ECC Ediciones sigue recuperando a buen ritmo los
títulos de la línea Elseworlds y apuesta con acierto por uno de
los menos conocidos pero que más calidad atesora en sus páginas, “Batman: Nueve Vidas”
(2002) en el que el equipo creativo formado por el guionista Dean Motter y el
dibujante Michael Lark, que habían recogido buenas crítias con su “Terminal City”,
construyeron un exquisito homenaje al thriller clásico, apuntando una tendencia retro y noir, en el
género superheroico en particular y el mainstream norteamericano en general, que se
consolidaría en los años posteriores hasta nuestros días.
En las poco recomendables
alcantarillas de Gotham, que se dicen habitadas por grandes cocodrilos, aparece
el cadáver de Selina Kyle, una atractiva femme fatale que guardaba los secretos
de los hombres más poderosos y siniestros de la Ciudad. La muerte de Selina afectará a los nueve hombres que se cruzaron en su vida,
cada uno con motivos y oportunidades para acabar con la chica
pero serán Batman y Dick Grayson, que también son sospechosos, los que tendrán que descubrir la identidad del
asesino.
Dean Motter no es un
guionista que se haya prodigado mucho – su creación más destacada “Míster X” es un
cómic independiente publicado en España hace años por Norma Editoria que pese a su calidad no ha despertado demasiada curiosidad- pero sus
escasas aportaciones en “Grendel”, “Terminal City” o este “Batman: Nueve Vidas” destacan por su buen gusto e inteligencia dando lugar a obras muy por encima de la media del mainstream.
“Batman: “Nueve Vidas” estira al máximo las premisas de la línea Elseworlds para
otorgar un rol diverso al habitual a algunos de los más reconocibles personajes
del universo batmaniaco y componer un intenso thriller más cercano a las
novelas de Dashiell Hammett o las pelis de Howard Hawks que a los cómics de Bob Kane y Bill Finger.
Motter sabe dotar de un
componente realista y cínico a los
principales personajes que, exceptuando al mismo Batman o a Croc se encuentran en
algunos casos bastante alejados de sus identidades habituales aunque resulten
fácilmente identificables en el juego planteado por el guionista. Bajo esta premisas,
entreteje una efectiva trama noir que se lee con agrado aunque en algunos momentos resulte un tanto artificiosa
como, por otro lado, suele suceder en las novelas de Hammett o Chandler.
Resulta especialmente
interesante en el planteamiento de esta historia que el protagonismo no orbita
sobre Bruce Wayne o Batman sino que el motor de la
historia es Dick Grayson transformado en un detective de la talla de Sam Spade
o Phillip Marllowe dispuesto a resolver el caso por sus propios motivos
personales. Motter referencia perfectamente las diversas situaciones típicas
del noir con los personajes que maneja mostrando su dominio de los resortes del género y dejando patente una vez más la capacidad
de la mayor parte de estos personajes de ficción para adaptarse a distintos
tratamientos y roles a lo largo de los años.
La historia está llena de
inteligentes guiños intertextuales que enriquecen la lectura y el guión bien
resuelto pero donde da el salto de calidad es en el aspecto gráfico en el que un
Michael Lark sobresaliente empezó a sentar cátedra sobre sus capacidades en
la recreación de los ambientes retro y noir con un dibujo conciso y de fuertes
contrastes que imita el laconismo expresionista de los grandes clásicos del
thriller cinematográfico, efecto reforzado con acierto con la elección del formato apaisado
para potenciar en el lector la sensación, mientras lee el tebeo, que está
visionando una de aquellas maravillosas producciones de la RKO o la Waner.Pero no solo de cine se nutren las referencias de Lark y Motter sino que también se rinde tributo a grandes títulos del cómic negro como el "Rip Kirby" de Alex Raymond, especialmente en los flirteos entre Dick Grayson y su secretaria, Barbara Gordon.
“Batman: Nueve Vidas” es un
estupendo punto y aparte en el Universo Batmaníaco, pero visto como las convenciones
del thriller se han ido incorporando abiertamente al universo del Hombre
Murciélago en series como “Gotham Central” o “Detective Comic” en su momento supuso un imprescindible aperitivo a todo lo bueno que estaba por venir y la convierte hoy por hoy en una obra referencial para
entender ese proceso.