Los aficionados al cómic europeo estamos de enhorabuena con la aparición de la nueva obra de Jean Pierre Gibrat, uno de los mejores dibujantes que pululan más allá de los Pirineos, Gibrat es un autor minucioso y preciosista, exquisito en todas sus viñetas y que cuenta con numerosos seguidores en nuestro país que se engancharon hace ya demasiado tiempo a sus bellas mujeres (probablemente Gibrat sea uno de los dibujantes que mejor retrate la belleza femenina en el cómic) y sus elaboradas historias en las que mezcla en un justo equilibrio el costumbrismo con la guerra en obras como “El vuelo del cuervo” o “La prórroga”. En ese sentido, “Mattéo” la nueva obra que nos ocupa, resulta continuista y renovadora al tiempo, ya que si bien nos encontramos con una historia ambientada en la I Guerra Mundial en la que se da cuenta del horror de la Gran Guerra a través de las andanzas del joven Mattéo, nos encontramos con un Gibrat renovado en cuanto a estilo que da una vez más lo mejor de sí en el apartado gráfico.
Mattéo es un joven emigrante español, hijo de un anarquista huido a Francia, que vive junto a su madre en un pequeño pueblecito. Allí vive tranquilamente, enamorado de Juliette, una jovencita cuyos continuos mohines y su preferencia por Guilláume, el señorito del lugar le provocan los mil males. Cuando la I Guerra Mundial estalla y los franceses corren a alistarse voluntarios henchidos de orgullo patriótico mientras el pacifista Mattéo se mantiene al margen hasta que, picado por su amor, se aliste. En la Guerra de Trincheras, Mattéo será testigo de primera mano de toda la miseria y el horror de la guerra e intentará sobrevivir a una guerra que no es suya a la que se ha visto empujado por impresionar a una chica (¿y quién no ha hecho alguna tontería por una mujer?). ¿Sobrevivirá Mattéo a la Gran Guerra?¿Conquistará a Juliette?¿A quién preferirá esta al pacífico Mattéo o al arrogante Guilláume? Para contestar a todas estas preguntas, tendrán que leerse el tebeo.
Es difícil acercarse a la I Guerra Mundial desde el cómic sin hacer referencia a esa obra maestra que es “La Guerra en las Trincheras” de Tardi y, aunque "Mattéo", no aguante una comparación con la misma en el tratamiento crudo y realista de la I Guerra Mundial, no hemos de olvidar que la guerra en la obra de Gibrat, aunque en definitiva denuncie sus horrores, no es el motor de la historia sino que sirve para contextualizar y ambientar el entorno en que se mueven sus protagonistas que en sus obras suelen ser desertores, pacifistas y sinvergüenzas que se muestran escépticos frente a su supuesta grandeza. Sin embargo, en “Mattéo”, respecto a otras obras, Gibrát muestra su interés por mostrar la crudeza de la guerra de una manera más explícita aunque no falten tampoco otros elementos habituales en su obra como el costumbrismo o el amor aunque, en esta ocasión, el elemento erótico resulta mucho más mitigado.
Gráficamente, en “Mattéo” se muestra como un narrador mucho más maduro que en otros trabajos ofreciendo algunas soluciones narrativas con las que pretende sorprender al lector desde las primeras páginas pero es estilísticamente donde se puede encontrar una mayor evolución. No se preocupen que en “Mattéo” van a encontrarse con un Gibrat igual de preciosista y metódico que en anteriores trabajos pero que en esta obra opta por una técnica en la que el uso del color se vuelve primordial para crear atmósferas y situaciones como no se ha visto anteriormente. Gibrat hace un uso exquisito de la aguada para buscar diferentes y preciosos contrastes en el que los rojos y azules resaltan sobre los apagados ocres en una demostración exquisita de dominio técnico y en el que sus lápices se muestran nítidos y que convierten cada viñeta en una auténtica obra de arte en la que demorarse apreciando el cuidadoso acabado de sus composiciones.
“Mattéo” es una obra excelente en la que los que ya conocen la obra anterior de Gibrat se reencontrarán con todos aquellos elementos que les gustaron y con un autor inquieto con ganas de evolucionar sin dejar de ser coherente con su estilo mientras que los que se acerquen por primera vez quedarán deslumbrados ante el trabajo de uno de los mejores dibujantes europeos de las últimas décadas. Esperemos que no se demore demasiado la publicación de la segunda parte de la obra y que esté a la altura de esta. Una gozada.
En cuanto a la edición de Norma, no se la puede poner ningún pero ya que aunque resulte algo cara me parece perfecta para disfrutar del dibujo de Gibrat. En esta ocasión, el esfuerzo merece la pena. Ustedes deciden.
Mattéo es un joven emigrante español, hijo de un anarquista huido a Francia, que vive junto a su madre en un pequeño pueblecito. Allí vive tranquilamente, enamorado de Juliette, una jovencita cuyos continuos mohines y su preferencia por Guilláume, el señorito del lugar le provocan los mil males. Cuando la I Guerra Mundial estalla y los franceses corren a alistarse voluntarios henchidos de orgullo patriótico mientras el pacifista Mattéo se mantiene al margen hasta que, picado por su amor, se aliste. En la Guerra de Trincheras, Mattéo será testigo de primera mano de toda la miseria y el horror de la guerra e intentará sobrevivir a una guerra que no es suya a la que se ha visto empujado por impresionar a una chica (¿y quién no ha hecho alguna tontería por una mujer?). ¿Sobrevivirá Mattéo a la Gran Guerra?¿Conquistará a Juliette?¿A quién preferirá esta al pacífico Mattéo o al arrogante Guilláume? Para contestar a todas estas preguntas, tendrán que leerse el tebeo.
Es difícil acercarse a la I Guerra Mundial desde el cómic sin hacer referencia a esa obra maestra que es “La Guerra en las Trincheras” de Tardi y, aunque "Mattéo", no aguante una comparación con la misma en el tratamiento crudo y realista de la I Guerra Mundial, no hemos de olvidar que la guerra en la obra de Gibrat, aunque en definitiva denuncie sus horrores, no es el motor de la historia sino que sirve para contextualizar y ambientar el entorno en que se mueven sus protagonistas que en sus obras suelen ser desertores, pacifistas y sinvergüenzas que se muestran escépticos frente a su supuesta grandeza. Sin embargo, en “Mattéo”, respecto a otras obras, Gibrát muestra su interés por mostrar la crudeza de la guerra de una manera más explícita aunque no falten tampoco otros elementos habituales en su obra como el costumbrismo o el amor aunque, en esta ocasión, el elemento erótico resulta mucho más mitigado.
Gráficamente, en “Mattéo” se muestra como un narrador mucho más maduro que en otros trabajos ofreciendo algunas soluciones narrativas con las que pretende sorprender al lector desde las primeras páginas pero es estilísticamente donde se puede encontrar una mayor evolución. No se preocupen que en “Mattéo” van a encontrarse con un Gibrat igual de preciosista y metódico que en anteriores trabajos pero que en esta obra opta por una técnica en la que el uso del color se vuelve primordial para crear atmósferas y situaciones como no se ha visto anteriormente. Gibrat hace un uso exquisito de la aguada para buscar diferentes y preciosos contrastes en el que los rojos y azules resaltan sobre los apagados ocres en una demostración exquisita de dominio técnico y en el que sus lápices se muestran nítidos y que convierten cada viñeta en una auténtica obra de arte en la que demorarse apreciando el cuidadoso acabado de sus composiciones.
“Mattéo” es una obra excelente en la que los que ya conocen la obra anterior de Gibrat se reencontrarán con todos aquellos elementos que les gustaron y con un autor inquieto con ganas de evolucionar sin dejar de ser coherente con su estilo mientras que los que se acerquen por primera vez quedarán deslumbrados ante el trabajo de uno de los mejores dibujantes europeos de las últimas décadas. Esperemos que no se demore demasiado la publicación de la segunda parte de la obra y que esté a la altura de esta. Una gozada.
En cuanto a la edición de Norma, no se la puede poner ningún pero ya que aunque resulte algo cara me parece perfecta para disfrutar del dibujo de Gibrat. En esta ocasión, el esfuerzo merece la pena. Ustedes deciden.