La Literatura aparte de permitirnos viajar con la imaginación, permitirnos matar el rato y, probablemente, hacernos mejores personas, puede servir, como en este caso, de catarsis personal para sobrellevar la perdida de amigos queridos y, si de paso, te llevas el Premio Nadal 2009 pues miel sobre hojuelas.
Es lo que le ha pasado a Maruja Torres con su última obra, “Esperadme en el cielo”, escrita, según confiesa, como instrumento de superación de la muerte de sus grandes amigos y compañeros de generación, Manuel Vázquez Montalbán y Tereci Moix. A mí, toda terapia me parece positiva sin embargo, creo que la novela literariamente y como mero producto de entretenimiento se queda algo coja para tan jugoso premio. Les cuento.
En “Esperadme en el Cielo”, una comatosa Maruja Torres viaja desde la Feria del Libro de Madrid hasta el Más Allá para encontrarse con sus dos viejos amigos muertos. En el Más Allá, la autora se encuentra feliz disfrutando de su nuevo estado junto a sus compañeros con los que visitará los lugares reales e imaginarios que compartieron. Sin embargo, la Torres deberá asumir su condición de comatosa y volver, con la ayuda de sus amigos, a la tierra de los vivos una vez superada la perdida.
“Esperadme en el cielo” es una historia ligera y atropellada en la que Maruja Torres expone sus penas con una sinceridad y originalidad a tener en cuenta aunque a uno, malpensado, en casos como este siempre le queda la duda de donde empieza la escritora y acaba la persona y hasta que punto lo mediático de la autora y el contenido han podido pesar en el fallo del Premio.
“Esperadme en el cielo” me ha parecido un libro sencillo y ligero en el que pesa más el humor que la literatura a pesar de las eruditas referencias que deja intercalar la autora, convertida en protagonista única y absoluta de una historia más creíble quizás como relato intimista e introspectivo que como estrambótica y alocada novela de aventuras. Ese ejercicio de sinceridad (o no) por parte de la autora satisfará a sus seguidores, que son muchos, e irritará a sus detractores pero a mí me ha provocado bastante desazón seguir el desarrollo de una trama dispersa y confusa como pocas más allá de la premeditación buscada por la autora y que no ha acabado de engancharme en ningún momento.
En fin, espero que Maruja Torres con esta novela haya superado su pérdida pero creo que el mejor homenaje posible a Terenci Móix y al gran Manuel Vázquez Montalbán es seguir leyéndolos. Yo en cuanto pueda, me pongo a ello.
Otros Premios Nadal comentados en El lector impaciente:
“Los amigos del Crimen Perfecto” de Andrés Trapiello.
“Lo que sé de los vampiros” de Francisco Casavella.
Es lo que le ha pasado a Maruja Torres con su última obra, “Esperadme en el cielo”, escrita, según confiesa, como instrumento de superación de la muerte de sus grandes amigos y compañeros de generación, Manuel Vázquez Montalbán y Tereci Moix. A mí, toda terapia me parece positiva sin embargo, creo que la novela literariamente y como mero producto de entretenimiento se queda algo coja para tan jugoso premio. Les cuento.
En “Esperadme en el Cielo”, una comatosa Maruja Torres viaja desde la Feria del Libro de Madrid hasta el Más Allá para encontrarse con sus dos viejos amigos muertos. En el Más Allá, la autora se encuentra feliz disfrutando de su nuevo estado junto a sus compañeros con los que visitará los lugares reales e imaginarios que compartieron. Sin embargo, la Torres deberá asumir su condición de comatosa y volver, con la ayuda de sus amigos, a la tierra de los vivos una vez superada la perdida.
“Esperadme en el cielo” es una historia ligera y atropellada en la que Maruja Torres expone sus penas con una sinceridad y originalidad a tener en cuenta aunque a uno, malpensado, en casos como este siempre le queda la duda de donde empieza la escritora y acaba la persona y hasta que punto lo mediático de la autora y el contenido han podido pesar en el fallo del Premio.
“Esperadme en el cielo” me ha parecido un libro sencillo y ligero en el que pesa más el humor que la literatura a pesar de las eruditas referencias que deja intercalar la autora, convertida en protagonista única y absoluta de una historia más creíble quizás como relato intimista e introspectivo que como estrambótica y alocada novela de aventuras. Ese ejercicio de sinceridad (o no) por parte de la autora satisfará a sus seguidores, que son muchos, e irritará a sus detractores pero a mí me ha provocado bastante desazón seguir el desarrollo de una trama dispersa y confusa como pocas más allá de la premeditación buscada por la autora y que no ha acabado de engancharme en ningún momento.
En fin, espero que Maruja Torres con esta novela haya superado su pérdida pero creo que el mejor homenaje posible a Terenci Móix y al gran Manuel Vázquez Montalbán es seguir leyéndolos. Yo en cuanto pueda, me pongo a ello.
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