Aunque lleven un
considerable retraso en la publicación de nuevo material de la serie, con buen ojo
comercial desde Aleta/Dolmen han corrido para sacar en estas fechas
prenavideñas el segundo integral de “Invencible”, una entretenidísima serie de superhéroes
en la que Robert Kirkman está dando brillo y solera a las convenciones que han
sustentado el género desde sus inicios, readaptándolas a los tiempos y gustos
modernos. En esta nueva entrega se recoge el material publicado previamente en los
tomos prestigio 6 y 7 de la edición española, que a su vez recogían los números 14 a 24 de la serie regular, el número 0 y el especial
del Día del Cómic Gratis 2004 de las ediciones yanquis.
Tras el shock que supuso
descubrir que su padre no era el superhéroe que pensaba, sino un extraterrestre
dispuesto a conquistar la Tierra, el joven Mark Grayson inicia una nueva etapa en su
vida finalizando el instituto y comenzando las clases en la Universidad al tiempo
que como Invencible empieza a colaborar con el Gobierno en múltiples misiones
que le impiden normalizar su vida. Las crisis con su novia Amber y el
incipiente alcoholismo de su madre le obsesionan, sin embargo, estos no son los
únicos problemas de Mark pues antiguas y nuevas amenazas se preparan para
comprobar si realmente es tan Invencible como presume.
Tras el nivel de intensidad y las revelaciones
de las anteriores entregas, la serie entra en un período de calma aparente en
la que Kirkman con mimo va desarrollando y continuando las numerosas subtramas
que ha ido abriendo al tiempo que se centra en dotar de profundidad la vida
civil de Invencible otorgando algo más de protagonismo a personajes como Amber, William o la madre de Mark. Ello no quiere
decir que la serie pierda interés en el plano netamente superheroico pues
Kirkman plantea a su ritmo tramas que eclosionarán en futuras entregas.
Kirkman da soluciones coherentes a los problemas que se enfrentaría un joven
superhéroe sin forzar las situaciones como hemos visto en tantas ocasiones. Esa
ausencia de artificiosidad a la hora de
reflejar las reacciones del personaje ante sus problemas es lo que hace grande
la serie y humaniza al personaje principal. ¿Es lógico que un chaval joven huya
del alcoholismo de su madre y le cuente a su novia o a su mejor amigo que es un
superhéroe? Por supuesto que sí.
Kirkman juega con las convenciones del género
y les saca su máximo partido no solo se limita a usarlas con sabiduría en el
curso de la historia que está desarrollando en la serie sino que además reflexiona desde el humor como se han
sobredimensionado y forzado en otras épocas esas mismas fórmulas. Por otro
lado, en el aspecto superheroico las historias y los personajes son prototípicos,
pero el guionista da rienda suelta a su imaginación para dar cabida en la serie a todo
tipo de amenazas y personajes abarcando toda la amplitud de posibilidades que
el género permite – villanos urbanos, genios locos, zombis, genios
interdimensionales o amenazas extraterrestres- con lo que el elenco de
supervillanos de Invencible en apenas 24 números nada tiene que envidiar al de
creaciones mucho más longevas.
En el aspecto gráfico, tras
la marcha del padre gráfico de la serie Cory Walker, su sustituto Ryan Ottley demuestra ser
un relevo de garantías capaz de mimetizar el estilo elegante de líneas alargadas y finas
de Walker al tiempo que le dota de una mayor fuerza y espectacularidad a sus
composiciones (y lo que es importantísimo en la industría de los cómics, cumple con las entregas). Creo que la serie sale ganando con el cambio.
En fin, lo mejor de “Invencible”
está aun por llegar pero para ello hay que pasar –y disfrutar- de estos números.
Ojalá en 2013 desde Aleta/Dolmen le metan caña a la serie y aparte de seguir
publicando integrales hagan algo para recuperar el considerable retraso que han
acumulado respecto a la serie norteamericana.