Hoy
toca cuadrarse, ponerse firmes y saludar porque me apetece escribir sobre un álbum de Will Eisner uno de los
pocos genios (de verdad) que ha habido en esto del Cómic. Dentro de la última etapa de su prolija producción, Eisner realizó algunas
historias dentro de un escenario bélico en un álbum recopilatorio publicado por Norma hace décadas que no tuvo cabida en las posteriores reediciones de su obra de corte costumbrista y
autobiográfico ni, por supuesto, en las obras completas de "The Spirit", pero que por su calidad no merece ser olvidado, "El último día en Vietnam".
En este álbum se reúnen seis historias de corte costumbrista que se localizan en los diversos
conflictos bélicos norteamericanos en los que de un modo u otro se vio
involucrado en la II GM, en su servicio de prensa, y en Corea y Vietnam, publicando cómics a través de sus empresas que explicaban el funcionamiento de armas y
vehículos a la tropa, estando solo una de esas historias, “Una medalla para
George” basada en su experiencia personal propia basándose las otras en
anécdotas e historias de las que fue testigo o le relataron sus protagonistas. A partir de ese material, Eisner da rienda suelta a su talento para ampliar las reglas propias del género bélico en el cómic y ofrecer un puñado de excelentes historietas tanto en forma como en contenido.
En estas historias Eisner se aleja del ensalzamiento
del conflicto bélico para ofrecer historias personales y costumbristas en las
que se ponen en evidencia las tribulaciones y anhelos de los soldados de a pie,
haciendo especial hincapié en su condición humana, lejos de la presentación de
los soldados como superhombres o
perdedores, y ofrecer a partir de ellas sutiles palitos a las diversas contiendas al tiempo que ofrece en cada historia una narración fresca y ágil junto a un acabado formal rompedor y "experimental" que sorprende y atrapa la atención del lector desde la primera a la última página.
Especialmente
destacable es la historia que da nombre al álbum al ser la más ambiciosa e
interesante gráficamente. Eisner traslada al lector a travésdel diálogo directo del
soldado simplón protagonista en su última misión el conflicto de muchos soldados norteamericanos durante la Guerra de Vietnam imbuidos del deseo de volver a su país y
la propaganda oficial que les llevó a alistarse voluntariamente en el conflicto. En esta
historia, que se desarrolla principalmente en el interior de un helicóptero,
Eisner juega, aparte de la hábil ruptura de la cuarta pared que implica totalmente al lector, con la orientación
de las viñetas para reproducir la sensación de vuelo del helicóptero y ocasionalmente el traqueteo de un jeep..
Otra historia especialmente
interesante es “Una medalla para George”, en la que Eisner relata una amarga
anécdota personal. Partiendo de un
tratamiento inicial aparentemente cómico con la presentación del borracho
George obscecado en pedir el traslado a primera línea del frente que sus amigos intentan evitar una y otra vez, la historia deriva en una elegante elipsis
hacia la amargura de la página final en la que sus amigos rumian en un bar la
pena por el destino final del amigo que no pudieron evitar.
Las otras cuatro son
historias más sencillas pero formalmente complejas y elegantes destacando
especialmente “La Baja”, una historia muda en la que denuncia a través de un
soldado anhelante de sexo las acciones de muchas combatientes del Vietcong que
haciéndose pasar por prostitutas atentaban contra sus clientes. A pesar de ser
víctima de uno de esos atentados el protagonista se arriesga a seguir probando
fortuna antes que optar por la abstinencia.
”En “La Periferia”, Eisner pone en
la picota a los reporteros que en la retaguardia “informaban” sobre las
ofensivas del frente mientras jugaban a las cartas en la que es la historia más
dura y abiertamente dramática de todas con una triple narración en
paralelo desarrolada en diferentes planos que se complementan entre sí. “Un día gris en
Corea” y “Una dura tarea” dejan en
evidencia el dominio de Eisner de la anatomía y la expresividad de personajes
en historias que se basan exclusivamente en la gestualidad de sus
protagonistas. La primera, denuncia lo peligroso de poner a un idiota a hacer
guardia y la segunda muestra la humanidad que puede esconderse tras el soldado más agresivo al tiempo que denuncia la existencia de ignorados
orfanatos en los que se criaban los hijos de los soldados norteamericanos y las
prostitutas vietnamitas repudiados por ambas naciones.
En fin, “El último día en
Vietnam” es un álbum sobresaliente y una demostración más del talento sin
límites que Eisner imprimía a cualquier histtoria. Es una lástima que
en las últimas reediciones realizadas de la obra del maestro Norma se olvidara
de estas historias.