La Cúpula empieza a saldar
la deuda con su historia y con los autores que a partir de los ochenta la
convirtieron en algo grande a través de la página de “El Víbora” con la
publicación de “Atajos”, recopilación de historias firmadas por el que para mí
gusto es el más talentoso, pesadillesco y asumidamente underground autor de esa
genial generación, Don Marti Riera Ferrer, o simplemente, Martí.
Las historias recogidas en
“Atajos” son una muestra heterogénea, dispersa y mínimamente significativa de
la larga trayectoria de este autor barcelonés que hizo del thriller una puerta
al subsconsciente y las paradojas de la mente desde sus inicios en la línea de
autores como David Lynch como queda reflejado en “El mundo de Oscar”.
Sin embargo, es con Charles
Burns el autor contemporáneo con el que coincidiría en la revista “RAW” con el
que comparte más puntos en común, como se refleja en “Sospecha Letal”, incluido
gráficamente un origen común en la obra de un clásico como Chester Gould. Esa influencia común y la transustanciación
del thriller para incorporar elementos simbólicos, oníricos e inconscientes son
características de ambos autores.
Sin embargo, y más allá de
ahondar en las evidencias, lo que para mí hace tan interesante a Martí, es lo
que les separa de esos genios norteamericanos de los que bebe y de los que en
algún caso se retroalimenta. Martí se muestra en su plenitud con las historias
arraigadas en al acervo hispano en las que reinterpreta como pocos el
tremendismo de la España profunda a través de un conjunto de historias que a
pesar de los años no han perdido mordiente ni actualidad. En ese sentido, Martí destaca en su magistral serie “España Negra” donde hizo un
repaso inspiradísimo de todo el imaginario esperpéntico de la España profunda y
casposa al tiempo que en otra serie imprescindible como la brutal “Monstruos Modernos” deja constancia de su fascinación
por la anormalidad a través de individuos extraños, ajenos y alejados de la
Sociedad y la truculencia, por no hablar ya de la brutal y magistral “Repulsión”.
Es en esas historias en las
que se ve al mejor Martí sin desmerecer el interés que puedan despertar
aquellas más cercanas en el tiempo como “Calvario Hills” o “Terrorista” en las
que reinterpreta a autores como Clowes o Sacco. Sin embargo, basta comparar la
carga crítica de historias como “Baby Killer” o
“In Secula Seculorum” frente a “Mis queridos señores” para comprobar como su capacidad para epatar
es mayor conforme más cercano y local es el tema a tratar.
En fin, las historias
recogidas en “Atajos” sin ser quizás las mejores son una buena carta de
presentación para los que no lo conozcan de su inmenso talento y versatilidad. Un autor valiente y arriesgado como pocos que
nunca deja indiferente. Ojalá sirva esta recopilación para que en un futuro cercano La Cúpula u otra
editorial acometa la publicación ordenada y comentada del resto de su obra ya
que autores como este no han caer en el olvido.