A finales del año pasado salió casi desapercibida en el torbellino de novedades esta pequeña joya que Paco Roca (“El Faro”, “Hijos de la Alambra”) nos ofrece de la mano de la editorial Astiberri y que, sin duda, hay que incluir en cualquier listado de los mejores del año (en mi listado ocupa el segundo lugar, ya saben cuál es el primero).
A través de la historia de Emilio, un director de banca jubilado, Roca nos sumerge en la perplejidad del que ve cómo el tiempo va dictando inexorablemente sentencia, primero con el ingreso en una residencia y la traición de los hijos; más tarde, con la conmoción de entender que la conciencia, la identidad que nos define, desaparecen poco a poco víctimas de una batalla perdida de antemano frente a una enfermedad tan cruel como el Alzheimer. El autor construye una historia cercana, en el que todos reconoceremos en las anécdotas de Antonia, Anselmo, Ernesto, Miguel o el resto de los compañeros de residencia de Emilio las de un padre o un abuelo, provocando al tiempo la amargura y la sonrisa de lo cercano y cotidiano en un álbum cuyo contenido llega a lo más hondo y no puede dejar a nadie indiferente.
Tras el trasfondo de la aventura, vivencias y amistad de los protagonistas hay una realidad que nos afecta a todos, aunque la sociedad y algunos crédulos pretendan negar la evidencia: el tiempo pasa para todos y los achaques, la decrepitud y, en definitiva, la temida vejez está a la vuelta de la esquina y nada podemos hacer para evitarlo. Pero, aunque este mensaje subyace a lo largo de toda la historia, Roca prefiere centrarse en el día a día de los ancianos de la residencia, sus alegrías y sus penas, miedos y heroicidades diarias dosificando las dosis de sentimentalismo para no caer en lo melodramático y restar credibilidad a la historia que nos cuenta, ni opinar sobre los hechos que narra, dejando que la historia hable por sí misma y cada lector saque sus propias conclusiones. Si en “El Faro”, los personajes resultaban demasiado rígidos en el marco de una historia excesivamente previsible, en “Arrugas” no repite errores y sabe insuflar a todos los personajes que pueblan sus páginas de una reconocible humanidad que es muy infrecuente encontrar hoy en día en un cómic y debe servir para confirmar al autor en un puesto muy alto dentro de los historietistas nacionales. Dotado de un gran talento narrativo, Roca expone una amplitud de recursos sorprendente y lleva al máximo las posibilidades del medio para acercarnos a la realidad de una enfermedad, el Alzheimer, que, como bien describe, va minando las capacidades de los enfermos hasta convertirles en meras carcasas de las personas que las ocuparon. Con habilidad Roca incorpora a la narración pequeños retazos de la juventud y la niñez de los ancianos para mostrarnos quizás el cómo fueron o cómo se imaginan que fueron una vez. El dibujo es fluido y detallista, los diálogos medidos y creíbles, y se percibe mucho del cariño y cuidado que el artista ha debido poner en la obra. Todo confluye en el resultado final: un cómic redondo y conmovedor, que no deben dejar de leer ni recomendar a todos aquellos que conozcan. Si en mi mano estuviese sería lectura obligatoria en todos los colegios. Porque insisto, no lo olvidemos, dentro de más o menos años, nosotros podemos ser cualquiera de los personajes de Roca.
Si quieren visitar la página del artista y ver algo de su próxima obra pinchen aquí.
A través de la historia de Emilio, un director de banca jubilado, Roca nos sumerge en la perplejidad del que ve cómo el tiempo va dictando inexorablemente sentencia, primero con el ingreso en una residencia y la traición de los hijos; más tarde, con la conmoción de entender que la conciencia, la identidad que nos define, desaparecen poco a poco víctimas de una batalla perdida de antemano frente a una enfermedad tan cruel como el Alzheimer. El autor construye una historia cercana, en el que todos reconoceremos en las anécdotas de Antonia, Anselmo, Ernesto, Miguel o el resto de los compañeros de residencia de Emilio las de un padre o un abuelo, provocando al tiempo la amargura y la sonrisa de lo cercano y cotidiano en un álbum cuyo contenido llega a lo más hondo y no puede dejar a nadie indiferente.
Tras el trasfondo de la aventura, vivencias y amistad de los protagonistas hay una realidad que nos afecta a todos, aunque la sociedad y algunos crédulos pretendan negar la evidencia: el tiempo pasa para todos y los achaques, la decrepitud y, en definitiva, la temida vejez está a la vuelta de la esquina y nada podemos hacer para evitarlo. Pero, aunque este mensaje subyace a lo largo de toda la historia, Roca prefiere centrarse en el día a día de los ancianos de la residencia, sus alegrías y sus penas, miedos y heroicidades diarias dosificando las dosis de sentimentalismo para no caer en lo melodramático y restar credibilidad a la historia que nos cuenta, ni opinar sobre los hechos que narra, dejando que la historia hable por sí misma y cada lector saque sus propias conclusiones. Si en “El Faro”, los personajes resultaban demasiado rígidos en el marco de una historia excesivamente previsible, en “Arrugas” no repite errores y sabe insuflar a todos los personajes que pueblan sus páginas de una reconocible humanidad que es muy infrecuente encontrar hoy en día en un cómic y debe servir para confirmar al autor en un puesto muy alto dentro de los historietistas nacionales. Dotado de un gran talento narrativo, Roca expone una amplitud de recursos sorprendente y lleva al máximo las posibilidades del medio para acercarnos a la realidad de una enfermedad, el Alzheimer, que, como bien describe, va minando las capacidades de los enfermos hasta convertirles en meras carcasas de las personas que las ocuparon. Con habilidad Roca incorpora a la narración pequeños retazos de la juventud y la niñez de los ancianos para mostrarnos quizás el cómo fueron o cómo se imaginan que fueron una vez. El dibujo es fluido y detallista, los diálogos medidos y creíbles, y se percibe mucho del cariño y cuidado que el artista ha debido poner en la obra. Todo confluye en el resultado final: un cómic redondo y conmovedor, que no deben dejar de leer ni recomendar a todos aquellos que conozcan. Si en mi mano estuviese sería lectura obligatoria en todos los colegios. Porque insisto, no lo olvidemos, dentro de más o menos años, nosotros podemos ser cualquiera de los personajes de Roca.
Si quieren visitar la página del artista y ver algo de su próxima obra pinchen aquí.