Debo confesar que hasta que no me hice con el tomo integral de “El Cazador de Rayos” que hace unos meses publicó Dolmen Editorial apenas conocía nada de la producción de Kenny Ruiz. Sí, un autor que Festival a Festival a lo largo de los últimos años cosechaba galardones y premios, tanto de la crítica como del público, pero que, sin embargo, siempre que iba a hacerme con alguno de sus tebeos encontraba otro del que encapricharme y, cuando volvía a la librería, ya habían volado. No me extraña, porque tras la lectura del integral, puedo decir sin temor a meter demasiado la pata que Kenny Ruiz es uno de los autores españoles que mejor sabe aunar calidad artística con comercialidad y “El Cazador de Rayos”, probablemente una de las obras claves de la última década del cómic español.
En una tierra poscataclísmica asolada por tormentas terribles que no dejan pasar la luz del Sol en ningún momento, los escasos supervivientes se hacinan en las ruinas de la antigua civilización intentando sobrevivir. Kain, perteneciente a uno de los numerosos clanes existentes que luchan entre sí, parte con un grupo de compañeros elegidos hacia la Ciudad del Norte, para intentar materializar la profecía que le señala como el cazador de rayos, el elegido para devolver la luz al mundo. Para ello, debe abandonar a su hija y correr junto a sus compañeros numerosas aventuras intentando ser digno de un destino que no ha elegido y sobrevivir a los ataques de los misteriosos personajes que tratan impedir su misión.
Este integral es una buena oportunidad para poder apreciar la evolución de Kenny Ruiz a lo largo de los años en una aventura que reúne muchos tópicos del género posapocaliptico tipo “Jeremiah”, “Mad Max”,o “El Cartero” de David Brin, a los que Ruiz incorpora elementos propios de las sagas de fantasía como “El Señor de los anillos”, del que Kenny toma alguna idea (ese periplo por el Metro devastado, habitado por los devoradores de carne me ha recordado a la travesía de los Compañeros del Anillo por las Minas de Moria), pero que trasciende los tópicos por la buena planificación de la historia alrededor de un protagonista principal muy bien caracterizado y dotado de ciertas debilidades que le humanizan y acercan al lector. Quizás a la serie el único pero que se le pueda poner es la ausencia de un álbum intermedio más que hubiera permitido a Kenny definir mejor las motivaciones de algunos de los secundarios que acompañan a Kain en su viaje a la ciudad del Norte, limitado por las características del formato álbum, pero aun así la historia resulta muy entretenida y agradable, devorándose los tres álbumes en un suspiro.
Kenny Ruiz logra depurar un estilo propio a medio camino del manga a lo “Akira”, y de la escuela de animación Disney, a lo Alary en “Belladona”-, perfectamente reconocible y aunque en principio las referencias a autores como Miller u Otomo son evidentes, pronto se olvidan ante su buen hacer, mostrando una enorme habilidad a la hora de caracterizar el mundo en que se desarrolla la historia, poniendo especial cuidado en el tratamiento del color y la composición de la página, confirmándose finalmente como un autor maduro, completo y sin fisuras, listo para saltar al mercado internacional.
La edición integral de Dolmen está bastante bien, ajustada de precio e incluye extras interesantes y un prólogo de Víctor Santos, siendo el único defecto que se le puede poner la reducción de tamaño respecto a los álbumes originales.
En fin, “El cazador de rayos” es un excelente cómic a exportar a otros países y el eclecticismo de Ruiz satisfará a todo tipo de lectores. Un autor a seguir de cerca. Échenle un ojo, si pueden.
Para visitar el blog de Kenny Ruiz pinchen aquí.
En una tierra poscataclísmica asolada por tormentas terribles que no dejan pasar la luz del Sol en ningún momento, los escasos supervivientes se hacinan en las ruinas de la antigua civilización intentando sobrevivir. Kain, perteneciente a uno de los numerosos clanes existentes que luchan entre sí, parte con un grupo de compañeros elegidos hacia la Ciudad del Norte, para intentar materializar la profecía que le señala como el cazador de rayos, el elegido para devolver la luz al mundo. Para ello, debe abandonar a su hija y correr junto a sus compañeros numerosas aventuras intentando ser digno de un destino que no ha elegido y sobrevivir a los ataques de los misteriosos personajes que tratan impedir su misión.
Este integral es una buena oportunidad para poder apreciar la evolución de Kenny Ruiz a lo largo de los años en una aventura que reúne muchos tópicos del género posapocaliptico tipo “Jeremiah”, “Mad Max”,o “El Cartero” de David Brin, a los que Ruiz incorpora elementos propios de las sagas de fantasía como “El Señor de los anillos”, del que Kenny toma alguna idea (ese periplo por el Metro devastado, habitado por los devoradores de carne me ha recordado a la travesía de los Compañeros del Anillo por las Minas de Moria), pero que trasciende los tópicos por la buena planificación de la historia alrededor de un protagonista principal muy bien caracterizado y dotado de ciertas debilidades que le humanizan y acercan al lector. Quizás a la serie el único pero que se le pueda poner es la ausencia de un álbum intermedio más que hubiera permitido a Kenny definir mejor las motivaciones de algunos de los secundarios que acompañan a Kain en su viaje a la ciudad del Norte, limitado por las características del formato álbum, pero aun así la historia resulta muy entretenida y agradable, devorándose los tres álbumes en un suspiro.
Kenny Ruiz logra depurar un estilo propio a medio camino del manga a lo “Akira”, y de la escuela de animación Disney, a lo Alary en “Belladona”-, perfectamente reconocible y aunque en principio las referencias a autores como Miller u Otomo son evidentes, pronto se olvidan ante su buen hacer, mostrando una enorme habilidad a la hora de caracterizar el mundo en que se desarrolla la historia, poniendo especial cuidado en el tratamiento del color y la composición de la página, confirmándose finalmente como un autor maduro, completo y sin fisuras, listo para saltar al mercado internacional.
La edición integral de Dolmen está bastante bien, ajustada de precio e incluye extras interesantes y un prólogo de Víctor Santos, siendo el único defecto que se le puede poner la reducción de tamaño respecto a los álbumes originales.
En fin, “El cazador de rayos” es un excelente cómic a exportar a otros países y el eclecticismo de Ruiz satisfará a todo tipo de lectores. Un autor a seguir de cerca. Échenle un ojo, si pueden.
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