Planeta continua con la
reedición de la estupenda “Jeremiah” y ha llegado al tercer integral que
recopila los álbumes séptimo a noveno de la serie – “Afroamerica”, “Las aguas
de la ira” y "El invierno del payaso “(traducido como "Un invierno infernal”) - publicados a primeros de los ochenta en los que un
Hermann en plena madurez creativa derrocha talento a raudales con algunos de
los que quizás sean los mejores álbumes de la serie y de los mejores trabajos
de su carrera.
En la primera de las
aventuras, “Afroamerica”, Jeremiah y Kurdy se ven envueltos en medio de las
disputas de dos bandos enrocados en sus odios raciales y Jeremiah tendrá que
parar el conflicto si quiere evitar la ejecución de sus amigos y que
los conspiradores de ambos bandos que promueven el enfrentamiento se salgan con la
suya; en “Las aguas de las ira” aparece en escena Lena una rica heredera a la
que el temerario de Kurdy se le ocurre secuestrar y esconder en un pantano en
el que se cobija una extraña tribu de hombres rana, teniendo Jeremiah que
convencer a su amigo que libere a la chica; en “Un invierno infernal", Jeremiah
y Lena que han iniciado una relación se ven atrapados en medio del gélido
invierno en un barco varado habitado por unos sádicos freaks y deberán luchar por su vida para lograr escapar de su prisión.
Para mí Hermann en este
integral y especialmente en los álbumes “Afroamerica” y “Un invierno infernal”, alcanza uno
de sus picos creativos aunando a la perfección forma y contenido en una
narración compleja y exigente. En “Afroamerica”, mi título preferido de toda la
serie, Hermann inicia un tour de force para el lector desarrollando una trama
que va creciendo en complejidad y que se convierte en un alegato
antirracista lleno de implícitos simbolismos forzando, en lo que es
una característica esencial de la serie y su carrera, las convenciones del
género para plasmar sus propios intereses.
Esa rebeldía e innovación
frente a las formulas preestablecidas se nota especialmente en “Las aguas de la
ira” en la que Kurdy, el inseparable compañero de Jeremiah que desde siempre ha tenido su
importante cuota de protagonismo, se rebela frente al protagonista en una disputa entre
ambos personajes llevando la iniciativa durante todo el álbum, quedando una vez patente la habilidad con que Hermann maneja las situaciones y los
diversos elementos para reflejar con ironía la controversia entre los dos
amigos.
Por último, “Un invierno infernal”, que el propio Hermann señala en el sucinto comentario introductorio
del propio autor a cada uno de los álbumes que es su álbum preferido de la
serie, deja en evidencia la habilidad del autor para jugar con las atmósferas y
situaciones haciendo de la intensa sensación de frío un componente mas que
explotar para intensificar la claustrofóbica trama que plantea, jugando con
elementos de terror psicológico que le sitúan a medio camino de los discursos
de Todd Browning y Polanski.
En el aspecto gráfico, la
libertad de Hermann es absoluta y en el momento de publicación original de
estos álbumes a principio de los ochenta le colocaban en la vanguardia del
cómic de género. En estos álbumes, Hermann explora elementos y composiciones
que se volverán constantes en su carrera desde la belleza de los fieros y
mortales guepardos a la maldad grotesca y retorcida de los feos freaks construyendo
a partir de los elementos que le apetece dibujar estas excelentes historias que resisten estupendamente el paso de los años.
Hermann logró, a posteriori, en pocas ocasiones resultados tan notables como en estas tres
entregas de “Jeremiah”, tres álbumes redondos e e imprescindibles para los
admiradores del autor belga. Esperemos que Planeta prosiga pronto con la
recuperación de esta excelente serie.