Leo en el periódico, en una tregua pactada en el zafarrancho diario de cólicos infantiles y cambios de pañales que ha transformado mis plácidas rutinas habituales, que Paco Roca ha vendido los derechos del multipremiado “Arrugas” al cine. Me parece una excelente noticia por varios motivos: primero, porque supone una recompensa material a su autor más allá de los premios que una industria, la del cómic nacional e internacional, puede ofrecer ya que estos premios, a pesar de sentar bien y ser alimentos para el alma que todo artista necesita, no llenan la nevera a fin de mes y algo tan frío como esta venta de derechos, sí; segundo, porque la industria cinematográfica se fije en una historia tomada de un cómic que vaya más allá de las mallas, los superpoderes y los efectos especiales y trate con sensibilidad una circunstancia universal –la vejez- por la que todos hemos de pasar abre la puerta para que ese núcleo duro de intransigentes que siguen considerando que del Cómic no pueden salir grandes obras y se trata de un medio limitado frente a la literatura o el mismo cine abran por fin los ojos.
Sólo cabe que el proyecto cinematográfico se ponga en manos competentes y se haga una buena película que atraiga nuevos lectores a la obra original y al cómic “adulto”. Desde luego, los mimbres para tejer un cesto están ahí, Roca nos lo ha demostrado y sería interesante que los que acometan la traslación a la gran pantalla cuenten con su opinión y asesoramiento. Ahora, hará falta que el director de turno (soñando, me encantaría que el proyecto lo dirigiera Juan José Campanella y el papel de Emilio fuera para Manuel Aleixandre) sepa hacer un buen cesto.
(Off Topic: gracias a todos por los cariñosos comentarios con motivo del nacimiento de Silvia. A pesar de los cólicos, la niña está perfectamente y el papá y el resto de la familia vamos dejando un rastro de baba allá por donde pasamos, así que procuren salir a la calle con botas camperas).
(Off Topic: gracias a todos por los cariñosos comentarios con motivo del nacimiento de Silvia. A pesar de los cólicos, la niña está perfectamente y el papá y el resto de la familia vamos dejando un rastro de baba allá por donde pasamos, así que procuren salir a la calle con botas camperas).