ECC Ediciones inicia la publicación del “Superman” de John Byrne en una cuidada y accesible edición lo cual no deja de ser noticia teniendo en cuenta como la firma de Byrne, uno de los mayores renovadores de los principales personajes de las dos grandes durante los ochenta, parece haber caído en el ostracismo y cada vez cuesta más acceder a su sus trabajo.
El material que se incorpora en este primer volumen – la serie limitada de seis números “The Man of Steel” y el primer número de la serie “Superman” de 1987, en la que Byrne se mantuvo durante los primeros 22 números- nos abrió a muchos jóvenes aficionados cuando lo leímos por primera vez publicado por Ediciones Zinco acerca de las posibilidades de un personaje que a mí –y creo que muchos de mi generación- que habíamos leído en las ediciones de Novaro y Bruguera nos parecía ridículo y acartonado con su absurda familia y su ridícula familia (Krypto incluido) y que incluso poco tenía que ver con la adaptación cinematográfica del personaje de 1978 de Richard Donner.
Tras la revolución que supuso “Las crisis en las tierras infinitas” en la modernización de la anquilosada DC el siguiente paso era actualizar al buque insignia de la Editorial, el icónico Superman, que desde hacia tiempo venía languideciendo con escasa repercusión. Una patata caliente que se le endosó al flamante fichaje de la editorial, el díscolo John Byrne que tras haber llevado a cotas nunca vistas a series como “La Patrulla-X” o “Los 4 Fantásticos”, había salido rebotado de la Casa de las Ideas en busca de mayor libertad creativa.
Byrne a lo largo de “The Man of Steel” con unas pocas pinceladas cumple la misión volviendo accesible e interesante al personaje para una nueva generación de lectores. En esta miniserie, Byrne como si fuese un preciso cirujano, eliminó la carga de absurdos e poderes que habían convertido el personaje en una caricatura de sí mismo y primó la importancia de Clark Kent, el alter ego de Superman, y sus secundarios para dotarlo de mayores posibilidades dramáticas, al tiempo que redefinía en parte su origen y el de algunos de sus villanos más emblemáticos como Lex Luthor, Bizarro o, ya en el primer número de la nueva serie regular, Metallo.
En definitiva, como los buenos vinos, los tebeos incluidos en este volumen no solo han resistido el paso del tiempo sino que incluso resultan más atractivos que en sus primeras lecturas dada la calidad de un inspirado Byrne para construir tramas en las que todo queda perfectamente aclarado y se desarrolla con lógica y pulcritud sino también por el excelente desarrollo gráfico del propio Byrne, entintando primero por Dick Giordano y, posteriormente, por un espléndido Terry Austin, para construir el que para mí es el Superman paradigmático. Poco más se puede añadir.