
Toda esta reflexión arranca de una situación de lo más civilizada. Dos parejas de padres se reúnen para dirimir muy cívicamente en torno a una tarta de manzanas y pera y unos cafés una disputa entre sus hijos que ha acabado con los colmillos rotos de uno de ellos. Lo que en principio empieza muy educada y cívicamente como una reunión de gente culta, sofisticada y sensata va endureciéndose, conforme los diferentes caracteres de los personajes van chocando, acabando la historia como el rosario de la aurora en un enfrentamiento primario entre unos y otros del que ninguno sale vencedor.
La obra cuya duración es de hora y media cuenta con un excelente elenco de actores que dan vida a los cuatro protagonistas en unos papeles complicados y llenos de matices obligándoles a un esfuerzo añadido pues la trama péndula de la comedia al drama constantemente. Si los dos actores masculinos Pere Ponce y Antonio Molero están muy bien resulta excelente la labor de las dos actrices, Aitana Sánchez-Gijón y Maribel Verdú, quienes, en unos papeles que se ajustan muy bien a sus características, ofrecen un téte a téte frenético y arriesgado, demostrando una gran solvencia y madurez interpretativa digna de tener en cuenta.
En definitiva, una propuesta muy entretenida para pasar un buen rato y reírnos de nosotros mismos con una sonrisa que se irá torciendo conforme vayamos reconociendo en las conductas y actitudes de los personajes las propias.