Una de las sorpresas más agradables que nos dejó el año pasado fue este “Daytripper”, firmado al alimón por los gemelos brasileños Fábio Moon y Gabriel Bá, que aportó algo de frescura en el acomodado sello Vertigo, últimamente más preocupado por primar la comercialidad de sus obras que por dar salida a temáticas que difícilmente encontrarían acomodo dentro del “maisntream” como era su objetivo inicial. Pues bien, “Daytripper” es el tebeo que rompe esa regla.
Esta miniserie de diez episodios que Planeta ha reunido en un bonito volumen narra la vida y las muertes de un personaje ficticio Bras de Oliveira desde su infancia, centrándose cada uno de los episodios en un momento trascendental de su existencia.
La premisa de la que parte esta obra no es nueva ya que el género biográfico, ya sea de personaje real o imaginado, cuenta con bastante raigambre en el mundo del cómic. Sin embargo, sí que resulta original la forma de plantear la historia del equipo creativo entroncada más en los planteamientos del realismo mágico literario sudamericano y la nouvelle vague de la BD europea que en la tradición realista anglosajona y que logra mantener el interés por las experiencias vitales del personaje protagonista a través de originales recursos entre los que destacan la presentación desordenada de los distintos episodios de la vida del protagonista (señalando únicamente en los créditos su edad para que sea cada lector el encargado de ordenar la cronología) y concluyendo cada episodio con una supuesta muerte del protagonista.
A pesar de la reiteración del mismo esquema narrativo constante que se mantiene hasta los capítulos finales de la obra y que a la larga provocan que el efecto sorpresa inicial se pierda rápidamente, lo que más me ha gustado es el tratamiento, desarrollo y evolución del personaje protagonista y su pequeño microcosmos, descrito con sensibilidad pero sin sensiblería y mostrando la fragilidad, grandezas y altibajos, del hombre corriente, logrando completamente el que se me antoja objetivo de los autores de convertir la obra en una exaltación de la vida sin ignorar por ello el hecho que en algún momento todos hemos de morir (algo que a pesar de ser una verdad de perogrullo -carpe diem, que decían los antiguos- en las sociedades occidentales contemporáneas cada vez resulta más incómodo de admitir).
El interés por la historia se mantiene gracias a la capacidad de los autores para lograr que el lector empatice con los conflictos, tan comunes a pesar de sus particularidades, a los que se enfrenta el protagonista a lo largo de su vida, convirtiéndose Bras en un amigo entrañable con el que no resulta difícil identificarse.
En el aspecto gráfico, el dibujo de los autores resulta muy adecuado para la obra, plástico, detallista y realista presentado figuras altamente estilizadas que se ven reforzadas por la excelente labor de un Dave Stewart inspirado que realiza uno de sus mejores trabajos hasta la fecha..