Punto de inflexión en la colección de “Fábulas” con este arco argumental en el que asistimos a uno de los momentos más esperados por los seguidores de la colección, el pase a la ofensiva de las fábulas y su incursión bélica en las Tierras Natales para arreglarle las cuentas al Adversario y sus secuaces. Tras su lectura, sólo puedo decir que me ha decepcionado y que no era necesario crear tanta expectación para contar una historia tan sosa, una enorme decepción vista la calidad de la serie hasta este momento. Vamos por partes.
Este tomo reúne los números 70 a 75 de la serie regular incluyendo, tras un número netamente de relleno el 70 en el que se nos narran las cuitas amorosas del Chico Azul y los preparatos de la guerra, que cuenta como principal atractivo el dibujo depurado y detallista de Andrew Pepoy, dos arcos argumentales destacables.
En, “El engaño” (episodios 71 y 72) se nos cuenta una historia de espías protagonizada por Cenicienta, la agente de campo de Villa Fábula, en la que esta tiene que proteger a Pinocho de los agentes enviados por el Adversario para capturarle. En estos dos números, los autores, como es nota característica de la serie incorporan sus personajes a la estructura de una historia de género,, rindiendo en esta ocasión su particular homenaje a las historias de espionaje setenteras. Cenicienta es presentada como una espía mortal y glamourosa émulo de la atractiva Modesty Blaise o de su más conocido alter ego masculino el James Bond de Ian Fleming. Buckingham hace un guiño al gran Steranko con la distribución de la página en cuadrículas alargadas y rectangulares y escorzos un tanto forzados que le sale regular no llegando al nivel del maestro. Son estos unos números correctos y entretenidos en los que se calientan motores para la crónica de la gran guerra.
El arco argumental “La Gran Guerra” me parece de largo el peor de toda la serie y Willingham decepciona a sus lectores con una historia escasa de ingenio, previsible y aburrida a más no poder, en la que da claros síntomas de agotamiento, dejando la sensación que los autores han querido hacer coincidir la finalización de la guerra con el redondo número 75 de la serie lo que les ha llevado a resumir en tres números una historia que hubiera necesitado un mayor desarrollo. Asistimos por enésima vez la narración de los acontecimientos se realiza a través del Chico de Azul, -qué manía- convertido en enlace entre los distintos frentes abiertos gracias a su capa mágica, y asistimos a las estratagemas de las fábulas para vencer a los hasta ahora supuestamente invencibles ejércitos del Adversario. No les adelanto nada por si queda alguien no lo ha leído, pero la historia parece escrita por el hijo del autor antes que por un guionista con tantos recursos como los demostrados por Willingham en anteriores entregas. En esta ocasión, además, abusa de los cuadros de textos explicativos y pesados que entorpecen la lectura del cómic y da la sensación de habernos colocado un borrador de ideas a desarrollar que una historia planificada. En esta ocasión, ni el cuidado dibujo de Buckingham, más kirbiano que nunca y ahondando en las posibilidades de las largas viñetas verticales en el número 75, logra salvar una historia tan poca atractiva.
Queda abierta la incógnita sobre el futuro de la serie. Si Willingham va a continuar con el mediocre nivel mostrado en estos números o, si bien la nueva etapa anunciada y la enorme potencialidad de la serie, serán suficiente motivación para que vuelva a retomar el buen camino demostrado en anteriores entregas. El tiempo lo dirá pero mi crédito y mi paciencia son limitados.
Más “Fábulas” en El lector impaciente:
"Tierras Natales"
"Lobos"Este tomo reúne los números 70 a 75 de la serie regular incluyendo, tras un número netamente de relleno el 70 en el que se nos narran las cuitas amorosas del Chico Azul y los preparatos de la guerra, que cuenta como principal atractivo el dibujo depurado y detallista de Andrew Pepoy, dos arcos argumentales destacables.
En, “El engaño” (episodios 71 y 72) se nos cuenta una historia de espías protagonizada por Cenicienta, la agente de campo de Villa Fábula, en la que esta tiene que proteger a Pinocho de los agentes enviados por el Adversario para capturarle. En estos dos números, los autores, como es nota característica de la serie incorporan sus personajes a la estructura de una historia de género,, rindiendo en esta ocasión su particular homenaje a las historias de espionaje setenteras. Cenicienta es presentada como una espía mortal y glamourosa émulo de la atractiva Modesty Blaise o de su más conocido alter ego masculino el James Bond de Ian Fleming. Buckingham hace un guiño al gran Steranko con la distribución de la página en cuadrículas alargadas y rectangulares y escorzos un tanto forzados que le sale regular no llegando al nivel del maestro. Son estos unos números correctos y entretenidos en los que se calientan motores para la crónica de la gran guerra.
El arco argumental “La Gran Guerra” me parece de largo el peor de toda la serie y Willingham decepciona a sus lectores con una historia escasa de ingenio, previsible y aburrida a más no poder, en la que da claros síntomas de agotamiento, dejando la sensación que los autores han querido hacer coincidir la finalización de la guerra con el redondo número 75 de la serie lo que les ha llevado a resumir en tres números una historia que hubiera necesitado un mayor desarrollo. Asistimos por enésima vez la narración de los acontecimientos se realiza a través del Chico de Azul, -qué manía- convertido en enlace entre los distintos frentes abiertos gracias a su capa mágica, y asistimos a las estratagemas de las fábulas para vencer a los hasta ahora supuestamente invencibles ejércitos del Adversario. No les adelanto nada por si queda alguien no lo ha leído, pero la historia parece escrita por el hijo del autor antes que por un guionista con tantos recursos como los demostrados por Willingham en anteriores entregas. En esta ocasión, además, abusa de los cuadros de textos explicativos y pesados que entorpecen la lectura del cómic y da la sensación de habernos colocado un borrador de ideas a desarrollar que una historia planificada. En esta ocasión, ni el cuidado dibujo de Buckingham, más kirbiano que nunca y ahondando en las posibilidades de las largas viñetas verticales en el número 75, logra salvar una historia tan poca atractiva.
Queda abierta la incógnita sobre el futuro de la serie. Si Willingham va a continuar con el mediocre nivel mostrado en estos números o, si bien la nueva etapa anunciada y la enorme potencialidad de la serie, serán suficiente motivación para que vuelva a retomar el buen camino demostrado en anteriores entregas. El tiempo lo dirá pero mi crédito y mi paciencia son limitados.
Más “Fábulas” en El lector impaciente:
"Tierras Natales"