ECC Ediciones ha tomado la
sabia decisión de reeditar tras muchos años de su primera publicación por Forum
"Marshal Law: Miedo y Asco", uno de esos tebeos que en opinión de lo que esto suscribe de obligada lectura y que debería estar
disponible en las estanterías regularmente por ser una auténtica obra maestra
de su género llamada a socavar y remover los cimientos de los moderados estetas del buen
gusto hasta puntos insospechados y ofrecer una visión de lo superheroico tan
influyente que, a pesar del tiempo transcurrido de su publicación original en el sello Epic en 1987, sigue siendo una obra rabiosamente "moderna" y su huella puede encontrarse en buena parte de lo que se ha publicado en el género posteriormente y se ha considerado rupturista.
San Francisco ha sufrido un
terrible cataclismo que ha convertido la mayor parte de la ciudad en una ruina
en la que malviven los supervivientes acosados por la que las bandas de
antiguos superhéroes licenciados de la guerra en La Zona que campan a sus anchas cometiendo desmanes y respetando solo la ley del más fuerte. Frente a la anarquía y el caos, la única figura de
autoridad y orden en ese entorno es Marshal Law, un policía solitario antiguo héroe veterano también de La Zona, quién embutido en
su traje de cuero sadomaso intenta imponer su ley con sus
peculiares métodos. Cuando empieza a operar Bacteria, un asesino en serie obsesionado
con acabar con strippers disfrazadas de Celeste, la superheroina con la que se
va a casar Espíritu Publico, el mayor superhéroe de la Nación Marshal Law habrá encontrado un
caso a la talla de sus capacidades.
Dicen los que saben de esto
del género de superhéroes que “Watchmen” es la gran obra maestra del género,
referencia obligada para entender la evolución del mismo posteriormente. Y no
les falta razón, pero generalmente se tiende olvidar de manera apresurada la
conmoción que “Miedo y Asco”, la primera
miniserie de seis números de Marshal Law de los británicos Mills y O’Neill, fue para todos
aquellos que consideraban el género superheroico un mero entretenimiento
infantil. Los autores construyeron a su manera, que bebía directamente de
la irreverencia punk, de las distopias tremendistas de Dyck (vía Scott, por
supuesto) de la osadía del cómic underground y de
las sucias tramas hard boiled de Ellroy, un meditado y reflexivo desafío a las
asentadas esencias superheroicas poniendo en tela de juicio todas sus ponderadas
cualidades en una intensísima historia cargada de sexo, mala baba y vísceras que iba mucho más allá de la sofisticada obra de Moore y Gibbons.
Mills y O’Neill forjados en
la dinámica escena británica en torno a la revista “2000 A.D”, supieron
como ninguno importar al incipiente sello Epic promovido por Marvel las fórmulas propias de “Juez Dredd” dando una vuelta de
tuerca a la creación de John Wagner y Carlos Ezquerra e ir incluso un paso más allá a través de un justiciero
sadomaso dispuesto a cazar superhéroes aunque todavía no se hubiera encontrado
ninguno. Mills construyó una trama brillante en la que mezcla la distopia
catastrofista heredera de “Mad Max” y “Blade Runner” con las fórmulas del género negro haciendo que
la historia crezca a partir de sus brillantes y cortantes diálogos y textos al
tiempo que intertextualiza mediante los sesudos cuadros de texto en los que
recoge las anotaciones de la novia de Mills una fiera crítica a la carga ejemplarizante del género al que
pertenece.
Sin duda, “Marshal Law” no
sería tan brillante sin el brutal y expresivo acabado de un magistral Kevin O’Neill que
logra dar con el punto exacto en la caracterización deprimente y sucia de sus
demasiado (sobre)humanos personajes, pero
al tiempo construye una historia clara y perfectamente hilvanada en la que a
modo de pintadas y lemas se introducen como puñetazos las máximas ideadas por
Mills y presenta a partir de su personalísimo estilo fantásticas splash carentes de cualquier autocensura y que se grabarán en las retinas de los lectores.
En fin, “Marshal Law: Miedo
y Asco” es un tebeo brillante, subversivo, valiente e inteligente en forma y fondo que a pesar de los años
transcurridos desde su publicación mantiene intacto su mensaje y adentrándose en los territorios más sórdidos del género superheroico como nadie ha sabido continuar con posterioridad. Una auténtica obra maestra que no es ni para
pusilánimes ni prejuiciosos y que seguro que, tras su lectura ,no dejará a
nadie indiferente.