Las cosas pequeñas suelen pasarnos desapercibidas y eso es lo que me ha pasado a mí con esta obra de Alberto Vazquez, que el propio autor autoeditara hace años para placer de unos pocos y Viaje a Bizancio recuperó el año pasado en una restaurada edición que recuperaba el bitono original.
Un gato que fuma y su joven amo deambulan por la ciudad, mirando las estrellas y fantaseando sobre el amor y la creatividad. Poco importa si el gato sólo existe en la mente del protagonista y este es simplemente un esquizofrénico con poco éxito en el amor porque algo tan anodino como ir a comprar salchichas se convierte de su mano, y de sus patas, en una aventura conmovedora. ¿Qué no se enteran de nada? Léanse el tebeo.
Hojeando el cuaderno –pues de un cuaderno, se trata-, seguramente más de uno se sentirá repelido por el dibujo naif de Vazquez y puede dejarse llevar por el prejuicio de pensar que se enfrenta a una obra dirigida a un público infantil. Y aunque es probable que un niño pueda disfrutar de esta obra seducido por la inocencia que el estilo premeditadamente ingenuo del autor proclama caería en un error y dejaría pasar una pequeña gran obra dirigida a ejercitar el oxidado músculo de la imaginación de los lectores. Y es que Vazquez, en su manera de desarrollar la historia tiene algo que recuerda el puntillo esperpéntico y malvado del Valle de “Luces de Bohemia” junto a la referencia imprecisa al Modernismo esteticista de Rubén Darío o la pintura inaprensible de Miró para permitirnos vislumbrar el universo interior de unos personajes tenues, que no sabemos hasta que punto son aspectos de la personalidad del autor como se desprenden de la pista que supone el propio título de la obra. Personajes peripatéticos que deambulan en ese limbo entre la realidad y la fantasía en que el autor los sitúa y a través del arte olvidado de la conversación se cuestionan miedos comunes al creador, la duda sobre la propia obra, o a cualquiera, el rechazo del ser amado. Sin embargo, Vazquez carga el lirismo de la obra en el apartado gráfico para ofrecer su contrapunto en los diálogos entre los personajes cargados de gracejo que quitan trascendencia a lo contado para convertirlo en broma entre el autor y sus lectores. .
No se preocupen si no captan las referencias que les comento tras la lectura de “Alter Ego” porque estas son las mías y probablemente sean únicas e intransferibles. Simplemente, déjense seducir por el juego propuesto por el autor y busquen la interpretación a la medida de su otro yo en esta primera obra que ya anuncia lo que sería la obra posterior de uno de los autores más originales del panorama actual. Seguro que no les defrauda.
El blog de Alberto Vazquez, aquí.
Un gato que fuma y su joven amo deambulan por la ciudad, mirando las estrellas y fantaseando sobre el amor y la creatividad. Poco importa si el gato sólo existe en la mente del protagonista y este es simplemente un esquizofrénico con poco éxito en el amor porque algo tan anodino como ir a comprar salchichas se convierte de su mano, y de sus patas, en una aventura conmovedora. ¿Qué no se enteran de nada? Léanse el tebeo.
Hojeando el cuaderno –pues de un cuaderno, se trata-, seguramente más de uno se sentirá repelido por el dibujo naif de Vazquez y puede dejarse llevar por el prejuicio de pensar que se enfrenta a una obra dirigida a un público infantil. Y aunque es probable que un niño pueda disfrutar de esta obra seducido por la inocencia que el estilo premeditadamente ingenuo del autor proclama caería en un error y dejaría pasar una pequeña gran obra dirigida a ejercitar el oxidado músculo de la imaginación de los lectores. Y es que Vazquez, en su manera de desarrollar la historia tiene algo que recuerda el puntillo esperpéntico y malvado del Valle de “Luces de Bohemia” junto a la referencia imprecisa al Modernismo esteticista de Rubén Darío o la pintura inaprensible de Miró para permitirnos vislumbrar el universo interior de unos personajes tenues, que no sabemos hasta que punto son aspectos de la personalidad del autor como se desprenden de la pista que supone el propio título de la obra. Personajes peripatéticos que deambulan en ese limbo entre la realidad y la fantasía en que el autor los sitúa y a través del arte olvidado de la conversación se cuestionan miedos comunes al creador, la duda sobre la propia obra, o a cualquiera, el rechazo del ser amado. Sin embargo, Vazquez carga el lirismo de la obra en el apartado gráfico para ofrecer su contrapunto en los diálogos entre los personajes cargados de gracejo que quitan trascendencia a lo contado para convertirlo en broma entre el autor y sus lectores. .
No se preocupen si no captan las referencias que les comento tras la lectura de “Alter Ego” porque estas son las mías y probablemente sean únicas e intransferibles. Simplemente, déjense seducir por el juego propuesto por el autor y busquen la interpretación a la medida de su otro yo en esta primera obra que ya anuncia lo que sería la obra posterior de uno de los autores más originales del panorama actual. Seguro que no les defrauda.
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