En el psicodélico Los Ángeles de los sesenta, Coy Sportello es un detective “sui generis” que pasa en el dulce letargo del fumador compulsivo de marihuana en todas sus variedades. Sin embargo, cuando su antigua novia Shasta, acude para que le ayude a encontrar a su actual amante, el multimillonario especulador inmobiliario Mickey Wolfmann, el bueno de Coy no podrá negarse.
Pynchon en “Vicio Propio” juega con las estructuras clásicas de la novela negra, masca la trama y regurgita una brillante novela en la que disecciona con ironía y mala baba los mitos propios de la cultura popular que han conformado la contradictoria cultura californinana, en un brillante viaje en el tiempo en el que la música, las drogas y el sexo no dejan de estar muy presentes. Coy Sportello es un personaje brillante a medio camino entre el escepticismo desencantado de Marllowe y la ingenuidad astuta de Mrs Marple, pero es solo la punta de un iceberg de una historia en que las variadas tramas se solapan y lían en encuentros y desencuentros absurdos que recuerdan al mejor Vian, cuya sombra puede intuirse entre las muchas y variadas referencias de la caleidoscópica novela de Pynchon. La trama criminal pronto pierde interés porque realmente nunca fue el propósito del escritor que tuviera demasiada importancia, más preocupado en mostrarnos la rica y variada fauna de personajes que rodea y conoce Sportello.
“Vicio Propio” es una estupenda novela dentro de la producción de Pynchon en la que vuelve a mostrarnos su capacidad para ofrecernos la visión más esperpéntica y, quizás por ello más certera, de la cultura americana de los últimos tiempos que, no nos olvidemos para bien o para mal, no deja de ser también un poco la nuestra.