Me ha fastidiado bastante el tener que ir aplazando la segunda entrega del “Iron Man” de Jon Favreau, una de las películas que esperaba con más ganas de las anunciadas para este año dado el buen sabor de boca que me dejó la primera parte. Las expectativas eran altas y, como suele suceder siempre que se crean expectativas, las posibilidades de sentirme decepcionado se incrementaban notablemente. Pues bien, ayer pude por fin acudir al cine y la verdad es que disfruté como un enano. Les cuento.
Esta segunda entrega, retoma la acción unos meses después del momento en que finalizó la anterior con un Tony Stark que debe compadecer ante una comisión gubernamental que le presiona para que comparta sus secretos con el ejército y a la que debe demostrar estar capacitado para llevar la armadura. Tony se encuentra en su peor momento, con su corazón más débil que nunca, su empresa en una perpetúa crisis en la que debe competir con Justin Hammer, proveedor favorito del ejército, y sobrellevar su alocada vida de playboy para consternación de sus amigos. Para complicarlo todo un poquito más, con ganas de venganza llega desde Rusia con amor, el hijo de un antiguo socio de su padre poseedor de una tecnología similar a la de su armadura que puede llegar a acabar con el Hombre de Hierro. Cuando todos estos problemas se juntan, quizás ni el mismísimo Hombre de Hierro será capaz de solucionarlos.
“Iron Man 2” confirma que el género superheroico trasladado al cine ha alcanzado su madurez como ya apuntara la primera parte y a los más críticos debería convencer que el entretenimiento no está reñido con una buena historia con muchos efectos especiales. Jon Favreau demuestra inteligencia explotando las virtudes de la primera entrega de las que sobresale la interpretación del elenco de actores que repite, encabezado por Robert Downey Jr. (que ha dado una nueva dimensión al soso de Tony Stark), actores que parecen disfrutar en sus roles y estar pasándoselo bien, a los que se añaden otros de categoría como Samuel L. Jackson que como Nick Furia da el contrapunto a Robert Downey Jr en una aportación mayor que el cameo de la primera entrega, la perturbadora Scarlett Johansson que despeja todas las dudas sobre su idoneidad como Viuda Negra y un Mickey Rourke que ya lleva algún tiempo convenciéndonos de que hay vida después de la muerte.
Como buena adaptación que es, la historia es fiel a la esencia de los personajes sin tener por ello que ofrecer una adaptación literal de los mismos realizando una adecuada labor de síntesis que resume bastante bien su idiosincrasia y modifica lo que no le vale con coherencia como ocurre con el personaje de Hammer o la redefinición que hace de Látigo dando un nuevo enfoque a este personaje más complejo que el del matón tontorrón del cómic y logrando hacernos creer que es un tipo capaz de hacerle sudar la gota gorda a Iron Man para vencerle. La película poda muchos de los aderezos de Bendis y Millar que en el cómic funcionan con dificultad pero en el cine ganan, y si a ello se le suma una narración ágil y moderna con ciertos guiños a los videojuegos (Favreau ha sacado conclusiones interesantes de los aciertos de esa joyita denostada que es “Speed Racer”), unos efectos especiales logrados y ajustados a la historia y un medido uso de recursos tradicionales bien aplicados, como la estupenda banda sonora, “Iron Man 2” se convierte en una versión mejorada de la anterior entrega y un entretenimiento altamente recomendable para cualquier cinéfilo sin perjuicios, independientemente de su edad y conocimiento previo de los personajes.
En definitiva, “Iron Man 2” es una excelente película que deja con ganas de mucho más pero, también, una pieza más de un proyecto mucho más ambicioso que permitirá trasladar al cine lo mejor del Universo Marvel aprovechando los mismos recursos que Lee, Kirby y cia demostraron efectivos hace décadas. Lo que llevamos visto hasta ahora no decepciona a la espera de lo que pueda hacer Branagh en “Thor”. Impaciente espero.
Esta segunda entrega, retoma la acción unos meses después del momento en que finalizó la anterior con un Tony Stark que debe compadecer ante una comisión gubernamental que le presiona para que comparta sus secretos con el ejército y a la que debe demostrar estar capacitado para llevar la armadura. Tony se encuentra en su peor momento, con su corazón más débil que nunca, su empresa en una perpetúa crisis en la que debe competir con Justin Hammer, proveedor favorito del ejército, y sobrellevar su alocada vida de playboy para consternación de sus amigos. Para complicarlo todo un poquito más, con ganas de venganza llega desde Rusia con amor, el hijo de un antiguo socio de su padre poseedor de una tecnología similar a la de su armadura que puede llegar a acabar con el Hombre de Hierro. Cuando todos estos problemas se juntan, quizás ni el mismísimo Hombre de Hierro será capaz de solucionarlos.
“Iron Man 2” confirma que el género superheroico trasladado al cine ha alcanzado su madurez como ya apuntara la primera parte y a los más críticos debería convencer que el entretenimiento no está reñido con una buena historia con muchos efectos especiales. Jon Favreau demuestra inteligencia explotando las virtudes de la primera entrega de las que sobresale la interpretación del elenco de actores que repite, encabezado por Robert Downey Jr. (que ha dado una nueva dimensión al soso de Tony Stark), actores que parecen disfrutar en sus roles y estar pasándoselo bien, a los que se añaden otros de categoría como Samuel L. Jackson que como Nick Furia da el contrapunto a Robert Downey Jr en una aportación mayor que el cameo de la primera entrega, la perturbadora Scarlett Johansson que despeja todas las dudas sobre su idoneidad como Viuda Negra y un Mickey Rourke que ya lleva algún tiempo convenciéndonos de que hay vida después de la muerte.
Como buena adaptación que es, la historia es fiel a la esencia de los personajes sin tener por ello que ofrecer una adaptación literal de los mismos realizando una adecuada labor de síntesis que resume bastante bien su idiosincrasia y modifica lo que no le vale con coherencia como ocurre con el personaje de Hammer o la redefinición que hace de Látigo dando un nuevo enfoque a este personaje más complejo que el del matón tontorrón del cómic y logrando hacernos creer que es un tipo capaz de hacerle sudar la gota gorda a Iron Man para vencerle. La película poda muchos de los aderezos de Bendis y Millar que en el cómic funcionan con dificultad pero en el cine ganan, y si a ello se le suma una narración ágil y moderna con ciertos guiños a los videojuegos (Favreau ha sacado conclusiones interesantes de los aciertos de esa joyita denostada que es “Speed Racer”), unos efectos especiales logrados y ajustados a la historia y un medido uso de recursos tradicionales bien aplicados, como la estupenda banda sonora, “Iron Man 2” se convierte en una versión mejorada de la anterior entrega y un entretenimiento altamente recomendable para cualquier cinéfilo sin perjuicios, independientemente de su edad y conocimiento previo de los personajes.
En definitiva, “Iron Man 2” es una excelente película que deja con ganas de mucho más pero, también, una pieza más de un proyecto mucho más ambicioso que permitirá trasladar al cine lo mejor del Universo Marvel aprovechando los mismos recursos que Lee, Kirby y cia demostraron efectivos hace décadas. Lo que llevamos visto hasta ahora no decepciona a la espera de lo que pueda hacer Branagh en “Thor”. Impaciente espero.
Sobre la primera parte, aquí.