sábado, 3 de julio de 2010

En semis, Alemania.



Se rompió el maleficio y, por fin, España ha logrado acceder a las semifinales de un Mundial. de Fútbol Y eso que parecía que los paraguayos, el árbitro y la propia empanada nacional de unos jugadores lastrados por la historia y la presión estuvo a punto de evitarlo.

El partido, más allá de la carga emocional, ha sido malo de solemnidad. Con unos paraguayos mucho más limitados que los chilenos pero fieles a su propuesta destructiva -¡ Qué injusto que un equipo con tan poco hubiera llegado a las semifinales de un Mundial!- y unos españoles incapaces de encontrar una vía para superar la numantina defensa paraguaya hasta que llegaron los penaltis y la locura…Primero del árbitro –un guatemalteco en la línea de cierto egipcio de triste recuerdo-, después la de un Iker Casillas que calló a los que crearon un falso debate para vender más periódicos y consiguió que el partido se apartara del guión ideado por los paraguayos, y, finalmente, la de un Villa lleno de fe que logró una vez más meter una pelota que se negaba entrar.

Ha costado –demasiado- pero se ha logrado. Ahora, a jugar contra Alemania con respeto pero sin complejos (los tienen que tener ellos que hace dos años perdieron la Eurocopa) y a la Final.

A recuperar los lesionados y a por ellos.