Algo bueno he tenido que hacer desde que empezó el año porque los editores magos no han traído el “Drácula” de Robin Wood y Alberto Salinas como pedí por aquí. Y no solo eso, sino que la alegría se incrementa al comprobar que a la continuada pero discontinua labor que desde hace un par de años ha realizado 001 Ediciones ofreciéndonos obras de Wood de calado como “Gilgamesh El Inmortal” y “Savarese” se suma ECC Ediciones con la apuesta en firme más importante que se ha realizado en España por la obra del paraguayo proyectando toda una Biblioteca sobre Robin Wood - que incluirá en los próximos meses, aparte de “Drácula”, obras imprescindibles como “Nippur”, “Dago” o “Dax”- que viene a remediar en parte el incomprensible e injusto ninguneo de décadas al que la industria nacional condenó al paraguayo.
“Drácula”, publicada originalmente para el mercado italiano en el que Wood es una figura a principios de los noventa, es una obra idónea para descubrir las cualidades de Wood antes de embarcarse en otras más extensas como las mencionadas “Nippur” o “Dago”. En “Drácula”, Wood muestra su pasión por la historia y su dominio de cualquier tipo de genero ofreciendo una completa biografía del Drácula histórico desde su infancia hasta su muerte, un Vlad El Empalador, que antes de convertirse en icono vampiro por obra y gracia de Stoker, una de las figuras más sanguinarias, oscuras y ambiguas de la Historia Europea.
En “Drácula”, Wood muestra su inteligencia a la hora de acometer con habilidad la biografía de un personaje tan rico y complejo como Vlad Tepes, a medio camino entre la realidad y la leyenda, optando por el relato realista en primera persona por parte del mismo Drácula de su biografía a un escribiente antes de partir hacia su campaña final. Con este recurso, Wood salva la necesidad de un excesivo rigor histórico en su narración y poder dar rienda suelta a su imaginación en la recreación del personaje–no olvidemos que, a pesar de la labor de documentación realizada por el guionista, no estamos ante un ensayo histórico, sino ante un tebeo cuyo principal fin es entretener- justificando el engrandecimiento de su controvertida figura manteniendo la objetividad hacia el protagonista. De este modo, Wood logra el más difícil todavía y ofrece al lector un acercamiento completo y complejo abarcando las diferentes facetas del Drácula histórico, azote de los turcos y héroe de los rumanos, para que sea cada lector el que enjuicie al personaje.
Aunque se podría pensar que la incorporación de ese narrador interpuesto entorpecería y ralentizaría la lectura, Wood lo solventa desde el principio merced a sus soberbios diálogos, barrocos y concisos al tiempo que en el género histórico brillan aun más, y la claridad en la descripción de las situaciones del complejo marco en el que se mueve el personaje en la frontera de los reinos cristianos de los Balcanes con el pujante Imperio Otomano. El único guiño fantástico que Wood se permite es la introducción de una bruja que al estilo de las de “MacBeth” o “Las 7 Vidas del Gavilán” en distintos momentos de la narración avisa sin éxito sobre el fatal destino que le espera a Drácula.
La labor de Wood se ve potenciada por el talento del magnífico dibujante con el que colabora, el argentino Alberto Salinas, quién enseguida capta el enfoque que le quiere dar a la obra el guionista y lo enfatiza con su versión de Drácula, un personaje de aspecto medieval, oscuro y feroz, cuya figura agranda presentándolo en primer plano respecto al resto de los personajes que van a apareciendo en la obra y se contrapone con la romántica que Stoker ofreció en su novela. Por otro lado, Salinas es un maestro de la anatomía y la narración con lo que la historia se desarrolla con claridad, precisión y fluidez, aprovechando con sentido la composición de página en función mediante viñetas desiguales. Por otro lado, ECC Ediciones ha optado por una edición muy popular, accesible a cualquier bolsillo, y con una un buen nivel de reproducción en blanco y negro en lugar de la edición original a color italiana, con lo que la precisión del trazo de Salinas se puede apreciar a la perfección aunque se haya perdido el color directo del original por el camino.
Respecto a la edición, parece ser que Wood la ha revisado y ha reescrito los textos para la última parte de la obra con lo que quizás estamos ante la versión definitiva de la obra. Sin embargo, y a pesar del cuidado puesto en la edición el único pero que se le puede poner es cierta confusión en el nombre de algún personaje marginal, Estanislao/Stanislav, cuyo nombre en ocasiones se opta por traducir y otras no. Un pequeño detalle que no emborrona el disfrute de la obra.
Vista la calidad y la cantidad de obras anunciadas, parece que este va a ser por fin el año Robin Wood en España. Disfrutémoslo.