El otro día fui a ver esta película basada en un tebeo de Robert Venditti y Brett Weldele en la que tenía puesta alguna esperanza teniendo en cuenta el atractivo planteamiento del que parte -una sociedad en la que los humanos realizan hasta las tareas más triviales a través de unos robots sustitutos- pero el resultado no ha podido dejarme más frío. No ya porque la película no se deje ver, que se deja, pero está rodada con tan poca ambición y desaprovecha de tal modo las ideas del cómic que no merece ser recordada más allá de la anécdota de ver a Bruce Willis con tupé. Les cuento.
En el año 2054, los ciudadanos utilizan cómodamente desde sus casas a los robots sustitutos que son más eficientes y guapos para todo tipo de tareas, desde ir a trabajar hasta salir de ligue, lo que ha provocado que el contacto físico sea algo cada vez menos frecuente y los crímenes casi hayan desaparecido. Esta sociedad bucólica encuentra únicamente la oposición de un grupo de inadaptados sectarios liderados por un autodenominado Profeta que no aceptan a los sustitutos y viven apartados en sus propios guettos. Cuando aparecen unos sustitutos misteriosamente inutilizados, el caso es encargado al agente Greer y a su compañera, quienes pronto descubren que los Sustitutos fueron reventados por una nueva arma que no sólo acaba con las máquinas sino también con los huéspedes humanos que los controlan. Greer y su compañera empezarán a tirar del hilo en una investigación criminal en la que puede estar en juego el futuro de la raza humana.
Como ven, el argumento de la peli da para profundizar bastante y permitiría el lucimiento del director y los actores si no fuera porque el guión obvia todas esas posibilidades y un Mostow poco inspirado debía andar pensando en otras cosas con el resultado que la película no rasca más allá de la superficie para ofrecer un producto de entretenimiento impersonal y predecible centrado exclusivamente en la investigación criminal sin preocuparse en el desarrollo de unos personajes que podrían haber dado bastante más juego. De este modo, la película pierde pronto buena parte del atractivo inicial y transcurre sin pena ni gloria a lo largo de la hora y media escasa que dura a la mayor gloria de un Bruce Willis omnipresente y que acaba resultando cargante dadas sus limitaciones interpretativas mientras del resto del reparto todavía se esperan noticias.
En fin, que si hubiese mandado a mi sustituto al cine y yo me hubiera quedado en casa releyendo el tebeo eso habría salido ganando. Ustedes mismos.
En el año 2054, los ciudadanos utilizan cómodamente desde sus casas a los robots sustitutos que son más eficientes y guapos para todo tipo de tareas, desde ir a trabajar hasta salir de ligue, lo que ha provocado que el contacto físico sea algo cada vez menos frecuente y los crímenes casi hayan desaparecido. Esta sociedad bucólica encuentra únicamente la oposición de un grupo de inadaptados sectarios liderados por un autodenominado Profeta que no aceptan a los sustitutos y viven apartados en sus propios guettos. Cuando aparecen unos sustitutos misteriosamente inutilizados, el caso es encargado al agente Greer y a su compañera, quienes pronto descubren que los Sustitutos fueron reventados por una nueva arma que no sólo acaba con las máquinas sino también con los huéspedes humanos que los controlan. Greer y su compañera empezarán a tirar del hilo en una investigación criminal en la que puede estar en juego el futuro de la raza humana.
Como ven, el argumento de la peli da para profundizar bastante y permitiría el lucimiento del director y los actores si no fuera porque el guión obvia todas esas posibilidades y un Mostow poco inspirado debía andar pensando en otras cosas con el resultado que la película no rasca más allá de la superficie para ofrecer un producto de entretenimiento impersonal y predecible centrado exclusivamente en la investigación criminal sin preocuparse en el desarrollo de unos personajes que podrían haber dado bastante más juego. De este modo, la película pierde pronto buena parte del atractivo inicial y transcurre sin pena ni gloria a lo largo de la hora y media escasa que dura a la mayor gloria de un Bruce Willis omnipresente y que acaba resultando cargante dadas sus limitaciones interpretativas mientras del resto del reparto todavía se esperan noticias.
En fin, que si hubiese mandado a mi sustituto al cine y yo me hubiera quedado en casa releyendo el tebeo eso habría salido ganando. Ustedes mismos.