Para dar por terminado – por el momento- el homenaje a Richard Corben propuesto por El diario de Jeremy Brood con motivos de su cuarenta aniversario, voy a comentar la obra que nos devolvió al genio de Kansas tras un paréntesis de varios años fuera del panorama editorial español y lo devolvió todo hay que decirlo, en excelente forma. Posteriormente, la publicación de la obra reciente de Corben en España ha contado con cierta regularidad gracias, en buena medida, a las colaboraciones que el autor ha desarrollado con las compañías “mainstream” norteamericanas como DC y Marvel. La obra a que me refiero no es otra que “La Casa en el Confín de la Tierra” publicada en 2003 por Norma Editorial.
En “La Casa en el Confín de la Tierra” realizada junto con su colaborador habitual Simon Revelstoke (“The Bodyssey”), Corben realiza uno de sus mejores trabajos como adaptador de obras literarias de corte fantástico. Partiendo del texto del escritor inglés William Hope Hodgson, realiza una versión libre de la obra de este semidesconocido e interesante escritor que sirvió de influencia a Lovecraft, y sabe encontrar el equilibrio necesario entre los elementos de terror gótico y la profundidad psicológica que el inglés insufló a la obra.
En 1952, dos jóvenes excursionistas ingleses que vagabundean por Irlanda, que huyen de un mal encuentro c en un pub, llegan a las ruinas de la Casa Gault donde encuentran un antiguo libro en el que este narra los inquietantes hechos que ocurrieron entre sus paredes en 1816. Gault, que vivía aislado en la mansión junto a su hermana y su fiel mastín, descubre durante un paseo un extraño ser que los ataca. A partir de ese momento, el aislamiento, la soledad y el acoso de extraños demonios y visiones irán provocando en Gault un paulatino descenso hacia el delirio y la locura, que, cruzando el tiempo y el espacio, afectará a los excursionistas y sus perseguidores.
A lo largo de esta obra, nos rencontramos con el mejor Corben, un autor lleno de recursos para saber dotar a la obra de toda la complejidad y ambigüedad que requiere, en una lectura pretendida y desasosegadoramente incómoda para el lector. A través de una estructura elíptica y un largo flashback, con prólogo y epílogo incluidos, Corben organiza la historia de manera que minimiza los diálogos al presente de los excursionistas y deja que el grueso de la narración – las aventuras de Gault- se hile en distintos planos (el nuestro, el de los excursionistas y el de los acontecimientos narrados) limitando el carácter narrativo de los cuadros de texto a meros elementos descriptivos para que sea sobre su poderoso dibujo en el que recaiga el peso de la narración e ilustre la locura y los terrores de pesadilla a los que se enfrentan los protagonistas a través de una lectura rica en interpretaciones, ya que en ningún momento queda claro si lo que se nos está narrando son los hechos vívidos por Gault o los delirios de su locura. Es esta una obra de enorme complejidad de adaptación y de la que Corben sale muy bien librado, desarrollando y dando forma a las oscuras y terroríficas visiones de Gault a través de una composición de página que se pone al servicio de la historia y de la que Corben se vale como sólo un maestro puede hacerlo.
Corben , en obras como “La Casa en el Confín de la Tierra”, demuestra a los agoreros que, a partir de una buena materia prima, todavía le quedan talento y energía para trasladarnos a mundos de fantasía sin igual, mostrando los más oscuros terrores y anhelos de nuestro inconsciente.
Y que las conserve durante cuarenta años más, por lo menos.
En “La Casa en el Confín de la Tierra” realizada junto con su colaborador habitual Simon Revelstoke (“The Bodyssey”), Corben realiza uno de sus mejores trabajos como adaptador de obras literarias de corte fantástico. Partiendo del texto del escritor inglés William Hope Hodgson, realiza una versión libre de la obra de este semidesconocido e interesante escritor que sirvió de influencia a Lovecraft, y sabe encontrar el equilibrio necesario entre los elementos de terror gótico y la profundidad psicológica que el inglés insufló a la obra.
En 1952, dos jóvenes excursionistas ingleses que vagabundean por Irlanda, que huyen de un mal encuentro c en un pub, llegan a las ruinas de la Casa Gault donde encuentran un antiguo libro en el que este narra los inquietantes hechos que ocurrieron entre sus paredes en 1816. Gault, que vivía aislado en la mansión junto a su hermana y su fiel mastín, descubre durante un paseo un extraño ser que los ataca. A partir de ese momento, el aislamiento, la soledad y el acoso de extraños demonios y visiones irán provocando en Gault un paulatino descenso hacia el delirio y la locura, que, cruzando el tiempo y el espacio, afectará a los excursionistas y sus perseguidores.
A lo largo de esta obra, nos rencontramos con el mejor Corben, un autor lleno de recursos para saber dotar a la obra de toda la complejidad y ambigüedad que requiere, en una lectura pretendida y desasosegadoramente incómoda para el lector. A través de una estructura elíptica y un largo flashback, con prólogo y epílogo incluidos, Corben organiza la historia de manera que minimiza los diálogos al presente de los excursionistas y deja que el grueso de la narración – las aventuras de Gault- se hile en distintos planos (el nuestro, el de los excursionistas y el de los acontecimientos narrados) limitando el carácter narrativo de los cuadros de texto a meros elementos descriptivos para que sea sobre su poderoso dibujo en el que recaiga el peso de la narración e ilustre la locura y los terrores de pesadilla a los que se enfrentan los protagonistas a través de una lectura rica en interpretaciones, ya que en ningún momento queda claro si lo que se nos está narrando son los hechos vívidos por Gault o los delirios de su locura. Es esta una obra de enorme complejidad de adaptación y de la que Corben sale muy bien librado, desarrollando y dando forma a las oscuras y terroríficas visiones de Gault a través de una composición de página que se pone al servicio de la historia y de la que Corben se vale como sólo un maestro puede hacerlo.
Corben , en obras como “La Casa en el Confín de la Tierra”, demuestra a los agoreros que, a partir de una buena materia prima, todavía le quedan talento y energía para trasladarnos a mundos de fantasía sin igual, mostrando los más oscuros terrores y anhelos de nuestro inconsciente.
Y que las conserve durante cuarenta años más, por lo menos.