Hay cómics que tienen tanto que comentar que en ocasiones no sé muy bien por donde empezar. Es lo que me ha pasado con la última obra de Antonio Altarriba y Kim, “El arte de volar”, editada por Ediciones De Ponent en una estupenda edición, un tebeo que creo está llamado a convertirse en el “Maus” español, cómic este con el que guarda más de un punto en común. Pero vamos por partes.
Si “Maus” nos narraba la historia de la difícil relación de su autor, Art Spiegelman, con su padre y las experiencias de este en los campos de exterminio nazis, en “El arte de volar”, Antonio Altarriba en un ejercicio de superación encarna la identidad de su padre, otro Antonio Altarriba más anciano y amargado, para tratar de entender, a través de los hechos que conformaron su biografía, las razones que le llevaron a saltar, nonagenario, de la ventana de una residencia de ancianos.
Como “Maus”, “El arte de volar” es el resultado de la valentía de su autor, de su generosidad para hacernos participes de su intimidad a los lectores y de su necesidad de superar situaciones traumáticas demostrando y dignificando –si era necesario- de paso al Cómic, como medio y a su lenguaje, como instrumento, capaces de afrontar grandes historias frente a aquellos todavía incapaces de admitirlo. Como “Maus”, además, “El arte de volar” se convierte en crónica de una época y unos hechos históricos que influyen irremediablemente en las decisiones y conductas de las personas/personajes que los vivieron y con los que al lector le resulta fácil empatizar pues forman también parte de su propio patrimonio personal e imaginario colectivo (¿Quién no ha tenido un padre o un abuelo que por acción u omisión le ha contado historias de la Guerra Civil o la Posguerra?). Altarriba construye y deconstruye una persona/personaje, víctima de unos tiempos difíciles y convulsos, e intenta mostrarse como un narrador objetivo, aun cuando en ocasiones tienda a justificar en parte algunas de las decisiones asumidas por el protagonista que, no olvidemos, es su padre.
Formalmente, “El arte de volar” es un cómic espléndido en su planificación, basado en un gran guión. El desarrollo de la historia se fundamenta en una larga elipsis temporal y narrativa en la que el protagonista vislumbra la historia de su vida en sus últimos momentos desde el momento de saltar al vacío hasta el impacto final.
El paso por cada uno de los pisos de la residencia se corresponde con los distintos capítulos de su vida – infancia, juventud, madurez y vejez- que se desarrollan en una narración lineal que se cierra exquisitamente en el momento justo anterior al salto y que permiten al lector entender, que no juzgar, las razones que llevaron al anciano, que escapa de su habitación en el proemio, a saltar. Precisamente, si hay un episodio particularmente brillante del cómic es ese prólogo en el que Altarriba hijo va narrando y explicando a través de cuadro de texto, mientras transcurre la fuga del Altarriba padre de su habitación en viñetas, las razones para aunar las dos voces durante el resto de la historia. Cuando la narración se vuelve más lineal se convierte también en más rígida consecuencia en buena medida a los excesivos cuadros de textos y bocadillos de diálogo, aunque debido a la complejidad de la historia probablemente resulten necesarios, que constriñen en ocasiones en demasía el dibujo de Kim que –creo- podría haber lucido más a través de otro tipo de composición de página menos clásica. Los autores conscientes de la linealidad de la mayor parte de la narración, intentan romperla introduciendo en la trama principal pequeñas historias en forma de ensoñaciones del protagonista, brillantemente resueltas por Kim.
En el aspecto gráfico, precisamente Kim, sorprenderá a aquellos que sólo le conocen por sus series en “El Jueves” con un radical cambio de registro en una historia realista y dramática. Kim se muestra como un narrador sobrio y detallista capaz de plasmar en imágenes el fenomenal artificio ideado por Antonio Altarriba, aprovechando al máximo el espacio de las viñetas para poder insertar imágenes y texto, resolviendo con bastante acierto situaciones bastante complejas.
En definitiva, “El arte de volar” es un cómic imprescindible para entender la potencialidad del medio y el brillante nivel alcanzado por los autores españoles, al tiempo que se quiere disfrutar de una historia amarga, en ocasiones, divertida y amable, otras, sobrecogedora, siempre. Yo que ustedes no me la perdería.
Si “Maus” nos narraba la historia de la difícil relación de su autor, Art Spiegelman, con su padre y las experiencias de este en los campos de exterminio nazis, en “El arte de volar”, Antonio Altarriba en un ejercicio de superación encarna la identidad de su padre, otro Antonio Altarriba más anciano y amargado, para tratar de entender, a través de los hechos que conformaron su biografía, las razones que le llevaron a saltar, nonagenario, de la ventana de una residencia de ancianos.
Como “Maus”, “El arte de volar” es el resultado de la valentía de su autor, de su generosidad para hacernos participes de su intimidad a los lectores y de su necesidad de superar situaciones traumáticas demostrando y dignificando –si era necesario- de paso al Cómic, como medio y a su lenguaje, como instrumento, capaces de afrontar grandes historias frente a aquellos todavía incapaces de admitirlo. Como “Maus”, además, “El arte de volar” se convierte en crónica de una época y unos hechos históricos que influyen irremediablemente en las decisiones y conductas de las personas/personajes que los vivieron y con los que al lector le resulta fácil empatizar pues forman también parte de su propio patrimonio personal e imaginario colectivo (¿Quién no ha tenido un padre o un abuelo que por acción u omisión le ha contado historias de la Guerra Civil o la Posguerra?). Altarriba construye y deconstruye una persona/personaje, víctima de unos tiempos difíciles y convulsos, e intenta mostrarse como un narrador objetivo, aun cuando en ocasiones tienda a justificar en parte algunas de las decisiones asumidas por el protagonista que, no olvidemos, es su padre.
Formalmente, “El arte de volar” es un cómic espléndido en su planificación, basado en un gran guión. El desarrollo de la historia se fundamenta en una larga elipsis temporal y narrativa en la que el protagonista vislumbra la historia de su vida en sus últimos momentos desde el momento de saltar al vacío hasta el impacto final.
El paso por cada uno de los pisos de la residencia se corresponde con los distintos capítulos de su vida – infancia, juventud, madurez y vejez- que se desarrollan en una narración lineal que se cierra exquisitamente en el momento justo anterior al salto y que permiten al lector entender, que no juzgar, las razones que llevaron al anciano, que escapa de su habitación en el proemio, a saltar. Precisamente, si hay un episodio particularmente brillante del cómic es ese prólogo en el que Altarriba hijo va narrando y explicando a través de cuadro de texto, mientras transcurre la fuga del Altarriba padre de su habitación en viñetas, las razones para aunar las dos voces durante el resto de la historia. Cuando la narración se vuelve más lineal se convierte también en más rígida consecuencia en buena medida a los excesivos cuadros de textos y bocadillos de diálogo, aunque debido a la complejidad de la historia probablemente resulten necesarios, que constriñen en ocasiones en demasía el dibujo de Kim que –creo- podría haber lucido más a través de otro tipo de composición de página menos clásica. Los autores conscientes de la linealidad de la mayor parte de la narración, intentan romperla introduciendo en la trama principal pequeñas historias en forma de ensoñaciones del protagonista, brillantemente resueltas por Kim.
En el aspecto gráfico, precisamente Kim, sorprenderá a aquellos que sólo le conocen por sus series en “El Jueves” con un radical cambio de registro en una historia realista y dramática. Kim se muestra como un narrador sobrio y detallista capaz de plasmar en imágenes el fenomenal artificio ideado por Antonio Altarriba, aprovechando al máximo el espacio de las viñetas para poder insertar imágenes y texto, resolviendo con bastante acierto situaciones bastante complejas.
En definitiva, “El arte de volar” es un cómic imprescindible para entender la potencialidad del medio y el brillante nivel alcanzado por los autores españoles, al tiempo que se quiere disfrutar de una historia amarga, en ocasiones, divertida y amable, otras, sobrecogedora, siempre. Yo que ustedes no me la perdería.