Resulta curioso, dados los tiempos que corren en el cómic mainstream norteamericano y deja patente lo consolidada que está esta serie que en el décimo quinto recopilatorio que acaba de publicar Planeta y reúne los números 85 a 90 de la serie original, como Kirkman es capaz de ir contracorriente de las modas imperantes en las que apenas se esbozan esquemáticamente los personajes dejando a partir de unas pocas referencias que sea cada lector quién mal que bien rellene los huecos, y dedique prácticamente todo el TPB al análisis de la conducta de los personajes tras los acontecimientos de la entrega anterior, poniendo especial atención a los diálogos y practicando, como ya es habitual por otro lado, una pausa para ir preparando nuevos giros de la historia.
Mientras el pequeño Carl continua comatoso, Rick intenta demostrar fortaleza asumiendo el mando de la comunidad para intentar sacarla adelante estableciendo nuevas medidas para enfrentarse a los zombis sin ser consciente que entre los antiguos miembros de la comunidad el nuevo liderazgo no está siendo bien acogido. Mientras tanto, el resto de los personajes principales –Samuel, Andrea, Michonne- se replantean sus propias relaciones personales en un nuevo mundo en el que cada vez resulta más complicado mantener la ilusión de humanidad.
A pesar del desgaste que conlleva alcanzar los noventa episodios, Kirkman continua siendo capaz de dar una vuelta de tuerca más a sus queridos personajes y mantener nuestro interés en torno a las comeduras de tarro de Rick y compañía en un tomo en que los zombis tienen una presencia testimonial y se centra en profundizar y analizar las relaciones entre los personajes. Es cierto que vistas desde fuera algunas de las reacciones y comportamientos de estos pueden resultar al lector poco creíbles o comprensibles, pero para ello un siempre inteligente Kirkman se preocupa de justificar a estos a través de unos eficaces y magníficos diálogos, algunos de los cuáles se encuentran entre los mejores de toda la serie (especial atención a la conversación entre Samuel y Rita…Tremendo).
En el aspecto gráfico, Adlard me ha gustado más que en otras ocasiones, aprovechando las posibilidades del clarooscuro para reflejar la tensión psicológica a la que están sometidos los personajes y demostrando en mi opinión que es un dibujante más adecuado para estos números en los que la acción queda en segundo plano y el ritmo se modera que para aquellos más trepidantes y terroríficos.
Esta nueva entrega de Planeta –bastante ajustada de precio- incluye un nuevo cuadernillo extra con las portadas de los números 17 a 24 con lo que poco a poco podremos ir contando el resto de las portadas de la serie. Un buen detalle por parte de la editorial que merece la pena destacarse.
Mientras el pequeño Carl continua comatoso, Rick intenta demostrar fortaleza asumiendo el mando de la comunidad para intentar sacarla adelante estableciendo nuevas medidas para enfrentarse a los zombis sin ser consciente que entre los antiguos miembros de la comunidad el nuevo liderazgo no está siendo bien acogido. Mientras tanto, el resto de los personajes principales –Samuel, Andrea, Michonne- se replantean sus propias relaciones personales en un nuevo mundo en el que cada vez resulta más complicado mantener la ilusión de humanidad.
A pesar del desgaste que conlleva alcanzar los noventa episodios, Kirkman continua siendo capaz de dar una vuelta de tuerca más a sus queridos personajes y mantener nuestro interés en torno a las comeduras de tarro de Rick y compañía en un tomo en que los zombis tienen una presencia testimonial y se centra en profundizar y analizar las relaciones entre los personajes. Es cierto que vistas desde fuera algunas de las reacciones y comportamientos de estos pueden resultar al lector poco creíbles o comprensibles, pero para ello un siempre inteligente Kirkman se preocupa de justificar a estos a través de unos eficaces y magníficos diálogos, algunos de los cuáles se encuentran entre los mejores de toda la serie (especial atención a la conversación entre Samuel y Rita…Tremendo).
En el aspecto gráfico, Adlard me ha gustado más que en otras ocasiones, aprovechando las posibilidades del clarooscuro para reflejar la tensión psicológica a la que están sometidos los personajes y demostrando en mi opinión que es un dibujante más adecuado para estos números en los que la acción queda en segundo plano y el ritmo se modera que para aquellos más trepidantes y terroríficos.
Esta nueva entrega de Planeta –bastante ajustada de precio- incluye un nuevo cuadernillo extra con las portadas de los números 17 a 24 con lo que poco a poco podremos ir contando el resto de las portadas de la serie. Un buen detalle por parte de la editorial que merece la pena destacarse.