Calentito todavía de la imprenta he leído el último recopilatorio de “Ex Machina” publicado por Norma Editorial que engloba los números 21 a 25 de la edición norteamericana, y calentito me tienen los señores de Norma. Les cuento.
Señores/as de Norma: no se puede editar un cómic tan mal rotulado y menos cuando lo que están publicando lo están editando en un formato ya de por sí caro y, por tanto se presupone, con unos mínimos de calidad exigibles. Generalmente, soy bastante comprensivo con estas cosas, aunque no debiera serlo, porque entiendo que una letra se le puede escapar a cualquiera aunque seas el corrector más avezado (¿tendrán corrector? Me parece que en este cómic no) pero cuando los errores son constantes cambiando el sentido completo de frases y bocadillos (“te” y “le” no es lo mismo) y caemos en errores ortográficos de bulto da un poco de vergüenza ajena (¿“sangre de orchata”? la de chufas es con h) y esto son sólo los errores más clamorosos que dañan la vista porque probablemente haya más. ¡Qué pena que algunas editoriales no cuiden más sus productos y bajo un bello envoltorio se falle en algo tan esencial!
Después del pataleo, vamos con la nueva entrega de las aventuras del Alcalde Hundred en la que es, probablemente, hasta la fecha la aproximación más realista que un cómic de superhéroes ha realizado a problemáticas reales porque lo que hace Vaughan en esta serie consiste en incorporar un elemento imaginativo, un alcalde con superpoderes que de hecho es el único superhéroe del mundo, a un entorno realista, el del Nueva York posterior al 11S y profundizar en el personaje a través de su comportamiento ante los problemas, paranoias y miedos de una sociedad, la norteamericana de las grandes urbes, para los que los superpoderes no sirven de gran cosa. En este arco argumental, el alcalde Hundred continúa digiriendo la muerte de su antigua becaria mientras se enfrenta a la presencia de un ladrón vestido de bombero en su ciudad que se dedica a robar y maltratar a sus víctimas, a las consecuencias que pueda tener para su popularidad sus opiniones sobre la marihuana y al misterio que representa la identidad de una mujer inmolada en su presencia, misterio que al resolverse le enfrentará una vez más a las consecuencias de sus actos pasados como superhéroe.
A pesar de la riqueza de ideas que en cada arco argumental derrocha Vaughan, nos encontramos ante un arco de transición tras los acontecimientos vividos en “En pie de guerra” y del que ya comenté aquí algo, en el que incorpora personajes que tendrán importancia en el futuro como January, la hermana de Journal, y recupera a algunos secundarios que ya aparecieron anteriormente. Sabiamente, Vaughan ha sabido rodear a su protagonista de personajes interesantes que le permiten profundizar en distintos aspectos de la sociedad yanqui y las intrigas de la política municipal. La historia principal es interesante y está resuelta con oficio, sus planteamientos en pro y contra de la legalización de la marihuana también, aunque hubiera sido un detalle por parte de Norma si aparte de los bocetos que incluye como extra se hubieran molestado en escribir un articulito o una introducción explicando detalles de la política municipal neoyorquina a los que hacen referencia los personajes como las leyes Rockefeller que deben ser de conocimiento para el común de los yanquis pero que al españolito medio le dejan con cara de tonto hasta que profundiza (o no) por otros medios. Vaughan cada vez maneja mejor los “flashbacks” jugando con la narración y las tramas paralelas a través de los cuatro números de “Malos Humos” demostrando una vez más que es un guionista con muchas cosas que contar y una forma original de hacerlo. Especialmente destacable resulta el número que completa el tomo titulado “En Solitario”, centrado en el personaje de Bradbury, en el que profundiza en su pasado y caracteriza perfectamente sus motivaciones para ser el guardaespaldas del alcalde Mitchell.
El hiperrealista dibujo de Tony Harris sigue sin convencerme del todo. Me parece correcto pero excesivamente frío y falto de movimiento, quizás por el abuso de modelos humanos y planos y encuadres cinematográficos. Todo hay que decirlo, el color de JD Mettler tampoco le ayuda demasiado.
En definitiva, una trama interesante que atraerá al lector no habitual de superhéroes pero decepcionará a los adictos a la testosterona y la acción pura y dura, y una colección en la que Vaughan debe enseñar dentro de poco el as que espero guarde bajo la manga porque él puede dar todavía más de sí. El tiempo lo dirá.
Más “Ex Machina” en “El lector impaciente” aquí,
Señores/as de Norma: no se puede editar un cómic tan mal rotulado y menos cuando lo que están publicando lo están editando en un formato ya de por sí caro y, por tanto se presupone, con unos mínimos de calidad exigibles. Generalmente, soy bastante comprensivo con estas cosas, aunque no debiera serlo, porque entiendo que una letra se le puede escapar a cualquiera aunque seas el corrector más avezado (¿tendrán corrector? Me parece que en este cómic no) pero cuando los errores son constantes cambiando el sentido completo de frases y bocadillos (“te” y “le” no es lo mismo) y caemos en errores ortográficos de bulto da un poco de vergüenza ajena (¿“sangre de orchata”? la de chufas es con h) y esto son sólo los errores más clamorosos que dañan la vista porque probablemente haya más. ¡Qué pena que algunas editoriales no cuiden más sus productos y bajo un bello envoltorio se falle en algo tan esencial!
Después del pataleo, vamos con la nueva entrega de las aventuras del Alcalde Hundred en la que es, probablemente, hasta la fecha la aproximación más realista que un cómic de superhéroes ha realizado a problemáticas reales porque lo que hace Vaughan en esta serie consiste en incorporar un elemento imaginativo, un alcalde con superpoderes que de hecho es el único superhéroe del mundo, a un entorno realista, el del Nueva York posterior al 11S y profundizar en el personaje a través de su comportamiento ante los problemas, paranoias y miedos de una sociedad, la norteamericana de las grandes urbes, para los que los superpoderes no sirven de gran cosa. En este arco argumental, el alcalde Hundred continúa digiriendo la muerte de su antigua becaria mientras se enfrenta a la presencia de un ladrón vestido de bombero en su ciudad que se dedica a robar y maltratar a sus víctimas, a las consecuencias que pueda tener para su popularidad sus opiniones sobre la marihuana y al misterio que representa la identidad de una mujer inmolada en su presencia, misterio que al resolverse le enfrentará una vez más a las consecuencias de sus actos pasados como superhéroe.
A pesar de la riqueza de ideas que en cada arco argumental derrocha Vaughan, nos encontramos ante un arco de transición tras los acontecimientos vividos en “En pie de guerra” y del que ya comenté aquí algo, en el que incorpora personajes que tendrán importancia en el futuro como January, la hermana de Journal, y recupera a algunos secundarios que ya aparecieron anteriormente. Sabiamente, Vaughan ha sabido rodear a su protagonista de personajes interesantes que le permiten profundizar en distintos aspectos de la sociedad yanqui y las intrigas de la política municipal. La historia principal es interesante y está resuelta con oficio, sus planteamientos en pro y contra de la legalización de la marihuana también, aunque hubiera sido un detalle por parte de Norma si aparte de los bocetos que incluye como extra se hubieran molestado en escribir un articulito o una introducción explicando detalles de la política municipal neoyorquina a los que hacen referencia los personajes como las leyes Rockefeller que deben ser de conocimiento para el común de los yanquis pero que al españolito medio le dejan con cara de tonto hasta que profundiza (o no) por otros medios. Vaughan cada vez maneja mejor los “flashbacks” jugando con la narración y las tramas paralelas a través de los cuatro números de “Malos Humos” demostrando una vez más que es un guionista con muchas cosas que contar y una forma original de hacerlo. Especialmente destacable resulta el número que completa el tomo titulado “En Solitario”, centrado en el personaje de Bradbury, en el que profundiza en su pasado y caracteriza perfectamente sus motivaciones para ser el guardaespaldas del alcalde Mitchell.
El hiperrealista dibujo de Tony Harris sigue sin convencerme del todo. Me parece correcto pero excesivamente frío y falto de movimiento, quizás por el abuso de modelos humanos y planos y encuadres cinematográficos. Todo hay que decirlo, el color de JD Mettler tampoco le ayuda demasiado.
En definitiva, una trama interesante que atraerá al lector no habitual de superhéroes pero decepcionará a los adictos a la testosterona y la acción pura y dura, y una colección en la que Vaughan debe enseñar dentro de poco el as que espero guarde bajo la manga porque él puede dar todavía más de sí. El tiempo lo dirá.
Más “Ex Machina” en “El lector impaciente” aquí,