Que largos eran los veranos de antaño en los pueblos de la piel de toro cuando los niños urbanitas que fuimos nos dispersábamos durante los meses de verano por las tierras de nuestros ancestros a conocer otros tipos de calor y aburrimiento. Había momentos de esparcimiento, claro, pero en aquellos tiempos y en aquellos pueblos o los tebeos te los llevabas de casa y los releías hasta aprenderlos de memoria o te dedicabas, tras ver “La fuga de Logan” o “El coche fantástico” después de comer, a intentar dormitar hasta que bajaban los calores mientras la casa familiar permanecía en penumbra sumida el sacrosanto mandamiento de la siesta. Ante ese panorama, descubrir en el estanco del pueblo –una casa como otra cualquiera en la que vendían tabaco y libros de baratillo- revistas y tebeos polvorientos de dudosa procedencia, el número de “Los Micronautas” de Ediciones Vertice que reproduzco más abajo salvó mi cordura.
“Los Micronautas”, un grupo de rebeldes interdimensionales exiliados en la Tierra desde su Microverso de origen perseguidos por un cruel dictador dispuesto a acabar con ellos a cualquier precio, era una epopeya cósmica a la altura de “La Guerra de las Galaxias” pero que reducida a las dos aventuras que incluía el tebeo proporcionó a mi imaginación infantil emociones y aventuras sin fin intentando adivinar como continuaba la historia. Me pasé aquel verano y algunos años más buscando la continuación de las aventuras de aquellos personajes pero entre que Internet todavía era Ciencia Ficción y los escasos ejemplares del Rastro se escapaban de mi exiguo presupuesto no fue hasta muchos años después –y una curiosa serie limitada en la que los Micronautas compartían protagonismo con La Patrulla X por medio- en que pude leer completa la saga y comprobar que aquel tebeo tan sobresaliente no solo había sido mágico para mí sino que además pertenecía a una brillante serie de culto al menos dos veces maldita.
Y es que “Los Micronautas” habían nacido en 1979 de la unión de dos autores tan extraordinarios y contestatarios como el esquivo Michael Golden y el sorprendente Bill Mantlo a los que por desgana u olfato para los cómics Starlin dio libertad para convertir lo que en principio no era más que una serie limitada para promocionar los muñequitos articulados de una empresa juguetera en una aventura épica de alcance cósmico plagada de personajes carismáticos, un canto a la aventura que se extendió durante casi sesenta números y cuatro años gracias a la habilidad de Mantlo para renovar el interés de los lectores, aunque Golden tras los espectaculares doce primeros números abandonase la serie, siendo sustituido por gente tan competente como Howard Chaykin, Pat Broderick, Butch Guice, o Gil Kane, entre otros.
“Los Micronautas”, a pesar de su brillantez y ser uno de los mejores tebeos Marvel de los primeros ochenta, hoy en día es un tebeo olvidado, salvo para unos pocos, ya que por un problema de derechos no se puede o no se quiere reeditar llamado a convertirse en una leyendapara los nuevos lectores que ya no disponen de estancos ni kioscos donde encontrar tebeos antiguos. Por suerte, estos sí disponen de Internet para conocer, valorar y reivindicar esta obra y a sus creadores aunque sea a través de una fría pantalla. Buscadla y disfrutadla.