Jerry Bingham muestra la influencia de otros dibujantes de su misma generación como el ya mencionado Adams o quizás las más evidente de Barry Smith y la del común denominador de todos ellos un Hal Foster al que incluso Bingham homenajea en alguna viñeta pero sus figuras carecen de la vitalidad de cualquiera de los otros tres en un cómic que por momentos resulta gráficamente confuso.
En definitiva, las relecturas nostálgicas no demuestran que cualquier tiempo pasado fuese mejor sino que nuestros ojos simplemente eran más inocentes porque de esta historia guardaba un mejor recuerdo. Ojito jóvenes, si Planeta en unos meses les ofrece una edición Absolute de este cómic a un precio desorbitado porque seguramente no valga el desembolso. Yo me quedo con la de Zinco y con la nostalgia.

Otras lecturas sobre Batman en El lector impaciente aquí

Una cosilla…

…Que me llega a través del correo electrónico.


Javi Araguz me informa que está de promoción de su primera obra. Un libro de fantasía dedicado al público juvenil titulado “El mundo de Komodi: La tierra de Alidra”, el primero de lo que espera llegue a ser una trilogía. Para mí quién está dispuesto a apostar por la fantasía y llega a publicar en España ya merece mi respeto y que se rompa una lanza a su favor. Mucha suerte, Javi.

http://www.elmundodekomori.com/