Panini inicia por fin la
publicación de la serie protagonizada por Ojo de Halcón con el primer
recopilatorio que incluye los seis primeros números a cargo del guionista Matt
Fraction y los dibujantes españoles David Aja y Javier Pulido. A estas alturas,
no voy a descubrir a nadie quién es Ojo de Halcón pero por si hay algún
despistado diré que es un secundario de lujo de esos que son argamasa del
Universo Marvel. Un arquero infalible miembro de Los Vengadores que, salvo
contadas excepciones, nunca ha gozado de un gran protagonismo individual,
principalmente porque tampoco lo ha necesitado ya que su personalidad, andanzas
y evolución donde mejor funcionaban era dentro de alguna de las muchas
colecciones de “Los Vengadores”, haciendo de contrapunto perfecto a otros
personajes. Por ese motivo, esta serie para el equipo creativo formado por
Fraction y Aja se me antojaba un regalo envenenado .
En estos números, se nos
presenta a un Clint Barton, alías Ojo de Halcón, alejado de su faceta
superheroica habitual como miembro de los Vengadores pasando sus escasas horas
libres entre los vecinos de la comunidad en la que se ha comprado el
apartamento. Sin embargo, cuando el propietario del edificio pretende
desahuciar a los inquilinos Barton se erigirá en su defensor al tiempo que se
mete en líos con el Circo del Crimen o echa una mano a Shield.
Ojo de Halcón siempre ha
sido un héroe desubicado más allá de su pertenencia a Los Vengadores. Tenía la
talla para ser un superhéroe urbano, un justiciero oscuro o un superespia
encubierto magistrales pero ya había otros personajes en la Casa de las Ideas que ocupaban esos roles con colección
propia, por lo que se convirtió en la versión mini de todos esos registros en las
colecciones de Los Vengadores y con distintos guionistas lo bordó convirtiéndose en un recurso imprescindible. Los muy fans podrían pensar que Fraction y Aja ahora que contaban
con la oportunidad iban a deshacer esta injusticia histórica desarrollando todo
su potencial, sin embargo, estos arropados por su editor han optado por la vía más difícil ahondando en las inseguridades del personaje. Si alguien quiere ver a Ojo de Halcón lanzando miles
de flechas y siendo más o menos fiel a su continuidad que siga leyendo las
series regulares de “Los Vengadores” donde aparezca en estos momentos porque esta serie –para
bien o para mal- es una serie de cómic de superhéroes de autor y lo que prima
antes de lo que te cuentan y quién protagoniza la historia es quién te lo
cuenta y cómo te lo cuenta.
Fraction ha
tirado por la calle de en medio y en una maniobra que descolocará a más de un
lector opta por un giro novedoso al construir un nuevo escenario para el
personaje alejado de Los Vengadores, aun sin renunciar tampoco abiertamente a
su tradición, para inventarse un antihéroe urbano y doméstico, sucio y realista,
más apegado a los modos de los hard boiled setenteros protagonizados por Steve
Mcqueen o los perdedores de James Ellroy que a las maneras de los supertipos en mallas, convirtiéndole a su pesar en el robin
hood de sus vecinos de edificio frente a los tejemanejes de los hampones que
pretenden echarlos y vender el inmueble. A lo largo de los diversos episodios
dibujados por Aja, Fraction va desarrollando este macguffin inconcluso desarrollando
la cara frágil del superhéroe a la estela del Miller de “Born Again” en una
sucesión de tramas simples pero efectivas que permiten el lucimiento del dibujante
y mantener la estructura clásica de 24 páginas permitiéndose alguna licencia a la espectacularidad y el estiramiento de la trama en “La Cinta”, la historia en dos capítulos dibujada por Javier
Pulido.
En esta deconstrucción del
superhéroe que es hasta el momento la serie, Fraction otorga como no podía ser
de otro modo una sidekick que dé el contrapunto al protagonista a través de la Ojo de Halcón de los Nuevos Vengadores, Kate Bishop . Un
personaje al que presenta como la contraposición de Clint Barton y con la que
hay que esperar vaya desarrollando en las próximas entregas una mayor
complicidad.
Las tramas ideadas en estos
números por Fraction son bastante simples y si resultan interesantes es
básicamente por la gran labor de los dos dibujantes españoles que aportan
mediante una narración en la que prima el diseño minimalista frente a la
espectacularidad hiperrmusculada habitual en el género una nota de originalidad, retorciendo las convenciones lógicas y jugando con el ritmo y la linealidad de las historias para otorgar un plus de calidad, abriendo al lector habitual exclusivamente de superhéroes una ventana a muchos recursos del cómic que por desgracia en muchas ocasiones se obvían o directamente se desconocen aun cuando en otras épocas se desarrollaron dentro del género superheroico. Pulido y Aja apuestan por su trabajo y conocimiento del género y usan del trampolín mediático de un personaje como Ojo de Halcón para reivindicar el cómic de superheroes de autor y para ello en estos episodios no se cortan a la hora de jugar con la linealidad de la narración o experimentar distintos recursos, tal y como años ha lo hicieran los Steranko, Ditko y cia.
Mención especial merece
David Aja para quién lo más sencillo hubiera sido emular las formas de “El inmortal puño dehierro” y ahondar en la espectacularidad fotorrealista de esa serie, sin
embargo para este nuevo proyecto opta
por arriesgar adaptando el minimalismo formal a lo Chris Ware al género de superhéroes mediante un dibujo de trazo preciso, expresivo y simple evocador de Mazzuchelli, incorporando atractivas notas de diseño que en cada página esconden
alguna sorpresa visual que ayuda a renovar lo trillado de unas tramas tópicas a las que da nueva vida. No me gustaría dejar de
destacar tampoco la labor de un Javier Pulido, que sin renunciar al mismo
interés por el diseño que ya viniera demostrando desde "Blanco Humano", otorga a su historia una mayor espectacularidad
en una trama a lo James Bond más convvencional aunque en
ocasiones se torne algo confusa en su desarrollo para lo que se quiere contar.
En definitiva, los dos dibujantes disparan parecidas flechas a la misma diana, buscando sorprender al lector abriéndole la mente sobre las posibilidades visuales del
género aunque ello en ocasiones fuerce la narración y la estructura lógica de la historia.
Una advertencia final, “Ojo de Halcón” no
es una colección de superhéroes al uso y sí se trata de un cómic arriesgado,
innovador y experimental en el que prima la identidad de los autores antes que
las ideas preconcebidas que el lector pueda tener sobre el personaje que lo protagoniza. Si se acepta esa premisa, el viaje para el
lector será una gozada visual, pero si el lector no está dispuesto a renunciar a los tópicos
prestablecidos en torno al género puede llegar a parecerle un coñazo infumable. Es el precio de optar por la búsqueda de la genialidad.