Por fin me he hecho con el integral en el que Ediciones Glénat recopila buena parte de la obra de ese gran contador de historias que es José María Beroy. A pesar de la reducción a la que Glénat somete las recopilaciones que realiza de veteranos autores patrios (no me atrevo a considerarles clásicos), el volumen está reproducido con cariño y cuenta con interesante material extra así como un divertido artículo de Migoya. Pero centrándonos en el contenido, esta obra es una oportunidad única para conocer en un único volumen lo mejor de la producción de uno de los autores más interesantes y talentosos de los ochenta que por desgracia ha permanecido durante demasiado tiempo en silencio.
Ya he comentado en diferentes entradas del blog tres de las obras que forman parte del integral –“Doctor Mabuse”, “999” y “La enfermedad del sueño”- por lo que me centraré en la cuarta, “Ajeno”, un álbum aparecido inicialmente por entregas en la revista “Cairo” y recopilado en álbum por Norma Editorial a finales de los ochenta y que no había leído.
“Ajeno” es una historia fantástica de magia y locura que da un nuevo significado más siniestro y oscuro a la trillada idea del amor más allá de la muerte. En las postrimerías de la guerra civil un alquimista que lleva a cabo la guerra mágica a favor de los republicanos ha de exiliarse en un limbo más allá de la existencia tras lograr conjunrar la reencarnación de Ana su perdido amor cincuenta años en el futuro. Pasado el tiempo, el mago volverá a nuestro mundopara recuperar a su amada reenarnada en una joven anticuaria, Julia, y vengarse de los alquimistas que apoyaron al bando vencedor en la Guerra Civil.
Beroy construye en “Ajeno” una brillante y compleja historia en la que da rienda suelta a su imaginería lovecraftiana y convierte a la ciudad de Barcelona en un personaje más de la trama escenario alucinado y alucinante en la que el autor conjuga con maestría lo mejor del modernismo y el expresionismo para construir una fantástica trama elíptica en la que el lector no desvelará el misterio de la trama hasta el final. Aparte del detalle con el que autor caracteriza una Barcelona que, en la actualidad tras veinte años ha cambiado, la historia tiene elementos que recuerdan al primer “The Sandman” de Gaiman u otros cómics norteamericanos en boga en los ochenta como “The Question” o “V de Vemdetta” aunque con el inimitable toque opresivo marca de la casa. Más allá de ser la trama de “Ajeno” un ejemplo perfecto de epítome del fantástico con toques de terror romántico que envidiarían Gaston Leroux o Ruiz Zafón es en el aspecto grafico donde adquiere toda su profundidad merced al conocimiento del medio que impregna la obra y en la que las enseñanzas de grandes como Toth, Eisner o Krigstein son sabiamente sintetizadas para conseguir un resultado eficaz en lo narrativo, bello en su superficialidad y plenamente coherente con el universo oscuro que conecta la mayor parte de la obra de Beroy.
En definitiva, “Ajeno” y todas las obras que componen “Onírica” son comics indispensables de un autor que hace más de veinte años ya se atrevía a acometer los más ambiciosos proyectos para regocijo de sus seguidores obviando cualquier sospecha de acomodamiento. Ojalá “Onírica” signifique un punto de inflexión en su carrera y siga ofreciéndonos nuevas obras. El talento es escaso y a Beroy le sobra.
Beroy construye en “Ajeno” una brillante y compleja historia en la que da rienda suelta a su imaginería lovecraftiana y convierte a la ciudad de Barcelona en un personaje más de la trama escenario alucinado y alucinante en la que el autor conjuga con maestría lo mejor del modernismo y el expresionismo para construir una fantástica trama elíptica en la que el lector no desvelará el misterio de la trama hasta el final. Aparte del detalle con el que autor caracteriza una Barcelona que, en la actualidad tras veinte años ha cambiado, la historia tiene elementos que recuerdan al primer “The Sandman” de Gaiman u otros cómics norteamericanos en boga en los ochenta como “The Question” o “V de Vemdetta” aunque con el inimitable toque opresivo marca de la casa. Más allá de ser la trama de “Ajeno” un ejemplo perfecto de epítome del fantástico con toques de terror romántico que envidiarían Gaston Leroux o Ruiz Zafón es en el aspecto grafico donde adquiere toda su profundidad merced al conocimiento del medio que impregna la obra y en la que las enseñanzas de grandes como Toth, Eisner o Krigstein son sabiamente sintetizadas para conseguir un resultado eficaz en lo narrativo, bello en su superficialidad y plenamente coherente con el universo oscuro que conecta la mayor parte de la obra de Beroy.
En definitiva, “Ajeno” y todas las obras que componen “Onírica” son comics indispensables de un autor que hace más de veinte años ya se atrevía a acometer los más ambiciosos proyectos para regocijo de sus seguidores obviando cualquier sospecha de acomodamiento. Ojalá “Onírica” signifique un punto de inflexión en su carrera y siga ofreciéndonos nuevas obras. El talento es escaso y a Beroy le sobra.
Otras obras de Beroy en El lector impaciente:
"Versus".