Este mes nos sorprende Norma Editorial con la publicación de la hasta el momento última entrega de la serie “Bouncer”, un “western shakesperiano”, en palabras de Boucq en la que un pistolero manco de oscuro pasado mantiene la justicia en Barro-City.
Sorprendente sobre todo, por la decisión de Norma de retirar los cinco títulos anteriores de las librerías no sabemos exactamente el motivo y que podría hacer pensar en una escasez de ventas aunque más bien se puede intuir que la razón real sea aprovechar la existencia de un integral publicado en Francia para publicarlo en España. Ellos sabrán…
En esta sexta entrega, Bouncer recibe en Barro-City la visita de los apaches de la reserva quienes buscan que ocupe el lugar de su padre como guardián de la tribu. Tras superar una peligrosa prueba, el pistolero toma posesión del título para verse al poco tiempo obligado a vengar a sus protegidos, masacrados por un despiadado mercenario y sus secuaces. Al mismo tiempo, a Barro-City llega una nueva maestra que entre sus alumnos debe admitir a los cinco hijos que el siniestro y sádico forajido Axe-head tuvo con cinco mujeres distintas. Los chavales son mucho más peligrosos de lo que aparentan y pronto sembrarán el caos en la ciudad. ¿Cuál es la conexión entre Bouncer, los apaches, Axehead y la maestra? Pues la misteriosa viuda negra a la que hace referencia el título pero si quieren saber más tendrán que leer el cómic.
La sexta entrega de “Bouncer” reúne los mismos ingredientes que hacen de las cinco anteriores una lectura recomendable. Una mezcla equilibrada, en el guión de un autocontenido Jodorowsky, del más canónico y referencial género del Oeste con pintoresquismos personales, que dotan de originalidad y humor a la obra, ofreciendo el psicomago chileno constantes referencias y simbologías propias del psicoanálisis freudiano más ligeras dosis de un erotismo un tanto fetichista sin llegar a saturar al lector, con la calidad a los lápices de un François Boucq que mejora si cabe en cada entrega y, a partir de una no oculta influencia del “Blueberry” de Giraud o la filmografía de grandes directores de westerns como Ford, Leone o Peckinpah, captar mediante amplias y magníficas viñetas toda la grandeza de los espacios abiertos de Colorado sin que merme por ello la calidad de la narración y el tratamiento de los personajes, buscando a través de la distribución de la página en viñetas alargadas aproximarse al efecto “cinemascope”, dotando al cómic de un ritmo acompasado que invita a disfrutar cada uno de los detalles que el puntilloso Boucq cuida con mimo.
“La viudad negra” deja con ganas de más y es una pena que no se resuelva la trama, quedando en suspenso a la espera de la aparición del próximo álbum en Francia con la esperanza de verlo pronto editado pronto por estos lares. Una pena teniendo en cuenta que “Bouncer” probablemente es, en estos momentos, una de las series que mejor sabe aunar el trabajo de autor con la comercialidad y el entretenimiento.
Un último tirón de orejas a Norma en cuanto a la edición de la obra. No es de recibo publicar un álbum de 56 páginas en excelentes papel y cuidada reproducción a un precio que se me antoja excesivo (16 euros) para luego emborronar la edición con clamorosos fallos de rotulación como escribir canvio en lugar de cambio (pag. 38). Detalles como este emborronan todas las demás cualidades y dan una pobre imagen de la labor editorial.
Sorprendente sobre todo, por la decisión de Norma de retirar los cinco títulos anteriores de las librerías no sabemos exactamente el motivo y que podría hacer pensar en una escasez de ventas aunque más bien se puede intuir que la razón real sea aprovechar la existencia de un integral publicado en Francia para publicarlo en España. Ellos sabrán…
En esta sexta entrega, Bouncer recibe en Barro-City la visita de los apaches de la reserva quienes buscan que ocupe el lugar de su padre como guardián de la tribu. Tras superar una peligrosa prueba, el pistolero toma posesión del título para verse al poco tiempo obligado a vengar a sus protegidos, masacrados por un despiadado mercenario y sus secuaces. Al mismo tiempo, a Barro-City llega una nueva maestra que entre sus alumnos debe admitir a los cinco hijos que el siniestro y sádico forajido Axe-head tuvo con cinco mujeres distintas. Los chavales son mucho más peligrosos de lo que aparentan y pronto sembrarán el caos en la ciudad. ¿Cuál es la conexión entre Bouncer, los apaches, Axehead y la maestra? Pues la misteriosa viuda negra a la que hace referencia el título pero si quieren saber más tendrán que leer el cómic.
La sexta entrega de “Bouncer” reúne los mismos ingredientes que hacen de las cinco anteriores una lectura recomendable. Una mezcla equilibrada, en el guión de un autocontenido Jodorowsky, del más canónico y referencial género del Oeste con pintoresquismos personales, que dotan de originalidad y humor a la obra, ofreciendo el psicomago chileno constantes referencias y simbologías propias del psicoanálisis freudiano más ligeras dosis de un erotismo un tanto fetichista sin llegar a saturar al lector, con la calidad a los lápices de un François Boucq que mejora si cabe en cada entrega y, a partir de una no oculta influencia del “Blueberry” de Giraud o la filmografía de grandes directores de westerns como Ford, Leone o Peckinpah, captar mediante amplias y magníficas viñetas toda la grandeza de los espacios abiertos de Colorado sin que merme por ello la calidad de la narración y el tratamiento de los personajes, buscando a través de la distribución de la página en viñetas alargadas aproximarse al efecto “cinemascope”, dotando al cómic de un ritmo acompasado que invita a disfrutar cada uno de los detalles que el puntilloso Boucq cuida con mimo.
“La viudad negra” deja con ganas de más y es una pena que no se resuelva la trama, quedando en suspenso a la espera de la aparición del próximo álbum en Francia con la esperanza de verlo pronto editado pronto por estos lares. Una pena teniendo en cuenta que “Bouncer” probablemente es, en estos momentos, una de las series que mejor sabe aunar el trabajo de autor con la comercialidad y el entretenimiento.
Un último tirón de orejas a Norma en cuanto a la edición de la obra. No es de recibo publicar un álbum de 56 páginas en excelentes papel y cuidada reproducción a un precio que se me antoja excesivo (16 euros) para luego emborronar la edición con clamorosos fallos de rotulación como escribir canvio en lugar de cambio (pag. 38). Detalles como este emborronan todas las demás cualidades y dan una pobre imagen de la labor editorial.