Siguiendo con el repaso iniciado ayer del volumen “El Universo DC de
Alan Moore” toca comentar las tres historias de Superman realizadas por Moore
que se me antojan tienen una importancia capital en la evolución posterior del
personaje ya que Moore, de forma decidida, se dedicó a humanizar al hasta el
momento todopoderoso Superman de la Edad de Plata mostrando sus debilidades.
En esta terna de historias
Moore plantó la semilla al Superman moderno que se desarrollaría a lo largo de
las décadas posteriores y que parte de la concepción de Superman como un Dios
que se esfuerza por ser un hombre a pesar de su inhumanidad, ideas que el mismo
ya había planteado en “Marvelman” (“Miracleman”) y que en cierto modo
continuaría desarrollando en “Watchmen” y “Supreme”. Moore estructura las
historias de un modo muy convencional aprovechándose de las desgastadas
convenciones sobre el personaje para incorporar sus novedosos planteamientos.
De este modo, en “Para el
hombre que lo tenía todo” realizada junto a Dave Gibbons y publicada
originalmente en “Superman Annual 11” en 1985, el
día de su cumpleaños Superman es víctima de una planta parasitaria
extraterrestre que tiene la propiedad de mostrar lo más deseado por el huésped,
la piedad negra, y le deja en un estado catatónico hasta provocar su muerte por inanición. Mientras Superman vive en su mente prisionero de una
fantasía acerca de cómo sería su vida en Krypton, en la Fortaleza de la
Soledad, Batman, Robin y Wonder Woman intentan sacar a Superman de un letargo que le llevará a la muerte.
El éxito de la historia radica en el distanciamiento socarrón con el que Moore
se toma la inteligente trama repleta de bromas jugando a ironizar sobre los
tópicos pueriles de la Silver Age - no
deja de ser conmovedor ver a los superhéroes acudir a celebrar el cumpleaños de
Batman como si de niños se tratasen- al tiempo que plantea con coherencia los
anhelos ocultos de Superman, un desterrado en la Tierra, de llevar una vida convencional en el paraíso
perdido de Krypton, aun cuando este no fuese precisamente su soñado mundo ideal y acabara comprobando que tampoco encajaría allí.
Moore desarrolla “Para el
hombre que lo tenía todo” la historia en
un inteligente planteamiento en paralelo entre las fantasías provocadas por la
planta y la realidad naif hasta desembocar en un desenlace convencional en el que
Superman es liberado y se enfrenta furioso al supervillano que urdió el plan y
le manipuló. Moore juega, durante buena parte de la historia, a contrastar la "realidad" naif de los superhéroes de la Edad de Plata frente a la dureza del tratamiento de las fantasías de un Kal El convencional que asiste impotente a como en Krypton su propio padre apoya la implantación de un régimen totalitario claramente inspirado en el nacional socialismo alemán. Las bromas se suceden ante los ojos del lector de la época que
veía fascinado al otrora invencible y conervador Superman colocado a su pesar mediante una planta parásita a medio camino de los ultracuerpos de Kauffman y los alien de Ridiley Scott que a su pesar le abre otro plano de conciencia y veía como la broma final consistía en que la clave de la
victoria de los héroes más carismáticos del panteón de DC radicaba en el joven e inexperto Jason Todd,
por entonces el nuevo Robin, con lo que en cierto modo Moore estaba ya
denunciando la ingenuidad de las historias que se venían planteando en décadas
anteriores, usando las mismas convenciones que se habían sobreexplotado en años
previos. El dibujo de Dave Gibbons es brillante y la compenetración con Moore
absoluta con lo que no es de extrañar que fuese el elegido por este para
dibujar “Watchmen”. En cierto modo, “Para el hombre que lo tenía todo” supone
una auténtica revolución silenciosa en el modo de entender a Superman y uno de
los precedentes directos de lo que luego sería “Watchmen”.
La segunda historia es “Los
Confines de la Jungla”, publicado en “DC Comics Presents #85”, de ese mismo año, dibujado por Rick Veitch y
entintado soberbiamente por el gran Al Williamson. Una historia en la que Moore
vuelve a tomar como referente las clásicas historias de EC para presentar a un
moribundo Clark Kent que huye al volante sin destino. Conforme avanza la
historia, por inteligentes flashbacks, iremos descubriendo que Clark/Superman
se ha visto infectado por una planta alienígena procedente de Krypton que llegó
en un meteorito y tras provocarle el perder el control de sus poderes lo matará
inevitablemente.
Desesperado, Superman huye en coche para acabar teniendo un
accidente en el borde del pantano que habita La Cosa del Pantano quién curará
al superhéroe. En esta dramática historia, Moore plantea por primera vez la posibilidad
de la mortalidad del todopoderoso Superman por algo tan vulgar como una
infección y vemos por primera vez la desesperación del siempre impertérrito
personaje ante su segura muerte. No es que la idea sea especialmente original
ya que tres años antes Jim Starlin ya había matado al Capitán Marvel de cáncer
en la fantástica “La muerte del Capitán Marvel”, sin embargo, la historia
atrapa al comprobar lo humanas que son las reacciones de Superman enfrentado
realmente por primera vez a su propia muerte. El duo Veitch/Williamson realizan
un magnífico trabajo.
La última de las
historias de “Superman” de Moore es “¿Qué fue del hombre del mañana?”, publicada
originalmente en “Action Comics #583” y “Superman #423” en 1986, en la que esta
vez Moore enfrentaba a Superman al mayor de sus miedos, que sus enemigos
descubrieran su identidad y le atacasen a través de sus seres queridos. Ideada
para ser la última historia de Superman precrisis realmente Moore estaba dando
carpetazo a toda una época más ingenua de entender el cómic antes de abrir de una
patada la puerta a lo que Grant Morrison ha llamado en “Supergods” la Edad
Oscura de los superhéroes. Inteligentemente planteada a través de la narración
interpuesta de una Lois Lane madura que explica a un periodista el último
combate de Superman antes de morir del que fue la única testigo. Sin embargo, el lector poco a poco, va comprobando por
indicios y la propia narración que los rumores sobre la muerte de Superman eran infundados y Lois no le cuenta todo al periodista ya que Superman mediante un subterfugio ha decidido renunciar a su vida de superhéroe tras haber roto con su regla básica de no matar y llevar una vida ordinaria como un ciudadano anónimo del Medio Oeste
norteamericano. En esta historia, Moore acaba de humanizar por completo a
Superman haciendo que renuncie a su autoimpuesta obligación de erigirse en
paladín de la Tierra abriendo las posibilidades a que en el futuro otros
tomasen el relevo y mostrándolo como un ser falible incapaz de mantener su rígido código de conducta. La histora en dos partes fue dibujada magistralmente por Curt
Swan apoyado primorosamente por George Perez y concede a Superman y Lois un "happy end"·a la altura de los servicios prestados en épocas anteriores cerrando mediante un hábil recurso de cuarta pared la Edad de Plata de Superman.
En fin, estas
tres historias de “Superman” tienen una
importancia radical para entender la evolución posterior del concepto de
Superman y fueron el broche de oro a la Edad de Plata de los superhéroes. Sin
duda, lo mejor estaba todavía por llegar.
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